Muti dirige su primera ¨®pera en el foso del Real
El director italiano desembarca con ¡®I due Figaro¡¯, de Mercadante, una ¨®pera hispano napolitana
Ha llegado a ese punto tal de sabidur¨ªa en el que cree que la gloria no lo es todo. Cuando a Riccardo Muti (Napol¨¦s, 1941) le preguntaron al terminar sus 20 a?os al frente de la orquesta de Filadelfia si hab¨ªa merecido la pena contest¨®: ¡°Puede, pero en todo este tiempo no he podido ver un solo gato por la calle¡±. Para quien desconf¨ªa de aquellos pa¨ªses donde no se cultivan los olivos, para quien se ha creado en un ambiente natural y medio salvaje del sur mediterr¨¢neo, no hay cuota de poder ¨Cy Muti a llegado a las m¨¢ximas en la direcci¨®n musical- que merezca mucho m¨¢s la pena que no ver crecer a tus hijos.
Lo sabe bien, y lo sabe ahora, que disfruta de la m¨²sica que hace desde una posici¨®n de completo privilegio. De hecho ha llegado a Madrid para presentar en el Teatro Real su proyecto de recuperaci¨®n del legado oper¨ªstico hispano napolitano con I due Figaro, de Mercadante, una ¨®pera que descubri¨® en la capital de Espa?a, donde fue estrenada hace 177 a?os y que presenta ahora en ese mismo lugar con montaje de Emilio Sagi y su Orquesta Juvenil Luigi Cherubini.
El Riccardo Muti de hoy no tiene nada que ver con aquel que tantos han pintado en su etapa de responsable de La Scala de Mil¨¢n. Aquel Muti resultaba arrogante, altivo, desafiante. El Muti de hoy es dicharachero y anda sereno. El Muti de hoy es un cachondo que se toma poco en serio su sombra y graba v¨ªdeos desternillantes sobre su oficio que se siguen a millones en Youtube. Se r¨ªe de s¨ª mismo pero se toma muy a pecho varios aspectos, como el de la cultura: ¡°Los Gobiernos, en tiempos de crisis, cuando deben cuadrar las cuentas, a lo primero que golpean es a la cultura y eso es un grave error. ?Por qu¨¦ Espa?a e Italia son conocidas en todo el mundo? Por su m¨²sica, su arte, su literatura, sus museos, su patrimonio, la identidad europea est¨¢ en peligro por culpa de esto, es un error grav¨ªsimo¡±.
Los napolitanos y los espa?oles somos almas gemelas Riccardo Muti
La m¨²sica le ha dado mucho, pero tambi¨¦n le ha arrebatado el placer de no contemplar, como dice ¨¦l, ¡°el cambio de los colores en el campo¡±. Ahora, como el heredero de Karajan en Salzburgo, tiene m¨¢s tiempo de observarlo en verano, cuando pasa varias semanas en la ciudad que vio nacer a Mozart. Se ha curtido en muchas batallas, ha dirigido en todos los templos mundiales, pero ¨¦l sigue sinti¨¦ndose un outsider, el ni?o, el muchacho, que estudiaba por la ma?ana y por la tarde aprend¨ªa m¨²sica, el chaval a quien su padre, un m¨¦dico con ¨ªnfulas de tenor, siempre le exig¨ªa el m¨¢ximo y tem¨ªa no complacerle.
¡°Nunca siento que lo hago bien, cuando dirig¨ª por primera vez Cavaleria rusticana, una ¨®pera del sur, una ¨®pera que muchos ven dura, donde corre la sangre, yo me empe?¨¦ en sacar de ella el aspecto delicado de nuestra gente, que tambi¨¦n lo tiene. Mi padre, mientras dirig¨ªa, con mi mujer al lado, no paraba de decir: ¡®No es as¨ª, no es as¨ª¡±.
Tambi¨¦n, el Muti de hoy, el que triunfa en Salzburgo, el que sac¨® los colores en p¨²blico a Berlusconi con un discurso antes de acometer un bis del Va pensiero verdiano porque ante el p¨²blico goza de toda la autoridad moral, es aquel ni?o que paseaba por la biblioteca del conservatorio de N¨¢poles y observaba todas las partituras ocultas que ahora quiere recuperar.
¡°La ¨®pera napolitana fue fundamental. Cuando Mozart viaj¨® a Italia. Su destino no fue Mil¨¢n, ni Bolonia, ni Venecia, sino N¨¢poles, donde verdaderamente quer¨ªa que reconocieran su genio¡±, asegura Muti. All¨ª, en el siglo XVIII, la escuela napolitana dio al mundo los mejores compositores del g¨¦nero, de Paisiello a Pergolesi o Mercadante, los mejores cantantes como los castrati Farinelli o Cafarelli ¨C¡°rivales y contempor¨¢neos¡±- y un teatro como el San Carlo, ¡°construido en solo 3 meses, el m¨¢s bello del mundo¡±, para Muti, que se llam¨® as¨ª por Carlos III de Borb¨®n, N¨¢poles y las dos Sicilias.
Un lugar crucial para la ¨®pera, donde estrenaban Cimarrosa, Hasse, Mercadante, donde Rossini fue director musical y Donizetti, a quien por su fervor creativo llegaron a llamar en su ¨¦poca Docinetti, estren¨® t¨ªtulos fundamentales. La ¨®pera que un tiempo se hizo all¨ª y los napolitanos que crearon en Espa?a portaron al mundo un g¨¦nero que era tan napolitano como espa?ol. ¡°Por eso era crucial estrenar I due Figaro en Madrid¡±, asegura Muti. No s¨®lo porque de hecho se vio aqu¨ª por primera vez, sino porque es un t¨ªtulo tan importante para su autor que guardaba dos copias, una de ellas viajaba con ¨¦l a todas partes. Se trata, seg¨²n Muti y tambi¨¦n seg¨²n Sagi, ¡°de una obra c¨ªnica, un tanto nihilista, que nos presenta a un Mercadante bromista y alejado de la imagen dram¨¢tica que ha proyectado para la posteridad¡±. Un t¨ªtulo que ser¨¢ el primero de una relaci¨®n que durar¨¢. ¡°No ser¨¢ lo ¨²nico que hagamos en Madrid¡±, comenta Muti. Aunque, ayer mismo se preguntaba: ¡°?Qui¨¦n puede leer el futuro?¡±. Y es que aquel Muti de antes y el de ahora, el aut¨¦nticamente verdiano y del sur, lo que siempre ha sido es un tanto fatalista, con perd¨®n.
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