Historias de la arquitectura 'mileurista'
La crisis econ¨®mica ha puesto en peligro el final de mes de muchos profesionales A la vez, ha dado origen a una nueva est¨¦tica hecha de escasos medios y gran ambici¨®n
"Hacer de paletas nos va a enriquecer". Habla David Lorente, del estudio de Sabadell H Arquitectes. Y su trayectoria permite creerle. Tienen trabajo. Tambi¨¦n reconocimiento. Acaban de ganar el Premio Joven Enor por un gimnasio levantado con prefabricados en Barber¨¢ del Vall¨¦s (Barcelona). Sin embargo, les cuesta llegar a fin de mes. Se han vuelto habituales las situaciones que les exigen m¨¢s horas de trabajo y mayor imaginaci¨®n. Cuando firmaron el proyecto ejecutivo de la Casa 712 en Gualba (Barcelona), el banco se desdijo. De la hipoteca apalabrada de 240.000 euros, concedi¨® la mitad. Tuvieron que rehacer los planos y reducir la tarifa. Tantas dificultades desembocaron en una gran lecci¨®n: quitar todo lo que se puede quitar encierra una arquitectura distinta. La crisis econ¨®mica no se ha traducido en la arquitectura espa?ola en una crisis de ideas, al contrario, una nueva ¨¦tica est¨¢ produciendo una nueva est¨¦tica. De escasos medios y gran ambici¨®n.
La situaci¨®n no es nueva. "Hace 10 a?os que cobramos por debajo del convenio (21.000 euros al a?o). Y eso, para un empleado, es ilegal", contin¨²a Lorente. El asunto es peliagudo: "Si nos legalizamos, cerramos". Tambi¨¦n candente: la arquitectura es de las profesiones que m¨¢s se ha transformado con el acceso masivo a una educaci¨®n superior. Con tantos proyectistas en la calle, la tarta que repartir da para poco. La opci¨®n de hacer dinero queda en manos de las inmobiliarias interesadas en construir -no en hacer arquitectura-, y la antigua usanza -que trataba la profesi¨®n como un club en lugar de como una empresa- solo resulta viable para los profesionales de familia rica. As¨ª, la ¨²nica posibilidad es cambiar las cosas. Y eso pasa por, sin resignarse, tomar la precariedad laboral como una oportunidad para redefinir los valores de una nueva arquitectura.
Con tantos y tantos proyectistas en la calle, la tarta a repartir da para poco
Lo que sucede en Sabadell tiene un eco en Sevilla. All¨ª, Mar¨ªa Gonz¨¢lez y Juanjo L¨®pez de la Cruz, tambi¨¦n al borde de los 40 a?os, forman el estudio Sol89 desde hace 10 a?os. Han tenido suerte ganando un par de concursos. Aun as¨ª, en su estudio son los ¨²nicos fijos: ellos hacen las maquetas, las mediciones, las facturas, las memorias y la limpieza. Nadie coge el tel¨¦fono si est¨¢n en la obra o dando clases. Les gusta la ense?anza y desde hace un lustro son profesores en la Escuela de Sevilla. "Por entonces todos estaban construyendo, y en aquella ¨¦poca conseguir un puesto compitiendo con 12 personas era una misi¨®n razonable", explica L¨®pez de la Cruz. Las cosas han cambiado. La crisis ha disparado la vocaci¨®n docente y 70 aspirantes a profesor disputan hoy cada plaza.
"Haber ido a la contra nos ha beneficiado", explican los responsables de Sol89. En su despacho los costes son m¨ªnimos. Esa austeridad es una actitud. Y se traslada a la obra. Sus proyectos barajan presupuestos de entre 600 y 800 euros el metro cuadrado. En el Puerto de Huelva, donde deb¨ªan levantar un Centro de Formaci¨®n, encontraron un edificio prefabricado abandonado. Frente a la inercia de demoler, se plantearon reciclar. Su pabell¨®n reciclado demostr¨® que reutilizar puede ser una opci¨®n que pasa por apoyar, en lugar de cimentar, y valora la ligereza por encima de la perpetuidad. Ese proyecto les sirvi¨® para ensayar la investigaci¨®n sobre estrategias de reutilizaci¨®n en barriadas que realizan en la universidad. Hacer piruetas para sobrevivir se refleja en un nuevo ingenio. Pero los arquitectos de Sol89 aseguran que parten con ventaja. Est¨¢n acostumbrados a trabajar desde la escasez: "De Despe?aperros para arriba mueven otras cifras", comentan. Al tiempo que insisten en quitarse el halo de heroicidad: "Hay compa?eros que lo est¨¢n pasando mucho peor. Somos de los que tenemos suerte".
