Amigos y criados
Una importante diferencia entre un tel¨¦fono fijo y otro m¨®vil es que el primero tiene su propia residencia y el segundo no. El segundo reside en nuestra residencia, mezclado con los dem¨¢s enseres y servicios que nos damos, coleccionamos o conllevamos de aqu¨ª para all¨¢.
Como el personal de servicio que era dispuesto en habitaciones muy determinadas y apartadas, el tel¨¦fono fijo tiene asignada su localizaci¨®n final. Del mismo modo que al servicio se le llama cuando se tiene necesidad de su intervenci¨®n, al tel¨¦fono fijo se le reclama ateni¨¦ndose a su ubicaci¨®n. Al m¨®vil, en cambio, no hay que llamarlo ni llegar hasta su emplazamiento. Vive emplazado en nuestro h¨¢bitat m¨¢s estrecho, casi formando una unidad con ¨¦l. De este modo el m¨®vil puede considerarse como uno de los pocos aparatos que muestran elocuentemente la relaci¨®n del sujeto con el objeto, y del objeto con el sujeto tambi¨¦n.
Por lo general, antes del m¨®vil, no estaba tan claro que los aparatos trenzaran su vida con nuestra biolog¨ªa. Hoy, sin embargo, un gran n¨²mero de elementos son bio. Se encabalgan en nuestro quehacer y nuestro sentir como una nueva cultura en la que la m¨¢quina y el hombre han superado el concepto de robot sin pavor alguno. La gama de pr¨®tesis e injertos artificiales que se instalan en el cuerpo humano redondea la interrelaci¨®n que no har¨¢ m¨¢s que crecer.
No siempre, sin embargo, fue as¨ª. Los electrodom¨¦sticos conviv¨ªan y conversaban con otros electrodom¨¦sticos y no hubo inconveniente en colocar una lavadora cerca de un frigor¨ªfico, la ro?a junto al alimento, en virtud de que ambos formaban un sistema ¨²nico, inseparable por el hombre o la mujer. La lavadora tend¨ªa al frigor¨ªfico y al lavaplatos como hermanos de la misma camada. Esa ley se impon¨ªa a su significado y desbarataba el posible antagonismo de su funci¨®n. El televisor empez¨® salvado de esa dependencia porque se revest¨ªa de otra apariencia pero tan pronto hubo televisores blancos los bancos de la cocina los recibieron con la mayor naturalidad. Los electrodom¨¦sticos son una especie muy propensa a la proximidad, se aman entre s¨ª o se evocan como componentes de la misma tribu.
La arquitectura se inclin¨® en los 90 por fachadas-reflejo de otros edificios
?El m¨®vil? El m¨®vil pertenece a otra generaci¨®n que, relacionada con la movilidad, confunde los emplazamientos e igual como la actual vivienda flexible anula la compartimentaci¨®n, los nuevos aparatos circulan desde un lugar sagrado a otro profano, desde el trabajo a la distracci¨®n.
Aunque no han perdido por ello su querencia. La electr¨®nica es un cosmos donde los artefactos que pertenecen a ¨¦l se rozan, se acoplan, copulan con una facilidad equivalente al deseo animal. M¨¢s a¨²n. Si los aparatos se comportan de una manera frecuentemente inextricable para sus amos es porque, como las criadas de Genet, han conformado su propio lenguaje y sus parecidas maneras de ser. De modo que, a menudo, no osamos traspasar un punto de su intimidad buscando la aver¨ªa. Esa disfunci¨®n puede deberse a problemas relacionales de los artefactos que no llegamos a comprender.
?Comprender? Los aparatos poseen su c¨®digo impenetrable y sordo a nuestras ¨®rdenes de manera que como sucede con ¡°el encantador de perros¡± s¨®lo algunos seres humanos son capaces de tratarlos con el debido saber.
La vida, claro est¨¢, sigue presentando problemas y reclamando nuestra atenci¨®n entre humanos, pero la Humanidad, en sentido lato no acaba su cultura. Somos lo que somos en interrelaci¨®n con estos elementos que en lugar de estar fijos pasean ahora entre nuestras vidas y hasta son determinantes de nuestra comunicaci¨®n con los dem¨¢s.
En los a?os 90, la arquitectura mostr¨® inclinaci¨®n por fachadas espejo que reflejaban otros edificios. Ahora son tambi¨¦n cristales quienes se reflejan entre s¨ª. Cristales del iPad, del port¨¢til, del m¨®vil que con su din¨¢mica llegan a la m¨¢s inesperada informaci¨®n.
En arquitectura, la reflexi¨®n daba a entender el encastramiento de la ciudad moderna y, hasta cierto punto, la benevolencia entre pares de un mismo solar. Estos edificios formaban un miniuniverso o subespecie. Ensimismados entre s¨ª nos convert¨ªan de usuarios en espectadores. Es decir, tal como ahora los ingenios electr¨®nicos nos trasladan desde la comunicaci¨®n boca a boca a la comunicaci¨®n de vidrios m¨¢s inteligentes que nuestra fr¨¢gil cultura de la conexi¨®n.
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