La naturaleza del mal
El filme, una alegor¨ªa de la estupidez de ciertas familias, demuestra que Ramsay es una directora superdotada

Ante una pel¨ªcula como Tenemos que hablar de Kevin, tercer largometraje de la escocesa Lynn Ramsay, tras las provocadoras Ramcatcher y Morvern callar, ambas in¨¦ditas en los cines espa?oles, y basada en una novela de Lionel Shriver, se pueden perge?ar tres tipos de comentarios cr¨ªticos:
1) Ramsay demuestra que es una directora superdotada en el manejo de los recursos formales y en la creaci¨®n de estados ¨¢nimo en el espectador a trav¨¦s de extraordinarios juegos de montaje, sonido y m¨²sica: un simple plano detalle en el momento justo puede trastocar el tono de una secuencia; un inserto, convertir en terrible lo que parec¨ªa amable, y en amable lo que parec¨ªa terrible; la supresi¨®n del sonido ambiente, en un ensordecedor y parad¨®jico ruido; la introducci¨®n de una canci¨®n aparentemente feliz, en un terrible contraste de modulaciones emocionales (Everyday, de Buddy Holly, nunca son¨® tan repulsiva). La prosa de Ramsay es un magn¨ªfico compendio de las posibilidades narrativas del cine, esas que se alejan de la convencional estructura aristot¨¦lica con un planteamiento, un nudo y un desenlace.
2) Tenemos que hablar de Kevin es una alegor¨ªa de la estupidez de buena parte de las familias contempor¨¢neas, ese lugar donde los padres m¨¢s preparados intelectualmente pueden llegar a ser aut¨¦nticos tullidos emocionales, donde las excesivas expectativas respecto de los hijos suelen transformarse en reveladoras inseguridades en los cr¨ªos. La pel¨ªcula, alejada del realismo, reflexiona sobre lo que puede haber detr¨¢s de determinados criminales y elucubra, por medio de met¨¢foras y analog¨ªas, sobre algo tan et¨¦reo como la naturaleza del mal como concepto general (?nace o se hace?), y sobre su progresivo desarrollo en la personalidad de un ser humano, desde que es beb¨¦ hasta que es rescatado por la sociedad para su (intento de) curaci¨®n y/o para su punici¨®n.
3) Puesto que el tono dram¨¢tico de la pel¨ªcula no es el de los juegos con el inconsciente ni el del onirismo, sino el de la conciencia plena respecto de lo que se est¨¢ contando, Tenemos que hablar de Kevin es un relato presuntamente realista que en realidad est¨¢ alejado de cualquier verosimilitud, donde todo lo que ocurre no tiene el menor sentido (??c¨®mo va a tener otro hijo esa mujer?!). Lo que hay en ella es psicologismo de barraca de feria alrededor de la educaci¨®n y de la maldad, adem¨¢s de, algo imperdonable en la escritura, un inconcebible maltrato de personaje: el de la madre, que m¨¢s que hundirse por los actos de una sociedad enferma, es masacrada por unos creadores despiadados, los de la pel¨ªcula, que no parecen saber lo que es la maternidad ni por el forro, y a los que como m¨ªnimo se les podr¨ªa calificar de personas despreciables.
Ahora vayan al cine y elijan una de las tres opciones anteriores, o incluso dos de ellas, pues no son excluyentes. Este cr¨ªtico se apunta a la 1) y a la 3).
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