Gesto
Los encuentros entre terroristas arrepentidos y v¨ªctimas de ETA saltan de tanto en tanto a la prensa y a la televisi¨®n. Lo ¨²lyimo, el documental que emiti¨® el domingo TV3, 'El perd¨®n'
Hay silencio espeso en torno a lo que est¨¢ sucediendo en las profundidades del final de ETA. La sociedad espa?ola, casi siempre tratada con paternalismo y tutela, necesita enfrentarse a la complejidad. Los encuentros entre terroristas arrepentidos y v¨ªctimas de ETA saltan de tanto en tanto a la prensa, por una rendija que abri¨® el documental Al final del t¨²nel de Eterio Ortega y El¨ªas Querejeta. El domingo, el programa de TV3, 30 minuts, emiti¨® bajo el t¨ªtulo de El perd¨®n un cruce de dos testimonios sobre esta circunstancia, que se sumaba al reportaje de este peri¨®dico sobre el encuentro entre Emiliano Revilla y Urrusolo Sistiaga.
La emisi¨®n permiti¨®, con limpieza y sin afanes conclusivos, acercarse a la experiencia de dos de los participantes. I?aki Garc¨ªa Arrizabalaga, cuyo padre fue secuestrado y asesinado por ETA, contaba con transparencia que al aceptar encontrarse con un antiguo miembro de la banda, le perturbaba estar cometiendo una traici¨®n. "?Estar¨¦ faltando a la memoria de mi padre?", lleg¨® incluso a cuestionarse. Pero tambi¨¦n expresaba una sensaci¨®n propia, la de haber superado el odio y el deseo de venganza que impregnaba su vida tras el asesinato y que, seg¨²n ¨¦l, le estaban destruyendo poco a poco.
Entre los terroristas, y ha pasado en situaciones similares en otros pa¨ªses, se extiende tras abandonar las armas una certeza de desperdicio e inutilidad. Decencia que se adquiere cuando has vencido la obligaci¨®n de deshumanizar al otro, de despojarlo de individualidad. El testimonio de I?aki Rekarte recorr¨ªa desde reclutarse tras las torturas a su padre en Intxaurrondo hasta las amenazas de otro preso de la banda que le reprochaba su arrepentimiento. La idea de traici¨®n planea pues sobre todos los implicados y despejarles esa duda ser¨ªa nuestro m¨¢s ¨²til esfuerzo.
En medio, la labor mediadora de Txema Urkijo desde la oficina de victimas del terrorismo del gobierno vasco. No es un esfuerzo que haya logrado la bendici¨®n mayoritaria, se han producido once encuentros y tan solo cuatro entre antagonistas directos. Pero al menos ellos parecen satisfechos del gesto mutuo, que no persigue la impunidad ni el olvido, sino algo m¨¢s ¨ªntimo y particular, pero quiz¨¢ muy productivo para todos los dem¨¢s.
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