Se puede vivir del c¨®mic... hecho en Par¨ªs
El tebeo recupera protagonismo en el ocio, pero Espa?a vive una fuga de creadores La industria nacional, a¨²n d¨¦bil, prefiere comprar derechos fuera que producir en casa
En un lugar llamado Espa?a hubo un tiempo en el que se vend¨ªan m¨¢s de siete millones de tebeos al mes. Se ofertaban en cualquier esquina, en miles de reductos conocidos como quioscos. Hab¨ªa historias sobre esp¨ªas torpes, alba?iles chapuzas y casposas comunidades de vecinos. Fuese por inteligencia o mordacidad, entre los lectores triunfaban los antih¨¦roes. La factor¨ªa que saciaba aquella voracidad se llamaba Bruguera.
Luego los lectores crecieron, una guerra por petr¨®leo dispar¨® el precio del papel, se difundieron los videojuegos y nuevas formas de entretenimiento juvenil. Los tebeos se marchitaron, Bruguera cay¨®. En el mundillo, un cataclismo. "Fue como si cerrase la General Motors", compara Carles Santamar¨ªa, director de la Feria Internacional del C¨®mic de Barcelona. Fue la muerte del tebeo. El sector entr¨® en coma. Eran los noventa.
Enjuiciar la salud actual de la industria del c¨®mic obliga a recordar los antecedentes. El diagn¨®stico no es simple. Comparada con los d¨ªas de vino y rosas, vive una ¨¦poca de tiradas timoratas -el gran superventas de los ¨²ltimos a?os, Arrugas (Astiberri), de Paco Roca, va por los 30.000 ejemplares-. Si pensamos en los ruinosos noventa, la situaci¨®n es floreciente (incorporaci¨®n de nuevos lectores, proliferaci¨®n de tiendas especializadas y presencia en grandes superficies). ?Da para vivir del c¨®mic? No.
Bueno, un momento. Los autores espa?oles no pueden vivir del c¨®mic espa?ol (salvo contadas excepciones) pero... pueden vivir del c¨®mic extranjero. El c¨®mic exporta talento a mansalva. Algo novedoso. Santamar¨ªa calcula que unos 60 autores trabajan para editoriales de Francia o Estados Unidos. El Sal¨®n del C¨®mic de Barcelona contribuye a que el idilio no decaiga: en la ¨²ltima edici¨®n propiciaron 300 entrevistas entre editores extranjeros y creadores espa?oles.
El ¨¦xito tiene un claro efecto bumer¨¢n. Si un espa?ol triunfa en Estados Unidos o Francia, las editoriales espa?olas (incluidas aquellas que le hayan ninguneado en sus d¨ªas de perfecto desconocido) lo recibir¨¢n con los brazos abiertos. Lean algunos ejemplos.
Blacksad (Norma editorial), una de las series m¨¢s vendidas en Francia, es una creaci¨®n de Juan D¨ªaz Canales y Juanjo Guarnido. El asunto arranc¨® en aquellos tiempos malos. "En Espa?a era la ¨¦poca de la crisis m¨¢s profunda. Juanjo ya viv¨ªa en Par¨ªs, hab¨ªa trabajado para Disney y nos animamos a intentarlo all¨ª", revive Juan D¨ªaz Canales (Madrid, 1972). El primer Blacksad, un c¨®mic de g¨¦nero detectivesco con animales como personajes, arranc¨® con 30.000 ejemplares que se volatilizaron en un mes. Desde entonces la serie que edita Dargaud para el mercado franco-belga ha vendido m¨¢s de 200.000 ejemplares. "Hemos entrado en un club muy selecto, muy pocas series venden esas cifras", reconoce el guionista D¨ªaz Canales.
En Espa?a tambi¨¦n es un ¨¦xito, aunque la tirada est¨¦ a a?os luz. "Es casi matem¨¢tico, la proporci¨®n es de 1 a 10 respecto a Francia", explica. Blacksad se acerca a los 20.000 ejemplares, una menudencia comparada con el mercado vecino pero un superventas frente a las tiradas medias espa?olas, que oscilan entre 1.000 y 2.000 vol¨²menes.
