Urgencias, obsesiones y el 11-S
En la segunda jornada de la Berlinale, las proyecciones de 'Aujourd d¡¯hui' y 'Tan fuerte, tan cerca' no provocan grandes ovaciones entre el p¨²blico
Al final de la proyecci¨®n de Aujourd d¡¯hui el ¨²nico sonido que se ha escuchado ha sido el de las carreras del personal para abandonar la sala, como si les urgiera salir de all¨ª lo antes posible. Ni un conato de aplauso pero tampoco ning¨²n abucheo para el disparate senegal¨¦s que arrancaba la secci¨®n oficial de la Berlinale 2012, m¨¢s bien una indiferencia coronada por algunos soplidos de alivio. El realizador, Alain Gomis, que despu¨¦s se desga?itaba en la rueda de prensa tratando de ilustrar a la prensa sobre la profundidad y el calado de su planteamiento, ha firmado la primera pel¨ªcula mala del certamen, sin que haya mucho m¨¢s que decir de ella. Terriblemente rodada, p¨¦simamente contada, confusa, un aut¨¦ntico embolado en el que Gomis quiere contar la historia de un se?or que est¨¢ muerto pero no, y que vuelve a su pueblo en Senegal para repasar los lugares que significaron algo en su vida. Lamentablemente un precepto m¨¢s o menos cl¨¢sico se convierte la excusa para una alegor¨ªa de la nada, noventa minutos de un se?or que va arriba y abajo y cuyas desventuras han hecho bostezar al patio de butacas con la fiereza de un hipop¨®tamo desbocado.
Luego ha llegado la estadounidense Tan fuerte, tan cerca, que llegaba acompa?ada por los palos y alabanzas (a partes iguales) de la cr¨ªtica de su pa¨ªs, dividido en dos a la hora de juzgar los m¨¦ritos (y dem¨¦ritos) de la pel¨ªcula. Las referencias, a priori, eran excelentes: dirig¨ªa Stephen Daldry (Billy Elliot, El lector); firmaba el gui¨®n Eric Roth (El buen pastor, El dilema) adaptando la obra hom¨®nima de Jonathan Safran Foer ; presum¨ªa de reparto de lujo con Tom Hanks, Sandra Bullock y Max Von Sydow.
Con buenos augurios empezaba pues el filme, augurios que se deshinchaban con el paso de los minutos por culpa de un exceso de celo a la hora de graduar el tono emocional del filme. Parece que Daldry no estaba para florituras ya que en lugar de jugar la baza de la delicadeza (por la que se decanta Foer en la obra original) opta por un m¨¦todo tan sutil como una pelea de elefantes: Efectismo en 35 mil¨ªmetros, podr¨ªan haberla titulado si en Hollywood tuvieran sentido del humor.
El tema, que se las trae, explora la historia de un ni?o (superdotado, algo inquieto, implacable cuando se emperra con algo) que pierde su referente vital el d¨ªa en el que caen las torres gemelas. Obsesionado con que su padre se ha arrojado al vac¨ªo (los destellos en los que podemos ver a Tom Hanks cayendo desde las alturas son una aut¨¦ntica patochada) y atormentado por el hallazgo de una llave que su progenitor hab¨ªa metido en un jarr¨®n el chaval se obsesionara con tratar de desvelar el secreto que se esconde tras la bendita llave. En una narraci¨®n hipercal¨®rica que juega a ser detallista y que pretende transmitir la velocidad a la que todo ocurre en la mente del peque?o, a Daldry se le atraganta el gui¨®n. A su empecinamiento en recargar cualquier escenario para que el espectador pueda sentir en su jeta el ¨Cmaldito- sentimiento de perdida se suma una m¨¢s que dudosa colecci¨®n de elecciones est¨¦ticas (esos planos de bomberos, tenderos y dem¨¢s fauna urbana, metido con calzador para que captemos el esp¨ªritu de uni¨®n que invadi¨® Nueva York despu¨¦s del 11-S) y la cargante decisi¨®n de reseguir cada l¨¢grima (metaf¨®rica y literalmente) como si quisiera hac¨¦rnosla tragar, que son incomprensibles cuando se tiene en mano un material tan magn¨ªfico.
Tambi¨¦n hay momentos notables en la pel¨ªcula, aunque sean los menos, como la de una magn¨ªfica Sandra Bullock, muy esforzada en su rol, o la impecable lecci¨®n de interpretaci¨®n de ese gigante sueco llamado Max Von Sydow, que en media hora eleva el nivel del filme hasta cotas distintas con la ¨²nica ayuda de su rostro y sus manos. Su ausencia en un momento determinado (tambi¨¦n inexplicable) lastra el desarrollo de lo que hubiera sido otra pel¨ªcula, completamente distinta e indudablemente mejor. Finalmente, la mejor parte de Tan fuerte, tan lejos es la descomunal partitura que Alexandre Desplat ha compuesto para el filme: una m¨²sica de una belleza solo al alcance de los muy grandes, y Desplat ¨Cque duda cabe- lo es.
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