La austeridad de esta nueva arquitectura es una actitud, y se traslada a las obras
Sin cinismos, se podr¨ªa decir que tambi¨¦n el madrile?o Enrique Krahe tiene suerte. Y ese es el drama. Levant¨® el Teatro Municipal de Zafra, en Badajoz, un edificio trufado de ideas y respeto que abre una v¨ªa de futuro en la tradici¨®n constructiva local y que le vali¨® premios como el Lamp de iluminaci¨®n. Luego gan¨® el primer premio para construir una residencia de estudiantes en Noruega en la que trabaja. Aun as¨ª, Krahe pertenece al grupo de los ni-siquiera-mileuristas que han decidido tomarse la precariedad como una oportunidad para la investigaci¨®n. Vive del despacho y de algunos talleres. "Aunque ya puestos a perder el pudor para hablar de estos temas, he de decir que tambi¨¦n he vivido de mi mujer", cuenta desde Delft. Pasa medio mes en esa ciudad holandesa porque en esa universidad trabaja su mujer, ingeniera aeron¨¢utica. No es el ¨²nico que le levanta un monumento a su pareja. Quienes lo hacen consideran un avance el hecho de que ahora se pueda hablar del tema, un reflejo m¨¢s de los cambios sociales que a los arquitectos les ha tocado vivir multiplicados. ?Por qu¨¦? Porque al aumento de profesionales, debido al acceso masivo a la educaci¨®n, ellos suman un reci¨¦n creado sindicato.
Todos los roles est¨¢n cambiando. El del cliente, tambi¨¦n. Krahe cuenta c¨®mo el due?o de una casa que construye cerca de Madrid ha dejado de trabajar en Telef¨®nica para hacer de constructor de su vivienda. "Es ingeniero, y no sabe de esto. Pero como es muy empoll¨®n, ha asumido el papel. ?Qui¨¦n vigilar¨ªa mejor la construcci¨®n de su casa?". Krahe habla de la urgencia de replantear la f¨®rmula tradicional, en la que el arquitecto verificaba en la obra el acuerdo entre esta y los planos. "Hoy la obra es parte activa, all¨ª se realiza la mitad del proyecto", explica. Eso recorta la gente empleada, reduce dr¨¢sticamente los gastos pero tambi¨¦n limita la cantidad de trabajo que un arquitecto puede hacer.
Est¨¢ claro que los arquitectos tienen que cambiar. Y ese cambio est¨¢ alterando la arquitectura. Los socios de Iterare, en Santiago de Compostela, han cuajado cinco edificios sobresalientes recuperando, sin nostalgia, m¨¦todos constructivos del pasado que combinan con soluciones actuales y con ideas procedentes de otras culturas. Esos proyectos desinhibidos resultan contenidos, escuetos, pero no r¨ªgidos. Detallistas, pero no relamidos, transmiten naturalidad. Resultan cre¨ªbles. Y es que lo que sucede en Sabadell, Sevilla o Madrid tambi¨¦n se vive en Galicia.
