Mobiliario para hacer caja
La feria de Mil¨¢n muestra que los dise?adores afrontan la crisis con cantidad frente a calidad
Todos disfrazados, desde el elegante Citterio hasta el bromista Starck, de la ubicua Urquiola al discreto Lissoni. El retrato gigante que decora el stand de la productora de l¨¢mparas Flos resume la 50? edici¨®n de la feria del mueble de Mil¨¢n, que concluye el domingo: los dise?adores han decidido hacer caja. Solo as¨ª se entiende que primeras figuras como los Bouroullec -tambi¨¦n en la fotograf¨ªa- firmen para Capellini, una de las grandes productoras, el sof¨¢ Basket, hermano mellizo del Alcove, que desde hace cuatro a?os vende Vitra, otra de las empresas de la primera fila internacional. ?A qui¨¦n interesa tanta familiaridad entre los grandes?
Ese retrato colectivo, con 11 dise?adores disfrazados de pintores, demuestra hasta qu¨¦ punto est¨¢n dispuestos a jugar. Que los dise?adores se disfracen es sintom¨¢tico de la impostura que vive el propio dise?o: la que le obliga a renovarse mucho antes de que el ciclo de vida de sus productos haya concluido. Atr¨¢s quedaron las simp¨¢ticas fotos de Starck, el precursor de los disfraces, y las m¨¢s recientes del holand¨¦s Marcel Wanders con nariz de payaso o del madrile?o Jaime Hay¨®n vestido de conejito. Hoy lo raro es presentarse con la cara lavada. La liga de campeones del dise?o busca hacer re¨ªr.
?Ser¨¢ porque a los disfrazados les va bien? Ni los sobrios Citterio y Lissoni han puesto reparos en participar en la broma. Iban a necesitar la careta para desdoblarse por Mil¨¢n estos d¨ªas. La feria es, cada vez m¨¢s, algo as¨ª como el Sant Jordi del dise?o: de stand en stand, los autores posan junto a sus piezas, charlan con los periodistas y se pasean entre los compradores. Con todo, la campeona del desdoblamiento, ha sido, un a?o m¨¢s, la espa?ola Patricia Urquiola, incansable presentando una docena de productos en B&B, Moroso, Flos o en la caseta de la espa?ola Kettal, donde firmaba una butaca. Otra empresa espa?ola, Andreu World, ha roto su sobria trayectoria de los ¨²ltimos a?os para incluir en su cat¨¢logo una pieza de la arquitecta ovetense que invita a pensar en un regreso a los or¨ªgenes de la firma valenciana cuando, sin agua ni electricidad, Paco Andreu repart¨ªa sus sillas con un carro.
As¨ª las cosas, muchos productos y pocas estrellas, es decir, demasiadas repeticiones o, dig¨¢moslo as¨ª, coincidencias. ?De qui¨¦n es la culpa? Un ritmo de presentaci¨®n de productos cercano al de la moda parece insostenible en el mundo de los muebles, pero los hechos refutan ese planteamiento. O hay demasiada fe en cuatro nombres o demasiada desconfianza en una visi¨®n propia. ?Valen los productos o cuentan las marcas? En la feria, el presidente de Vitra, Rolf Fehlbaum, argumenta que "no se puede pedir exclusividad en una ¨¦poca en que nadie est¨¢ dispuesto a comprarla". Anta?o, el dise?ador trabajaba para una empresa. Pero "hoy la libertad hace que las asombrosas coincidencias dependan de la ¨¦tica de cada uno". No es f¨¢cil disminuir el ritmo, el argentino Alfredo Haberli asegura que le ha costado 20 a?os llegar a dise?ar para la empresa de Fehlbaum, donde presentaba su silla Jill.
Aun as¨ª, a pesar de tanto disfraz, las estrellas han vuelto a ser los productos. Este a?o, las sillas de pl¨¢stico con patas de madera. Un asunto que el estudio Lagranja supo recuperar para Santa & Cole y que hoy es norma entre los fabricantes. Primero fue la madera, se trataba de apaciguar el aire fr¨ªo de la crisis. Para cuadrar el precio, el pl¨¢stico sirvi¨® para la carcasa y, flexible, ha resultado ser un material muy ergon¨®mico. El ibicenco Eugeni Quitllet, que lleva a?os firmando con Philippe Starck butacas para la empresa Kartell, sostiene que, pese a su mala fama, el pl¨¢stico es el futuro: un material 100% reciclable del que queda mucho por investigar. Como en el caso de Quitllet, trabajando en la segunda fila, en Mil¨¢n las mejores ideas pueden encontrarse en locales fuera de la feria: piel hinchada y tratada con resina que no necesita estructura para ser silla, o cristales que pueden ser transl¨²cidos o transparentes seg¨²n decida el usuario. ?El futuro? Lo siguiente, parece, ser¨¢n los colores. Caminamos hacia una ¨¦poca que, con pocas ideas, poco riesgo y ansia por hacer caja, busca alegrar la vista. Los inventos son costosos de idear, gestionar y comercializar, pero una mano de pintura siempre disfraza la duda de novedad.
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