Sentirnos mejor
"Ese escaparate nunca es representativo de lo mucho que se trabaja en el cine de Hispanoam¨¦rica, ni de sus b¨²squedas".
Todos los a?os hacemos lo mismo. Hurgamos en la lista de nominaciones para encontrar un nombre que nos haga sentir orgullosos como hispanoamericanos. La actriz francesa de origen argentino B¨¦r¨¦nice Bejo... Trueba y Mariscal compitiendo de igual a igual contra los grandes de la animaci¨®n... Demi¨¢n Bichir... Juan Jos¨¦ Campanella... Bardem... I?¨¢rritu... Siempre hay alg¨²n nombre que obra como consuelo.
Pero no deber¨ªa funcionar de esa manera. Porque es inevitable que alg¨²n artista se cuele entre los aspirantes al Oscar, dada la cantidad de talentos que existen y se desarrollan constantemente en el territorio que habla nuestro idioma. Sin embargo ese escaparate nunca es representativo de lo mucho que se trabaja en el cine de Hispanoam¨¦rica, ni de sus b¨²squedas. M¨¢s bien se trata de la excepci¨®n que confirma la regla. Aun cuando 'uno de los nuestros' gane, seguimos a a?os luz de hacer valer la producci¨®n cinematogr¨¢fica en espa?ol como lo que es, por calidad y ambici¨®n art¨ªsticas pero tambi¨¦n por las posibilidades comerciales de sus productos: una de nuestras industrias (potencialmente) m¨¢s ricas.
Otras industrias (la francesa, la china, la india por mentar tan s¨®lo algunas) no se limitan a apoyar los talentos individuales. Tambi¨¦n trabajan denodadamente desde lo pol¨ªtico (la gesti¨®n cultural) y lo econ¨®mico (las formas de subvenci¨®n del producto, que puede ser un bien exportable) para ampliar sus parcelas en el mercado mundial del cine. No se conforman con el arenero del Oscar a la Mejor Pel¨ªcula Extranjera, ni tampoco con imponer a sus actores m¨¢s all¨¢ de sus fronteras. Un film como El artista es bastante m¨¢s que la suma de sus m¨¦ritos cinematogr¨¢ficos. Tambi¨¦n encarna una sagaz maniobra comercial, o si se prefiere, pol¨ªtico-cultural: es un caballo de Troya que, consciente de las normas del juego, encontr¨® la manera de emplearlas en su favor. El gimmick narrativo que le permiti¨® del modo m¨¢s natural saltar la barrera del idioma, sumado a la utilizaci¨®n de ciertas caras ic¨®nicas del cine de USA (John Goodman, sin ir m¨¢s lejos), dio pie a que (contando tambi¨¦n, por cierto, con el conocimiento en materia de marketing del poderoso Harvey Weinstein) El artista se pusiese en condiciones de lograr una haza?a: que una peli francesa se convierta en favorita al Oscar m¨¢s valioso, y que un director de apellido impronunciable compita con Scorsese, Spielberg y Woody Allen.
Aunque no haya llegado a ser seleccionada entre las finalistas, The Flowers of War, ¨²ltima peli del a menudo sublime Zhang Yimou, fue pensada como un intento de ampliar el mercado para los largometrajes chinos. Por algo la producci¨®n del relato basado en un hecho hist¨®rico local (dicho sea de paso: la m¨¢s cara de la historia de esa cinematograf¨ªa, de inevitable subvenci¨®n estatal) eligi¨® como protagonista no a un actor chino, sino al ¨²ltimo Batman: Christian Bale. Consciente de que el cine es en esencia un quehacer industrial, esta gente no tiene pruritos ideol¨®gicos a la hora de concebir modos de exportar su cine a nuevas tierras. Ya hab¨ªan logrado clavar pica en Flandes en 2000, cuando Crouching Tiger Hidden Dragon (una coproducci¨®n con Taiw¨¢n) disput¨® el premio a la Mejor Pel¨ªcula a secas a t¨ªpicos productos de Hollywood como Gladiator y Erin Brockovich. Y sin duda alguna volver¨¢n a lograrlo en el futuro, dado que trabajan para ello.
Pero Hispanoam¨¦rica sigue fiel a sus peores tradiciones a ese respecto. Brilla por sus talentos y por prepotencia de trabajo, y al mismo tiempo malogra oportunidades por su incapacidad de llevar adelante pol¨ªticas coordinadas que se sustenten en el tiempo. Con sus m¨¢s y sus menos, en todos nuestros pa¨ªses pasan cosas similares. Se discute la dimensi¨®n del apoyo estatal. (Y a veces hasta se discute la necesidad del apoyo estatal.) Una vez establecida la cifra, se batalla por obtener tajada. Buena parte del esfuerzo se va en la b¨²squeda de un r¨¦dito inmediato, desprovisto de visi¨®n, y en la preservaci¨®n de privilegios adquiridos. Y mientras el gallinero se disputa el grano las pol¨ªticas (de Estado, pero tambi¨¦n regionales) deslumbran por su ausencia, dado que nadie quiere asumir el riesgo de sacudir el status quo. ?Cu¨¢nta gente piensa que Espa?a no tiene m¨¢s industria pr¨®spera que el turismo? A esa gente yo le dir¨ªa: tambi¨¦n est¨¢n el cine y la TV, que bien manejados podr¨ªan convertirse en bienes codiciados internacionalmente, a partir de la creaci¨®n de una demanda constante. No s¨®lo jam¨®n jam¨®n: tambi¨¦n pelis y m¨¢s pelis.
Si bien es cierto que Am¨¦rica Latina vive una ¨¦poca dorada en t¨¦rminos sociales y econ¨®micos, todav¨ªa est¨¢ en deuda con sus pol¨ªticas culturales. Es de desear que la comuni¨®n que nuestros l¨ªderes exhiben en muchas ¨¢reas se traslade tambi¨¦n a la creaci¨®n de contenidos, que es una de las pocas industrias con perspectiva de crecimiento en este mundo cada vez m¨¢s hipercomunicado. El d¨ªa que cale la idea de que la(s) cultura(s) de Am¨¦rica Latina producen no s¨®lo expresiones invalorables de nuestra esencia, sino tambi¨¦n bienes tan deseables como la carne, el caf¨¦ y el petr¨®leo, empezaremos a recuperar el tiempo perdido. Y entonces ya no necesitaremos consultar las nominaciones al Oscar para sentirnos mejor. Porque simplemente lo estaremos, lo perciba Hollywood o no.
Marcelo Figueras es escritor y guionista
Babelia
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