All¨ª, Jacobo Malde, Santiago Rey, Blanca Carballal, Daniel Dapena e Ismael Ameneiros formaron Iterare hace tres a?os. Hab¨ªan trabajado en una gran ingenier¨ªa nacional, donde aprendieron a construir con precisi¨®n y profesionalidad. Sin embargo, se juntaron porque quer¨ªan aportar algo m¨¢s: una arquitectura de resistencia, capaz de aguantar agresiones con bajo mantenimiento pero sin bunquerizarse. De acuerdo con ese objetivo, firmaron su primera vivienda de aire n¨®rdico para la matrona de los hijos de Ismael. Tras ella, la prima de esta realiz¨® el segundo encargo, un nuevo experimento que combinaba madera local y prefabricaci¨®n con un presupuesto inferior a 900 euros por metro cuadrado. M¨¢s tarde, fue el arquitecto municipal de Teo, donde se encuentran esas dos casas, quien les encarg¨® su primera piedra de batalla: el centro social de Teo, un edificio partido en tres vol¨²menes para ahorrar en mantenimiento y abrirse a nuevos usos en el extrarradio de la ciudad.
Las oportunidades para quien est¨¢ dispuesto a dejarse los d¨ªas se multiplican. Pero no dan para sobrevivir. Hoy, a punto de concluir otro centro sociocultural, que sustituye dos barracas y una uralita en un barrio de viviendas de realojo en Ferrol y con una emocionante tribuna en el campo de f¨²tbol de Vilalba (Lugo) terminada, los arquitectos de Iterare se van a separar. Ismael tiene dos hijos y dice, m¨¢s en serio que en broma, que ha sopesado meterse a carnicero. A la escasez de proyectos cabe sumar la bajada en el porcentaje de los presupuestos y el aumento en la implicaci¨®n de los arquitectos. Todo eso est¨¢ parad¨®jicamente alumbrando una generaci¨®n de edificios mod¨¦licos, imaginativos y realistas que representan, para los arquitectos, m¨¢s responsabilidades y m¨¢s dedicaci¨®n por menos dinero. Con todo, y con cinco logros personales que son cinco logros sociales, los integrantes de este estudio de Santiago se tienen que separar. Tampoco son mileuristas. No llegan a poder sobrevivir. Asumen no enriquecerse, aceptan esforzarse para hacer algo en lo que creen, pero no pueden dejar de pagar la factura de la luz.
La democratizaci¨®n de la arquitectura est¨¢ produciendo cambios que retan a los proyectistas tanto como a la propia disciplina. "La arquitectura va detr¨¢s de los cambios sociales, recogiendo sus efectos y dejando testimonio de esos cambios y de las transformaciones que se producen en la sociedad, ya sea por razones econ¨®micas o catastrofistas", sostiene ?ngela Garc¨ªa de Paredes, tercera generaci¨®n en una saga de arquitectos que vive con holgura tras d¨¦cadas de probar suerte, y tenerla, en todo tipo de concursos p¨²blicos. La situaci¨®n econ¨®mica, pero tambi¨¦n un terremoto o la revoluci¨®n industrial, cambian la arquitectura. Garc¨ªa de Paredes lo ha visto pasar. Y est¨¢ convencida de que, al margen de las adversidades, la arquitectura debe responder. "Hay muchos ejemplos de arquitectura de alta calidad producida en momentos de gran escasez".
Los efectos del 'tsunami'
- "Hacer de paletasnos va a enriquecer" (David Lorente, del estudio Sabadell H Arquitectes).
- "Hace 10 a?os que cobramos por debajo del convenio" (David Lorente).
- "Haber ido a la contra nos ha beneficiado" (Mar¨ªa Gonz¨¢lez y Juanjo L¨®pez de la Cruz, Estudio Sol89 de Sevilla).
- "Puestos a perder el pudor hablando de estos temas, he de decir que yo tambi¨¦n he tenido que vivir de mi mujer" (Enrique Krahe, autor del Teatro Municipal de Zafra y ganador de varios premios de car¨¢cter internacional).
- "La arquitectura va detr¨¢s de los cambios sociales, recogiendo sus efectos y dejando testimonio de esos cambios" (?ngela Garc¨ªa de Paredes, tercera generaci¨®n en una saga de arquitectos).
- La antigua usanza, que trataba la profesi¨®n como un club en lugar de como una empresa, solo resulta ya viable para profesionales de familias con situaciones econ¨®micas holgadas.
- En el estudio Sol89, de Sevilla, las dos mismas personas hacen las maquetas, las mediciones, las facturas, la memoria y la limpieza.
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