El arte de la persuasi¨®n
La figura del pensador magistral a la antigua usanza se ha extinguido. Alain Minc, autor de 'Una historia pol¨ªtica de los intelectuales', cree que Sartre fue el ¨²ltimo. La Red ha acabado con las jerarqu¨ªas. ¡°La intelligentsia cl¨¢sica batalla ahora con los an¨®nimos¡±
La pasi¨®n por la conversaci¨®n, la inteligencia y la reflexi¨®n. Tres cualidades que definen al intelectual, un pensador que trata de influir sobre el coraz¨®n del poder o la realidad exterior, alguien capaz de ejercer el derecho de injerencia, cambiar la historia o encarnar un momento en la vida de un pa¨ªs. La definici¨®n en s¨ª misma parece una reliquia del pasado. Como si la especie hubiera sido devorada por ese universo hambriento de Internet. Alain Minc (Par¨ªs, 1949), autor de Una historia pol¨ªtica de los intelectuales (Duomo Per¨ªmetro), compara a la raza de los pensadores con ¡°la diversidad de los quesos, la variedad de los paisajes o la pasi¨®n por las revoluciones, una especialidad muy francesa¡±.
Pero d¨®nde situar el punto de partida de este linaje ?S¨®crates o Plat¨®n? ?Santo Tom¨¢s de Aquino? ?Erasmo? ¡°Que cada uno opine lo que quiera¡±. Minc, ensayista y polit¨®logo, lo tiene claro: ¡°El intelectual moderno nace en el siglo XVIII, cuando la sociedad civil se emancipa de la omnipotencia real. Los salones son la primera manifestaci¨®n de ello. Desde esta ¨¦poca, el intelectual se sit¨²a del lado del poder o en su contra¡±, contesta el escritor v¨ªa correo electr¨®nico desde su oficina en la capital francesa. Entonces, las ¨¦lites europeas hablaban en franc¨¦s y las ideas nac¨ªan, viv¨ªan y mor¨ªan en Par¨ªs. En su top particular, Voltaire, ¡°tan seductor como cuestionable, tan brillante como superficial¡±, ocupa el puesto de primer intelectual de la historia, el primero que ejercer¨¢ sobre la sociedad un magisterio tan completo como el rey sobre el Estado y el primero que har¨¢ de la defensa de los oprimidos un valor indiscutible.
Como pensador que ha le¨ªdo y rele¨ªdo a los intelectuales, Minc decidi¨® atreverse con la corporaci¨®n m¨¢s poderosa de su pa¨ªs para superar la frustraci¨®n que le dej¨® su libro anterior, Una historia de Francia. Durante la redacci¨®n sinti¨® que la vida de las ideas aparec¨ªa al trasluz. ¡°Necesitaba satisfacer el deseo de repasar mis jerarqu¨ªas y de verificar mis simpat¨ªas y antipat¨ªas que han ido cambiando a lo largo del tiempo¡±. De lectura amena, el libro recorre la historia francesa desde la Ilustraci¨®n a nuestros d¨ªas. ?La reflexi¨®n sobre el pasado puede ayudar a alumbrar el presente? ¡°La historia es la mejor disciplina para comprender el presente. No porque ella se?ale una fatalidad o un encadenamiento sino porque es la ciencia social m¨¢s global. Pienso que no hay mejor caja de herramientas, por ejemplo, para explicar el mundo de hoy que la de Braudel. Asimismo, est¨¢ La extra?a derrota, de Marc Bloch, libro escrito en 1940, que sirve perfectamente como un manual para comprender el funcionamiento actual de las ¨¦lites¡±.
Visto desde el presente, el pasado suena apasionante. Una revoluci¨®n, dos guerras mundiales, la adhesi¨®n al comunismo y su rechazo posterior en 1968, tras la invasi¨®n de Praga y el reconocimiento de los campos de trabajo, Minc cree que la historia de los intelectuales franceses est¨¢ marcada por grandes choques: ¡°La Revoluci¨®n y, como reacci¨®n, la contrarrevoluci¨®n; el caso Dreyfus; la relaci¨®n en el siglo XX entre los dos totalitarismos: fascismo y comunismo. Hoy la escena es m¨¢s llana: ya no hay un elemento primordial susceptible de provocar guerras civiles intelectuales¡±.
Cap¨ªtulo aparte merecen en este ensayo las mujeres (George Sand, Flora Tristan y Louise Michel), ¡°aut¨¦nticas revolucionarias¡±, o el caso Dreyfus, en cuyo origen se sit¨²a el nacimiento del t¨¦rmino intelectual. Andr¨¦ Gide emerge como ¡°la figura emblem¨¢tica del pensador comprometido¡± y Sartre como el experto en el balanceo ideol¨®gico: ¡°Cazar en manada siempre es una ventaja. Sin Beauvoir y sin la corte no habr¨ªa podido llevar a cabo semejantes idas y venidas pol¨ªticas con tan m¨ªnimo coste¡±.
