Perdices para todos
Final feliz para el ¨²ltimo montaje de La Cubana. Campanades de boda es un aut¨¦ntico bodorrio por todo lo alto. No esper¨¢bamos menos de una compa?¨ªa dada al exceso y de una ocasi¨®n, como es una boda, que se presta alegremente a ello. Perdices, pues, supuestamente para todos, y en escena confeti, pamelas y tocados varios para cada espectador. Y es que el novio es indio, de la India, aunque haga el indio como todos, pero el caso es que en su pa¨ªs es todo muy abigarrado y en cambio aqu¨ª somos m¨¢s bien sosos en cuanto a vestuario se refiere. As¨ª es que no se preocupen por la etiqueta de la indumentaria porque all¨ª mismo se encargan de engalanarles. Los espectadores son, claro est¨¢, los invitados. Pero solo por parte de la novia, porque los del novio est¨¢n en su pa¨ªs. El oficio, que solo puede ser civil pese a la insistencia de t¨ªa Consuelo, la ¨²nica cat¨®lica apost¨®lica romana de la familia, se celebra por videoconferencia. Como suena. Y eso implica novios suplentes y las pamelas que les comentaba para compensar la cuesti¨®n del color.
La Cubana ha tirado la casa por la ventana en este espect¨¢culo, que, como indicaba su director, Jordi Mil¨¢n, durante su presentaci¨®n, bien podr¨ªa ser el ¨²ltimo de la compa?¨ªa. Alegr¨ªa, alegr¨ªa, al mal tiempo buena cara y antes muertos que sencillos. Taquilleras con vestidos de novia, al menos la noche del estreno; el teatro entero cubierto de flores (la familia de la novia tiene una florister¨ªa), e incluso la tuna, cuya aparici¨®n fue de lo m¨¢s celebrados.
La trama es simple: chico indio actor de Bollywood conoce a chica catalana hija y nieta de floristas; saltan las chispas y pasado un tiempo la familia de ella insiste en que se casen; la nena es ¡°del morro fort¡±, o sea, terca, y no quiere, pero acaba aceptando y dej¨¢ndose llevar por su madre, Hortensia (estupenda Annabel Totusaus: ?cualquiera le lleva la contraria!) y por la hermana de esta, la t¨ªa Margarita (buen contrapunto el de Mont Plans), que son las que tienen la sart¨¦n por el mango y a toda la familia bajo control. A?adan al padre de la novia, la novia de este ¡ªuna francesa borrachuza¡ª, el hermano gay de la novia, el novio de este, su otro hermano sumiso y ¡°enchochao¡± de una brasile?a, empleados varios, y pongan de vez en cuando a t¨ªa Consuelo soltando alguna de las suyas en un rinc¨®n cuando se refiere a los catalanes (¡°no, si tendr¨¢n raz¨®n los de Intereconom¨ªa...¡±). Y p¨®nganse ustedes en contexto, el de la histeria propia de los preparativos de un evento semejante, en el que siempre hay imprevistos: que si falla el concejal que ten¨ªa que oficiar el asunto, que si el palacete de la recepci¨®n queda peque?o con los invitados de ¨²ltima hora, que si a la ni?a no le gusta el vestido que mam¨¢ ha escogido para ella. En manos de La Cubana, el c¨®ctel es explosivo y con muchas burbujas. Siguen en su l¨ªnea de siempre, controlan el ritmo y el exceso, si eso no es una contradicci¨®n, y arrastran a todos a su terreno, el de la risa sana.
Direcci¨®n: Jordi Mil¨¢n. M¨²sica: Juan Vives. Con Mont Plans, Jaume Baucis, Xavi Tena, Toni Torres, Mar¨ªa Garrido, Meritxell Dur¨®, Annabel Totusaus, Babeth Ripoll, Bernat Cot, Montse Amat, Oriol Bur¨¦s. Teatro T¨ªvoli. Barcelona, 14 de marzo.
Babelia
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