Escribir para entender
De las muchas entrevistas que se le han hecho al escritor argentino Leopoldo Brizuela, hay una en la que abunda en la idea de la comprensi¨®n. Dice el autor que no se trata tanto de escribir sobre lo que se entiende como de escribir para entender. Leopoldo Brizuela (La Plata, 1963) escribe para entender por qu¨¦ el mundo es como es. La apretada noche en la que se condensa la extensa trama de su ¨²ltima novela Lisboa. un melodrama (Alianza, 2011), es la met¨¢fora de ese empe?o casi imposible. En esta misma l¨ªnea habr¨ªa que situar otro concepto que Brizuela maneja en su literatura: un concepto que rescata del escritor brit¨¢nico John Berger. Me refiero al de poner todos los procedimientos narrativos, todos los g¨¦neros literarios disponibles para confrontarlos con ese gran territorio de la historia que desconocemos. La historia con may¨²scula genera silencios m¨¢s de las veces imposibles de asumir. Por ello la ficci¨®n se ofrece con su bater¨ªa de estrategias a salvarnos de ese trauma mental y social en que se convierte no saber y no entender.
Brizuela ha escrito novelas, relatos y libros sobre el arte de la escritura y libros de poemas, adem¨¢s de dirigir talleres literarios. Inglaterra. Una f¨¢bula (1999), la citada Lisboa. Un melodrama (Alianza, 2011), la nouvelle El placer de la cautiva (2001) y el libro de cuentos Los que llegamos m¨¢s lejos (2010), entre otros. Su labor como profesor de escritura subraya el papel preponderante que juega en sus libros el cuidado de la frase. No se trata de cultivar la belleza t¨ªmbrica de las palabras, se trata de que ¨¦stas presten su significado a esa b¨²squeda incesante de lo ocurrido. La responsabilidad que carga Brizuela sobre su oficio lo acerca a una especie de investigador de verdades escondidas. De ah¨ª su admiraci¨®n por autores como Pablo De Santis o Marcelo Birmajer. La novela es el puente entre lo que se nos ha dicho y lo que se nos ha escondido. Entre una circunstancia y otra, ambas igualmente dolorosas, hay casi un insalvable silencio que la novela debe corregir o llenar. Esa es la tarea ¨¦tica y est¨¦tica que se ha propuesto Leopoldo Brizuela llevar a cabo. No es menor el papel de la imaginaci¨®n en sus libros. No hay m¨¢s que leer sus novelas Inglaterra. Una f¨¢bula y Lisboa. Un melodrama, para comprender el alcance de la imaginaci¨®n cuando su objetivo es sustantivamente poner en contacto directo la oscura historia de los hombres con la ficci¨®n. F¨¢bulas, melodramas, impecables masas sonoras disimuladas detr¨¢s de tramas complejas, cadencias de fados y tangos, juegos de elipsis, tiempos y espacios condensados en unas pocas horas, como esa encendida noche lisboeta en los ojos del c¨®nsul Eduardo Cantilo y tantos otros personajes de su ¨²ltima novela, intentando desentra?ar un secreto esencial. Los mecanismos m¨¢s genuinos (y m¨¢s genuinamente decimon¨®nicos) de la narratividad m¨¢s pura en la obra de Leopoldo Brizuela, est¨¢n empleados nada m¨¢s que para entender lo que tiene de ininteligible la historia que nos relataron.
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