El guionista Juan Torres (M¨¢laga, 1972) pase¨® El velo por varias editoriales y revistas espa?olas sin despertar inter¨¦s. Avalado por anteriores trabajos (entre ellos CSI) tante¨® el mercado en Estados Unidos, donde anteponen las series a las historias propias. "Fueron un poco reticentes pero probaron y funcion¨® bien, ahora se ha traducido al espa?ol", cuenta. Y sin sorna a?ade: "Estamos todos locos por publicar en Espa?a, pero las editoriales prefieren comprar los derechos para traducir, mucho m¨¢s barato que producir una obra".
Jaime Mart¨ªn (Barcelona, 1966) aborrece a los superh¨¦roes. Cuando cerr¨® El V¨ªbora, revista de c¨®mic de adultos donde hab¨ªa recreado historias de sexo, drogas y rock'n'roll generacionales, mir¨® hacia Estados Unidos y concluy¨® que ten¨ªa cero opciones y cero inter¨¦s. "Si el concepto de h¨¦roe me echa para atr¨¢s, al de superh¨¦roe, un tipo con el pijama apretado y el calzoncillo por fuera, lo detesto. Si est¨¢s dispuesto a dibujar cualquier cosa y eres r¨¢pido puedes vivir de ello, pero quer¨ªa dibujar mis propias historias".
El manga japon¨¦s, el otro gran mercado mundial, tampoco le sedujo. Quedaba Francia, el tercer coloso. Le cost¨® vender su primer ¨¢lbum hasta que un agente lo hizo por ¨¦l a la misma editorial que antes le hab¨ªa rechazado. Ahora su ¨²ltimo trabajo, Todo el polvo del camino (Dupuis en Francia, Norma editorial en Espa?a), una historieta sobre la Gran Depresi¨®n con ecos de John Steinbeck y aroma a Dorothea Lange escrita por el brasile?o Wander Antun¨¨s, ha vendido en Francia unos 7.000 ejemplares y en Espa?a, m¨¢s de un millar.
Unas cifras alejadas de las 18.000 copias que vendi¨® Mart¨ªn de su primer ¨¢lbum, Sangre de barrio, en 1990. Tiempos a¨²n de alegr¨ªas. "No s¨¦ por qu¨¦ ha pasado pero las tiradas han ido disminuyendo continuamente desde la primera guerra del Golfo. Mi teor¨ªa es que hay demasiadas opciones de ocio y tienes que escoger, no hay dinero para ir al cine, comprar tebeos y videojuegos a la vez", expone. Su predicci¨®n es apocal¨ªptica: "El c¨®mic se extinguir¨¢ o se convertir¨¢ en algo minoritario, como la poes¨ªa. Y tampoco ser¨¢ una cat¨¢strofe, pero ?qu¨¦ sentido tendr¨¢ cuando puedas tener sensaciones virtuales?".
D¨ªaz Canales, Torres y Mart¨ªn viven, con sus matices, del mercado exterior. Porque tambi¨¦n los royalties generados por sus ventas en Espa?a llegan a trav¨¦s de las editoriales extranjeras que tienen los derechos sobre sus ¨¢lbumes en todo el mundo. De esta paradoja no se ha librado ni el exitoso Arrugas, premio Nacional del C¨®mic en 2008.
Paco Roca (Valencia, 1969), tras algunas obras en revistas y el ¨¢lbum El juego l¨²gubre (La C¨²pula), mir¨® a Francia. "Vi que era un mercado fuerte, se vende m¨¢s y tambi¨¦n se paga m¨¢s". Un agente coloc¨® Arrugas en Francia, donde recibi¨® buenas cr¨ªticas y logr¨® unas ventas medianas (entre 10.000 y 13.000). Y entonces Astiberri compr¨® los derechos para Espa?a y se desat¨® el fen¨®meno: las ventas del c¨®mic donde Roca desnuda con ternura exquisita los estragos del alzh¨¦imer se desmadraron. En dos a?os han superado los 30.000 libros. De cada ejemplar, la editorial francesa matriz se lleva entre el 8 y el 10%. Con su siguiente ¨¢lbum, Las calles de arena, se repiti¨® este circuito: derechos para todo el mundo en manos de la francesa Delcourt. En este proceso, el papel de la editorial espa?ola es m¨ªnimo, su riesgo escaso y sus ganancias estrechas.
