¡®Follies¡¯ en dos palabras: legen-dario
Mario Gas presenta en el Teatro Espa?ol este musical de Sondheim 22 canciones y un elenco coral con artistas como Asunci¨®n Balaguer, Hip¨®lito y Massiel
Follies (1971), que acaba de estrenarse en el Espa?ol, me parece el mejor musical que se ha hecho en Espa?a en muchos, muchos a?os. Mario Gas firma aqu¨ª su cuarto Sondheim: los tres anteriores eran grandes trabajos, pero este es una joya absoluta, rotunda. Habr¨¢ un antes y un despu¨¦s de este espect¨¢culo, por talento, por belleza, por entrega, por lujo, por emoci¨®n. No es frecuente toparse con un reparto de 38 int¨¦rpretes de tan alto nivel de excelencia, y con una orquesta de 18 profesores, a las ¨®rdenes de Pep Pladellorens, con tal sonoridad, potencia y brillo.
Follies es un regalo de los dioses: por su avalancha de m¨²sica (22 canciones que son 22 hits instant¨¢neos), por las letras del maestro, y por la sofisticad¨ªsima estructura, a la vez experimental y popular, del libreto de James Goldman, en muy sabia y flexible versi¨®n de Roser Batalla y Roger Pe?a. Sondheim y Goldman nos ofrecen cuatro tramas, textuales y musicales, por el precio de una, que se entretejen y dialogan en un avasallador juego de espejos. Primera trama: el viejo empresario Dimitri Weissman (Mario Gas, en un gui?o tirando a simb¨®lico) ofrece una fiesta a sus estrellas favoritas la noche antes de que la piqueta convierta su teatro de follies en un parking. Los espectros de las j¨®venes coristas, con surreales tocados de plumas que parecen dise?ados por Ert¨¦, se deslizan por las oscuras galer¨ªas del santuario: doble aplauso desde aqu¨ª para el figurinista Antonio Belart y el videoartista ?lvaro Luna.
Un segundo despu¨¦s comparecen en carne mortal, maduras y olvidadas pero invictas. Roscoe, el viejo maestro de ceremonias (el veteran¨ªsimo y espl¨¦ndido tenor Josep Ruiz) las recibe a los sones de Beautiful girls, un afectuoso tributo a Irving Berlin. Las canciones van m¨¢s all¨¢ del pastiche, como si Sondheim buscara evocar la memoria colectiva del g¨¦nero y, a la manera de Borges, inventar a sus precursores. Asistimos a una escalada de showstoppers: Mamen Garc¨ªa y Lorenzo Valverde (Emily y Theodor Whitman) interpretan Rain on the roof a la manera de Adolph Green y Betty Comden; la deslumbrante M¨®nica L¨®pez como Solange LaFitte (un cruce entre Zizi Jeanmaire y Angelica Huston) sirve una arrasadora versi¨®n de la muy porteriana Ah Paree, que poco m¨¢s tarde la orquesta interpretar¨¢, como fondo, en elegant¨ªsima clave jazzy. Hattie Walker es Asunci¨®n Balaguer, que est¨¢ para com¨¦rsela cuando canta Broadway baby: 86 a?os y una energ¨ªa y un encanto imbatibles; Teresa Vallicrosa, restallante de voz, encarna a Stella Deems, y hace pensar en una joven Ethel Merman con el pelo frito y la chutzpah de Bette Middler rompiendo las costuras de Who's that woman, coreada a lo grande por todo el reparto.
FOLLIES
De Stephen Sondheim y James Goldman. Traducci¨®n de Roser Batalla y Roger Pe?a. Con Vicky Pe?a, Carlos Hip¨®lito, Muntsa Rius, Pep Molina, entre muchos otros. Direcci¨®n musical: Pep Pladellorens. Direcci¨®n esc¨¦nica: Mario Gas. Teatro Espa?ol, Madrid.
