La bella, la bestia, la pista
Amanda Lear vuelve a la escena musical con un disco de acento electr¨®nico 'I don¡¯t like disco', titulo y gui?o ir¨®nico para la que fuera una de las reinas de las 'dance-floors'
En el videoclip una mujer madura, (intuimos que famosa por los flashes con los que es recibida), desciende de un Mercedes Benz para refugiarse en un hotel. Por el f¨ªsico podr¨ªamos pensar que tiene el mismo cirujano pl¨¢stico que Faye Dunaway. Por el look, pieles y lencer¨ªa sexy, que asistimos a una sesi¨®n fotogr¨¢fica de Helmut Newton. En la habitaci¨®n del hotel, ahora mitad voyeurs, mitad esp¨ªas, contemplamos un previsible juego er¨®tico con el tel¨¦fono como arma de seducci¨®n y c¨¢maras de vigilancia que parecen homenajear a la Madonna m¨¢s hot de los clips Justify my love y Hollywood mientras nuestra dama crepuscular repite machaconamente el estribillo, La b¨ºte et la belle¡.
La b¨ºte et la belle es el primer sencillo de I don¡¯t like disco, su nueva incursi¨®n musical ¡ªel anterior, Brand new affair era de 2009- para el que ha contado con la colaboraci¨®n de algunos de los nombres y talentos de la escena internacional como Louise Prey ¨Cdel grupo femenino Ping Pong Bitches¡ª o Joe Moskow ¡ªThe Reverends and The Markes¡ª. Un disco que parece tributar tanto al pasado (la onda disco germana de sus grandes ¨¦xitos, Follow me, Run baby run) como a un presente electro-disco sin salir de la pista. Hasta parecen escucharse ecos de la Velvet Underground, entre esa acidez mel¨®dica y obsesi¨®n repetitiva que envuelve algunos temas.
Algo de La Bella y la Bestia o mejor dicho de Mr. Jekyll y Mr. Hyde, siempre ha tenido Amanda Lear, esa personalidad sexualmente ambigua que ha encontrado en la confusi¨®n de g¨¦neros, masculino-femenino, su mejor office o cuenta bancaria. Un rumor que al fin y al cabo ha hecho llenar las salas donde actuaba, como ahora, actriz de ¨¦xito de comedia de teatro de bulevar con la obra Lady Oscar, versi¨®n femenina de un viejo ¨¦xito del c¨®mico Louis de Funes. O mirar morbosamente su participaci¨®n en los programas de la cadena de Berlusconi en los que ejerc¨ªa de presentadora o de tele-realidad en los que actuaba como jurado.
La que fuera una de las grandes vedettes de la m¨²sica Disco a finales de los setenta en compa?¨ªa de Donna Summer y Grace Jones ¡ªal otro lado del muro de sonido quedaban los flecos m¨¢s kitsch de Baccara y Boney M.¡ª con presentaciones estelares en Le Palace parisino y noches espumosas en Studio 54 junto a Andy Warhol, ha sabido llevar con inteligencia y humor ese lado oscuro de su curr¨ªculo.
Primero como bailar¨ªn llamado Alan Tapp, despu¨¦s como un conocido travest¨ª de los clubs parisinos de transformistas, Peki d¡¯Oslo, transexual operado por el famoso cirujano Doctor Burou de Casablanca ¡ªse dice que con el apoyo econ¨®mico de Salvador Dal¨ª¡ª, Amanda Lear acabar¨¢ trenzando una nueva biograf¨ªa, ahora ya como modelo de Yves Saint-Laurent y Ossie Clark. La futura diva pop parece hacer suya la frase de Simone Beauvoir, ¡°la mujer no nace, se hace¡±. Un itinerario donde se cruzan el swinging London y los Rolling Stones; Dal¨ª y la dolce vita de Cadaqu¨¦s; la moda y Paco Rabanne; la purpurina de los a?os del glam, David Bowie y Roxy Music. Hasta una habitaci¨®n compartida con la mism¨ªsima Anita Pallenberg. Para el segundo disco del grupo, For your pleasure, la modelo queda impresionada en la portada en un ajustado vestido de cuero negro paseando a una pantera. La cultura de los setenta ha encontrado uno de sus clich¨¦s ic¨®nicos. Y los herederos de Sacher-Masoch, una nueva disc¨ªpula.
Quiz¨¢s como auto homenaje a sus treinta y cinco a?os de carrera musical y de diva pop, haya incluido un titulo como Icon donde Amanda Lear, con esa voz que que le rob¨® un d¨ªa a Marlene Dietrich, vuelve al cabaret, aunque esta vez no sea para cantar Lili Marleen, sino para recordar, con un punto de iron¨ªa y reivindicaci¨®n, que mucho antes que Madonna o Lady Gaga, tuvo el honor de inaugurar el baile de la confusi¨®n y las voluptuosidades sobre la pista luminosa y centelleante de la discoteca.
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