Pero en 2010, Astiberri, una peque?a editorial fundada hace diez a?os por tres socios que no aspiraban a hacerse ricos y s¨ª a disfrutar del trabajo, recuerda Laureano Dom¨ªnguez, uno de los socios, se decidi¨® a dar el paso y producir el nuevo t¨ªtulo de Paco Roca, El invierno del dibujante. Sali¨® a la calle a finales del a?o pasado y lleva 12.000 ejemplares despachados. Cuando se traduzca en otros pa¨ªses, Astiberri har¨¢ caja por los royalties. Pleno al quince. "Ganar¨ªa m¨¢s dinero si trabajase para el mercado franc¨¦s, pero por el idioma, la cercan¨ªa y las influencias me resulta perfecto trabajar como hemos hecho con El invierno del dibujante", se sincera Roca, dispuesto a repetir la experiencia en su pr¨®ximo trabajo.
El escaso riesgo de las editoriales espa?olas -que facturan al a?o unos 90 millones de euros- es uno de los reproches m¨¢s comunes entre los dibujantes. "Comprar derechos es m¨¢s barato que producir un ¨¢lbum", reitera Roca.
En 2010, seg¨²n Carles Santamar¨ªa, solo el 15% de las novedades que llegaron al mercado espa?ol fueron t¨ªtulos producidos en casa. Un porcentaje que coincide con la actividad de Gl¨¦nat. Entre los 200 t¨ªtulos que sac¨® a la calle el a?o pasado, el manga fue hegem¨®nico: el 60%. La producci¨®n propia rond¨® entre el 15% y el 20%, entre ellos un ¨¢lbum en el que F¨¦lix Sabat¨¦, editor jefe de Gl¨¦nat, se empe?¨® especialmente: Quince a?os en la calle, el c¨®mic autobiogr¨¢fico en el que Miguel Fuster narraba su vida como sin techo.
"Personal y profesionalmente prefiero la producci¨®n propia, es m¨¢s gratificante trabajar con el autor mano a mano. Adem¨¢s, cuando t¨² produces algo, todos los derechos son para ti", sostiene Sabat¨¦. La compra de un t¨ªtulo en el exterior, la opci¨®n m¨¢s barata y sencilla, tiene sus desventajas. "Es un arma de doble filo porque puedes explotar la licencia unos a?os pero no siembras, mientras que un autor que llevas t¨² es alguien que puedes tener en cat¨¢logo y sin cat¨¢logo est¨¢s muerto", concluye el editor de Gl¨¦nat.
Sabat¨¦ es de los que ven el vaso medio lleno. "Quien se queja es un quejica. Estamos mejor que nunca. Hemos ocupado el espacio que antes las grandes superficies dedicaban al DVD. El lector especializado va a las tiendas y el ocasional, a las grandes cadenas". Ahora bien, si Mireia P¨¦rez (Valencia, 1984), ganadora del premio de la FNAC y Sins Entido para editar una novela gr¨¢fica, le pidiese consejo sobre su futuro, Sabat¨¦ ser¨ªa claro. No le recomendar¨ªa que abandonase otra ocupaci¨®n para vivir del tebeo. "Es dif¨ªcil, casi imposible ganarse la vida con el c¨®mic", dice el editor.
Los 10.000 euros que recibir¨¢ Mireia P¨¦rez son como una beca que le permitir¨¢ desarrollar su historia. La pr¨®xima vez, cuando pugne con el mercado, podr¨¢ aspirar a un anticipo sobre las ventas. Los autores ponen la creatividad y reciben un escu¨¢lido 10%. Las editoriales ponen el riesgo y se quedan entre un 30% y un 40%. El resto es para los distribuidores y librer¨ªas, una parte del negocio que s¨ª da de s¨ª: hay ya casi 240 tiendas especializadas en Espa?a. "Lo m¨¢s importante en el mercado espa?ol, que es el segundo en Europa y est¨¢ en plena transformaci¨®n", sentencia un optimista Carles Santamar¨ªa, "es el recorrido que nos queda".
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