Internet crea un gran ba?o democr¨¢tico que anula todas las jerarqu¨ªas, incluyendo a los intelectuales
Chateaubriand, Balzac, Zola, Maupassant, Victor Hugo, Goethe, Kant, Gide, Malraux. ?Qui¨¦nes ocupan hoy la vanguardia de la sociedad? ¡°Ya no existe la figura del intelectual magistral a la antigua usanza. Sartre es el ¨²ltimo de ellos. Bourdieu intent¨® reinventar el papel, pero no ha conseguido m¨¢s que ser un p¨¢lido imitador. Bernard-Henri L¨¦vy se cree un Malraux contempor¨¢neo y ¨¦l llega a mezclar la reflexi¨®n y la acci¨®n con el caso de Libia como punto culminante. Pero su magisterio no puede compararse con el de Sartre y Malraux; no por un fallo suyo sino porque la sociedad ha cambiado. ?Todas las autoridades est¨¢n debilitadas: la pol¨ªtica, la religiosa y tambi¨¦n la intelectual!¡±.
¡ªDurante el Mayo Franc¨¦s los intelectuales dirigieron la movida. ?En un mundo tan dominado por los mercados, los economistas pueden sustituir a los fil¨®sofos?
¡ªLos economistas jam¨¢s ser¨¢n sabios. Ellos son expertos que la opini¨®n p¨²blica quiere abusivamente transformar en profetas. Pero son expertos que carecen de un pensamiento global sobre la sociedad. Hasta Keynes, el m¨¢s grande entre ellos, no se interesa en el funcionamiento de la sociedad. ?l no es capaz, como lo hizo Marx de forma extraordinaria, de volver indisociables la econom¨ªa y la sociedad.
La irrupci¨®n de Internet lo cambia todo. Su tesis es que ya no existe monopolio de la informaci¨®n, ¡°no m¨¢s jerarqu¨ªas, no m¨¢s circuitos privilegiados. En el reino del buzz todo el mundo se mete en los asuntos de los dem¨¢s¡±.
¡ª?En qu¨¦ medida la Red transformar¨¢ el funcionamiento de la esfera intelectual?
Los economistas jam¨¢s ser¨¢n sabios. Son expertos que la opini¨®n p¨²blica quiere abusivamente transformar en profetas
¡ªYa no existe la vanguardia de la sociedad. Internet crea un gran ba?o democr¨¢tico que anula todas las jerarqu¨ªas, incluyendo a los intelectuales. El sistema de poder intelectual ¡ªlibros, cr¨ªticas, debates medi¨¢ticos¡ª est¨¢ atacado por la Red. Nada est¨¢ dado de antemano. Dicho esto, este inmenso espacio tiene un mayor inconveniente: desvalora al experto y al erudito. En la Red, todo vale: la opini¨®n emotiva tanto como el razonamiento deductivo. ?C¨®mo se recrear¨¢n nuevas legitimidades? Nadie lo sabe.
El futuro, vaticina Minc, ser¨¢ de los e-intelectuales. Esa nueva especie emerger¨¢ de este inmenso guirigay, pero es imposible definirlo hoy. ¡°En todo caso, no ser¨¢ el pensador magistral que reflexionar¨¢ como un cl¨¢sico internetizado¡±.
¡ª?Cu¨¢l deber¨ªa ser la hoja de ruta para una nueva Europa en este ciclo hist¨®rico que ahora sin duda comienza?
¡ªEuropa debe estar orgullosa de s¨ª misma. Es el espacio m¨¢s libre del mundo en t¨¦rminos de habeas corpus, de libertades individuales, de derechos humanos. Estados Unidos es mucho m¨¢s restrictivo. Existe un modelo europeo, tanto en t¨¦rminos de derechos como en t¨¦rminos econ¨®micos. ?Acaso hay un modelo m¨¢s equilibrado que la econom¨ªa social de mercado? En cuanto a la construcci¨®n pol¨ªtica, esta avanza a su manera, a pesar de que lo haga con torpeza. ?Habr¨ªa que otorgar el Premio Carlomagno a los mercados! Estos ¨²ltimos nos han obligado, en solo dos a?os, a dar pasos hacia delante que eran inimaginables. ?Y otro premio a los intelectuales por ser los portavoces del milagro europeo!
¡ª?Siente que la crisis de valores actual es, en realidad, la crisis del pensamiento europeo?
¡ªNo existe una crisis del pensamiento europeo. La anulaci¨®n de los sabios es testimonio de una madurez creciente. El intelectual ¡°a la antigua¡± representaba para el pensamiento lo que los reyes representaban para la autoridad: una autoridad superior. Los eruditos se han multiplicado; el nivel cultural ha aumentado. Del mismo modo que los sistemas de poder pol¨ªtico apoyan cada vez menos la autocracia, la sociedad no quiere saber m¨¢s de ¡°t¨®temes intelectuales¡±. De Gaulle ya no es posible pero Sartre tampoco. Es la prueba de que hemos progresado.
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