Pausa para tomar aire, y ah¨ª llega Massiel como Carlota Campion para hacer suya I'm still here, himno vitalista donde los haya, y poner al p¨²blico en pie: desgarro, descaro, coraje, vozarr¨®n. Un doble n¨²mero cierra la primera trama: One more kiss, pura esencia Victor Herbert, el pr¨ªncipe de la opereta americana, a cargo de dos sopranos de a¨²pa: Linda Mirabal y Joana Estebanell, que encarnan el presente y el pasado de la diva Heidi Schiller. Ese juego ser¨¢ el centro de la segunda (y simult¨¢nea) trama. Aqu¨ª entramos de lleno en Sondheimland: una reflexi¨®n amarga sobre el paso del tiempo, las ilusiones perdidas, la desintegraci¨®n del amor, quintaesenciada en dos parejas, Phillys Rogers (Vicky Pe?a), Benjamin Stone (Carlos Hip¨®lito), Sally Durant (Muntsa Rius) y Buddy Plummer (Pepe Molina), que se casaron con quien no deb¨ªan. Y, tercera trama, los flashbacks de sus fantasmas juveniles, a cargo de los igualmente inmejorables Marta Capel, Diego Rodr¨ªguez, Julia M?ller y ?ngel Ruiz.
La gran sorpresa del espect¨¢culo es Hip¨®lito, tan formidable actor como siempre pero que aqu¨ª se revela como un cantante con una preciosa voz y un color natural¨ªsimo, que parece brotar sin esfuerzo: su Benjamin es un personaje de m¨²ltiples gamas, un Peter Pan desesperado que conjuga hast¨ªo, cinismo, vac¨ªo y locura. Grandes momentos: The road you did'nt take y la preciosa balada Too many mornings, digna de Rodgers & Hammerstein, que canta mano a mano con Muntsa Rius, triunfal en la dificil¨ªsima Don't look at me y todav¨ªa a un paso de llevar la conmovedora In buddy's eyes a la cota l¨ªrica que precisa. Pep Molina tambi¨¦n sirve un papelazo (voz madura, fiereza, picard¨ªa, dolor) cuya cota es The right girl, que encontrar¨¢ un eco alucinado en Buddy's blues, mientras que Vicky Pe?a inyecta vitriolo humeante al personaje m¨¢s amargo de la funci¨®n y clava la demoledora Could I leave you?
La cuarta trama es un salto mortal con tirabuz¨®n que anticip¨® toda la po¨¦tica de Dennis (Pennies from heaven) Potter: desaparecen los di¨¢logos y los cuatro protagonistas entran en un universo paralelo (un Follies mental) para cantarnos el reverso de sus sue?os traicionados. Juan Sanz y Miguel Angel Coso se lucen con una cascada de escenograf¨ªas on¨ªricas, desde la degradada kitsch-seventies de Loveland hasta la fastuosa escalinata de los n¨²meros finales. Momentazos: You're gonna love tomorrow, con Julia M?ller y ?ngel Ruiz a lo Debbie Reynolds y Carleton Carpenter en Aba daba honeymoon; el ya citado Buddy's blues, con Molina como una marioneta atrapada en sus propios hilos, a caballo entre Jimmy Durante y el Archie Rice de The Entertainer, y muy bien secundado por las divertid¨ªsimas Marisa Gerardi y Mar¨ªa Cirici; Muntsa Rius perdida en la ciudad desierta (bajo innumerables y bell¨ªsimos r¨®tulos luminosos) de Losing my mind, una gran torch song a lo Harold Arlen; Vicky Pe?a como vampiresa devoradora y vengativa en ese doble homenaje a Dorothy Fields y Cy Coleman que es The story of Jessie and Lucy; e Hip¨®lito (esmoquin blanco, sonrisa helada) despe?¨¢ndose por la pendiente de la locura en Live, laugh, love. Gran cuerpo de baile, coreografiado por Aixa Guerra y Luis M¨¦ndez, y gui?o final de la esplendorosa compa?¨ªa a aquel lejano pero nunca olvidado Guys and dolls que Gas mont¨® en el Nacional catal¨¢n. Aplausos inacabables, llenazo absoluto, felicidad total: muevan todas sus influencias para conseguir una entrada. (O rueguen que pase luego al teatro privado, a la manera del West End: deber¨ªa hacer temporada).
Babelia
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