Agua lleva
Cuando cre¨ªamos que el referendo popular sobre la privatizaci¨®n del agua en Madrid iba a pasar desapercibido, entre el cansancio de unos ante tantas causas perdidas y el desprecio de los que ignoran todo consenso, vino la desmesura period¨ªstica a salvar el asunto. Como siempre el encono por aplastar al opuesto refuerza sus argumentos. Algo sucio tienen que estar tramando para echar tanta madera al fuego. Acusar a uno de los promotores del referendo de ser un terrateniente ven¨ªa a sonar como esa foto de denuncia de unos sindicalistas tom¨¢ndose unas ca?as.
Un terrateniente detr¨¢s de la protesta contra la privatizaci¨®n del agua llevaba el conflicto al territorio turbio de los naranjales y la pol¨ªtica de riegos, que sirvi¨® de fondo a Chinatown, la pel¨ªcula sobre la impunidad del mal que Polanski rod¨® en Los ?ngeles. Al parecer el terrateniente ten¨ªa unas hect¨¢reas heredadas y a lo que se dedicaba, en realidad, era a la proscrita tarea de profesor de instituto. Pero enfangar a todos en esa pol¨¦mica es ya un ¨¦xito de quienes la provocan. Lo interesante es apreciar la rigurosa exigencia medi¨¢tica contra cualquiera que se posicione contra el poder. No se investiga con lupa el proceso de privatizaci¨®n, sino la vida personal y las rentas de quienes plantean que esta sea una decisi¨®n colectiva, que haya un m¨ªnimo rigor tras la glotoner¨ªa de la privatizaci¨®n.
La b¨²squeda constante de las contradicciones de una persona progresista son habituales. Se reprocha a cualquiera que se signifique si tiene ¨¦xito profesional, si tiene dinero ahorrado o una casa con vistas. Con lo f¨¢cil que es, si alguien quiere buscar contradicciones de verdad, que se d¨¦ un paseo por el estado Vaticano, alzado sobre las virtudes de la pobreza. No esconde nada reprobable ser rentista y estar preocupado por los pensionistas sin recursos, ni tampoco ser empresario y preocuparse por las condiciones laborales de los trabajadores, ni ser padre de familia numerosa y estar a favor del derecho al aborto. Ser reaccionario no tendr¨ªa que ser una obligaci¨®n para la gente con dinero. Tampoco para un periodista tendr¨ªa que ser lo fundamental desprestigiar a quien se opone a tus ideas. En esta democracia de parvulario queremos hacer florecer la tolerancia. Habr¨¢ que perseverar.
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