Monopolio
?Es el ministro Gallard¨®n m¨¢s de derechas que el alcalde Gallard¨®n? Esta pregunta, formulada de manera transparente al propio protagonista por una periodista de este peri¨®dico, se corresponde con una duda cierta que planea por la calle. El mito de Jeckyll y Hyde nos mostr¨® que toda acci¨®n obedece a dos impulsos. Gallard¨®n, en su corta andadura como ministro de Justicia, parece m¨¢s bien el tenaz pastor que interpretaba Robert Mitchum en La noche del cazador. El personaje inmortal interpretaba los dos polos escenificando la lucha entre los dedos de cada mano. En una estaba escrita la palabra Amor, en la otra, Odio.
La respuesta de Gallard¨®n convoc¨® el discurso t¨®pico de que la izquierda se considera due?a del monopolio de lo progresista. Esta frase, por muy repetida y jaleada que sea, es falsa. La izquierda est¨¢ deseando que el progresismo lo ejerza la banca, la iglesia, el profesorado y si hace falta hasta los utilleros de f¨²tbol. Como se demuestra en la din¨¢mica pol¨ªtica occidental, la izquierda est¨¢ dispuesta a diluirse y desaparecer si los dem¨¢s se apropian del discurso de convivencia, protecci¨®n y progreso social. Ahora bien, lo injusto es reclamarle a la izquierda que se quede en silencio cuando ve pisoteados los avances del estado del bienestar, los derechos trabajosamente conquistados y sometidos a tutelas religiosas los comportamientos ¨ªntimos.
A Gallard¨®n hay que agradecerle que con sus declaraciones sobre el aborto, seguramente aventadas para relajar la presi¨®n por las reformas econ¨®micas, haya se?alado la intensa relaci¨®n entre la calamidad econ¨®mica y la libertad personal. Las injusticias laborales son violencia estructural, tanto en la cuesti¨®n del aborto, esa s¨ª mencionada, como en la de la educaci¨®n, la igualdad, el progreso cultural y las expectativas de futuro, estas otras silenciadas. La perpetuaci¨®n del agravio social, la distancia entre ricos y pobres nos devuelve a los tiempos, no tan lejanos en Espa?a, donde la pobreza solo era paliada por la fe y los dogmas de trascendencia. El primer reto de la pol¨ªtica es lograr condiciones de vida justas aqu¨ª y ahora, todo lo dem¨¢s es pintar de moralina la inoperancia. De Gallard¨®n no importa la pelea entre mano derecha e izquierda, sino el intento de coser, con puntada fina, nuestra justicia a su moral.
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