Rufus Wainwright, 'Prima Donna'
El m¨²sico neoyorkino ha estrenado en Nueva York su ¨®pera 'Prima Donna' Maria Callas inspir¨® a Wainright para construir al personaje de la protagonista
A los seis a?os ya estudiaba piano. Su biograf¨ªa dice que cuando sali¨® del armario en plena adolescencia encontr¨® refugi¨® en la ¨®pera. Tiempo despu¨¦s se lo agradeci¨® en el disco Release the Stars y en el ¨²ltimo, Songs for Lulu, adapt¨® sonetos de Shakespeare. Conociendo por encima a Rufus Wainwright y a su teatral personaje, que parecen ser lo mismo, lo de mutarse en un Puccini moderno era s¨®lo cuesti¨®n de tiempo.
Y la hora lleg¨® el 19 de febrero con el estreno norteamericano de su montaje Prima Donna tras su paso por Manchester, Londres y Toronto. El sitio elegido fue finalmente la Howard Gilman Opera House de Brooklyn, en Nueva York. Lo de ¡°finalmente¡± viene porque el escenario previsto era la insigne Metropolitan Opera, el templo, pero el hecho de que el libretto de Prima Donna se escribiera en franc¨¦s m¨¢s la negativa del propio Rufus a traducirla al ingl¨¦s, truncaron los fastos. Seg¨²n la cr¨ªtica del New York Times, una excentricidad. Discutible. No tanto como lo de programar la premiere un domingo al mediod¨ªa y presentarse con un estrafalario modelito de Vivienne Westwood coronado con un gorro de torero.
Trailer de Prima Donna.
La primera de las cuatro fechas colg¨® el cartel de no hay entradas. El p¨²blico asistente, una mezcla de aficionados al g¨¦nero, seguidores ac¨¦rrimos del artista y famoseo excepcionalmente reunido para la ocasi¨®n como Anjelica Houston, Lou Reed, Susan Sarandon, Antony Hegarty, Yoko Ono y compa?¨ªa. Con el mismo tipo de asistentes pero sin rastro de celebrities, al menos que uno detectara, llegamos al d¨ªa de la ¨²ltima representaci¨®n. E igualmente, con el recinto hasta los topes a pesar de que las cr¨ªticas despedazaran Prima Donna, como la del mismo New York Times, que la calificaba como ¡°chic y sin sentido¡±. ¡°Me ha sorprendido ver a tanta gente joven, y sobretodo, a tanto p¨²blico gay¡± comenta Dylan, un cantante de opera cuarent¨®n, hoy espectador, escrutando a su alrededor tras finalizar la funci¨®n. ¡°Me gusta c¨®mo escribe Rufus, su sentido de la melod¨ªa, tiene mucho sentimiento. Pero en general, la orquestaci¨®n no es muy apropiada ni casa muy bien con determinados momentos de la obra. Peor a¨²n es el papel de la protagonista. Muchos de sus pensamientos quedan escondidos, no explican el porqu¨¦ ni ayudan a profundizar en la historia, algo que nunca pasa en ¨®pera. Pero bueno, creo que debe seguir intent¨¢ndolo¡±.
?Qui¨¦n es la protagonista? R¨¦gine Saint Laurent, una soprano veterana interpretada por la emergente Melody Moore, lleva a?os retirada de los escenarios. Aturdida por la fama y por el miedo al fracaso, debate si volver a ¨¦stos sumida en un mar de dudas con p¨¦rdida de voz inclu¨ªda encerrada en su apartamento. Seg¨²n explica su autor en la revista Papermag, la inspiraci¨®n le vino despu¨¦s de ver una serie de estremecedoras entrevistas a Maria Callas, en la que se dio cuenta que no exist¨ªa una ¨®pera sobre una cantante de ¨®pera y sus conflictos interiores, que hiciera foco en el arquetipo de la diva. Una forma de saldar una deuda en, seg¨²n sus propias palabras, ¡°una gran carta de amor a este g¨¦nero musical. No se trata de una estrella del rock o de esa escena en concreto, se trata del conjunto y las grandes ideas que han sido transportadas a trav¨¦s del milenio. Si vas a ver a Monteverdi, es incre¨ªble lo actual y fresco que sigue siendo quinientos a?os despu¨¦s¡±.
La inspiraci¨®n le vino despu¨¦s de ver una serie de entrevistas a Maria Callas, en la que se dio cuenta que no existia una ¨®pera sobre una cantante de ¨®pera.
Elucubraciones aparte, Prima Donna, dos horas y media ambientadas en el Paris de los setenta, es una historia con muchas pretensiones y a¨²n m¨¢s puntos suspensivos. Corey, que ha invitado a su novia, fan enfermiza de Rufus Wainwright, refunfu?a: ¡°La trama est¨¢ mal ejecutada. Se vuelve bizarro de repente, sin venir a cuento. Plantea algo y lo deja en el aire, sin dar respuesta. Y luego, cambia de tema¡±. Adrian, al lado, se suma a su pareja. ¡° Sobretodo el segundo acto, me ha parecido un poco embarazoso. ?l tiene esa obsesi¨®n tan intensa con el drama, las mujeres,¡todo ¨¦sto ya lo sab¨ªamos, me hubiera gustado algo m¨¢s diferente¡±. Pero para gustos, colores. El imponente hall de la Howard Gilman House, edificio neocl¨¢sico del 1908 al estilo Beaux Arts, esta ya casi vac¨ªo. Junto a una de sus m¨²ltiples entradas permanecen Amanda, Dean y Samantha, esperando en vano la salida de su ¨ªdolo. ¡°Nosotros no vamos a la ¨®pera, s¨®lo vinimos por Rufus¡±, puntualiza la primera. ¡°No es Carmen de Bizet, pero creo que ha hecho un trabajo soberbio, estoy muy orgullosa de ¨¦l¡±. La ¨²ltima entra en detalles. ¡°En determinados momentos, he detectado su forma de escribir, su humor. Y pasajes de la vida de su madre. Y bueno, lo de la escena final, con lo de los fuegos artificiales, ha sido tan bonito¡para m¨ª, misi¨®n cumplida¡±.
El tel¨®n se baja hasta nuevo aviso. El hiperactivo Rufus Wainwright anda de vuelta con su cabeza en el pop y con un ¨¢lbum producido por Mark Ronson (el mismo de Amy Winehouse, entre otros) previsto para esta primavera. Aunque como revela m¨ªnimamente en la misma entrevista de Papermag, prepara ya una segunda ¨®pera ambientada en el Imperio Romano. A pesar de la p¨¦sima acogida de su debut entre la cr¨ªtica especializada y de la dificultad que reconoce en todo el proceso. ¡°Es tremendamente m¨¢s dif¨ªcil que componer uno de mis discos. Pero cuando la oyes, tambi¨¦n es cien veces m¨¢s emocionante. Los riesgos son mucho mayores, sobretodo si consideras que hay que manejar una orquesta entera. Es como un juego de ruleta rusa. Definitivamente, la ¨®pera no es para cobardes¡±.
Es una historia con muchas pretensiones y a¨²n m¨¢s puntos suspensivos.
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