El fotomat¨®n rococ¨® de Tiepolo
Una muestra en la Fundaci¨®n Juan March de Madrid re¨²ne una serie de diez ¡°retratos de fantas¨ªa¡± de Giandomenico, nunca antes expuestos y procedentes de una colecci¨®n particular
Si, como en cierta ocasi¨®n sostuvo Roberto Calasso, Tiepolo fue ¡°el ¨²ltimo soplo de felicidad en Europa¡±, acaso convenga visitar una peque?a y delicada exposici¨®n reci¨¦n inaugurada en la Juan March, justo ahora que la brisa de dicha continental se siente tan condenadamente petrificada. Cierto es que Calasso se refer¨ªa a Giambattista Tiepolo, patriarca de una familia de pintores venecianos del siglo XVIII con indudable querencia por Espa?a, y que los diez Retratos de fantas¨ªa que cuelgan hasta principios de marzo de las paredes reci¨¦n acolchadas de la fundaci¨®n (se trataba de emular el ambiente de gabinete de ¨¦poca y se ha logrado) son obra de Giandomenico (1727-1804), hijo y disc¨ªpulo del autor de los frescos del Palacio Real de Madrid. Pero tambi¨¦n lo es que el grupo de pinturas de peque?o formato ahora mostradas por primera vez fueron realizadas en el momento de mayor influjo paterno-filial, en los a?os que siguieron a la llamada de la corte en 1762.
En aquellos d¨ªas madrile?os, que en el caso del padre resultaron ser el resto de sus d¨ªas (muri¨® en su ciudad de adopci¨®n en 1770), Giandomenico --c¨¦lebre por derecho propio gracias a sus frescos de Villa Valmarana ai Nani en Vicenza-- pint¨® esta serie de retratos: diez cabezas fechadas en torno a 1768 (de 60X50 cent¨ªmetros; ocho mujeres j¨®venes y hermosas y dos hombres maduros y barbados) hacia el final de su etapa espa?ola. Al contrario que su hermano Lorenzo, regres¨® a Venecia al morir el padre, pero igual que ¨¦l, se erigi¨® en continuador del legado rococ¨® de la casa Tiepolo.
De Giambattista ¡°tom¨® aspectos trascendentales en su carrera¡±, escribe Andr¨¦s ?beda de Cobos, jefe de conservaci¨®n de pintura italiana y francesa en el Prado en el cat¨¢logo biling¨¹e editado por la fundaci¨®n, ¡°como el car¨¢cter oleaginoso de sus pinturas, sus colores terrosos, su aspecto decorativo, remotamente veronesiano, y, fundamentalmente , un universo de tipos humanos reales y fantasiosos, poblado por orientales, gitanos, charlatanes, sacamuelas, vendedores de elixires, campesinas, soldados, masas de aspecto extra?o que se ejercitan en bailes carnavalescos, vagos y curiosos que pierden el tiempo con la primera distracci¨®n¡±.
En la serie que nos ocupa, poco se sabe de la identidad y procedencia de los modelos (salvo de una, a la que se supone Anna Maria, hermana del artista). El resto se contemplan como a arquetipos de, seg¨²n los casos, inocencia, virtud, rigor o exotismo. Sea como fuere, el conjunto de retratos de fantas¨ªa arroja luz, se hace notar en la exposici¨®n, sobre uno de los aspectos menos conocidos de la producci¨®n de la familia Tiepolo, dada la dificultad de atribuir las piezas a cada uno de los miembros de la saga y la confusi¨®n que aporta toda una legi¨®n de sus imitadores.
Tampoco hay grandes certezas sobre los avatares de la serie hasta ahora nunca mostrada. Se desconoce el nombre del primer comprador. Las primeras noticias la sit¨²an en una colecci¨®n particular de Puerto de Santa Mar¨ªa. De ah¨ª pasaron, quiz¨¢ tras la Guerra Civil, a los actuales propietarios, que las han cedido para la exposici¨®n.
Adem¨¢s de su inter¨¦s pict¨®rico, la muestra reviste otros, pues abre una brecha en el programa expositivo de la fundaci¨®n. Introduce arte antiguo en un calendario consagrado primordialmente al moderno y contempor¨¢neo y rompe el ritmo acostumbrado de dos grandes presentaciones por a?o para incluir otra, m¨¢s corta, de apenas un mes.
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