El despojo
Un pa¨ªs se hace y se deshace en seguida, si uno quiere y los otros lo dejan. Basta que le aflojes unas cuantas clavijas, entre ellas las de la tele, para que el pa¨ªs se descuajeringue.
Ahora estamos, precisamente, en la maniobra del despojo de la tele estatal, que es tan f¨¢cil de desmontar como dif¨ªcil de montar de nuevo. Lo primero que pas¨®, cuando empezaron a producirse los recortables sucesivos, fue anunciar que a la tele le quitaban doscientos millones de euros; y a partir de ah¨ª empezaron las especulaciones como monedas en un tragaperras: acabar¨ªan con las series, entre ellas Cu¨¦ntame o Amar en tiempos revueltos, que ya son iconos (bastante singulares, pues cuentan la historia) de la Espa?a que mira la tele, que es casi toda Espa?a. Algo parecido en Inglaterra, o en Suecia, hubiera levantado miradas de asombro, y cierta solidaridad institucional. Pero aqu¨ª ese anuncio de los renuncios se ha recibido con cuchicheos regocijados.
Como si montar y desmontar fuera tarea de cirujanos implacables, la tele ya conoce, y en todas las ¨¦pocas, maniobras de destrucci¨®n masiva que han tenido serias consecuencias. Hubo una ¨¦poca, que ojal¨¢ no vuelva, en que el Gobierno que sucedi¨® al Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez se dedic¨® a sacar provecho propio (CCOO, Urdaci, Buruaga, MAR y compa?¨ªa) de la tesis informativa, para que entrara s¨®lo el ¨¢mbito de su medicina, de modo que el dial era como el dial que luego se refugi¨® en ciertas TDT para decir que este pa¨ªs no ten¨ªa remedio. Despu¨¦s hubo una ley que discern¨ªa el poder institucional como si esto fuera Inglaterra y nos hicimos la ilusi¨®n de la BBC. Ahora ya la BBC es una ilusi¨®n lejana, y vuelven los troyanos con su caballo a tratar de quemar las naves de aquella legislaci¨®n que, de todos modos, alumbr¨®, h¨¦las, el mayor recorte de la historia: cinco mil empleados que, porque ya hab¨ªan superado la cincuentena, dejaron de prestar su experiencia al proyecto...
Ahora el recorte se ha anunciado con mucho aspaviento y con nombres y apellidos propios: las series. Como si la parrilla fuera de quita y pon y la tele del Estado pudiera sobrevivir, sin m¨¢s, a esa aspa de molino que ha empezado a moverse.
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