Memorias de mi mam¨¢ monstruo
La escritora Jeanette Winterson fue adoptada por integristas evang¨¦licos Su autobiograf¨ªa relata su descenso a los infiernos mientras rastreaba su origen
Al principio de la vida de la escritora Jeanette Winterson (Manchester, 1959) hab¨ªa un gran signo de interrogaci¨®n. Se zaf¨® de ¨¦l durante d¨¦cadas. Ten¨ªa otras urgencias: sobrevivir a una infancia de maltrato, a la calle a partir de los 16 a?os, al exclusivismo de Oxford, al ¨¦xito precoz. Sobrevivir era lo acuciante. Un d¨ªa, cuando ya no urg¨ªa lo extraordinario ¡ªera una escritora prestigiosa y de reconocido talento, ten¨ªa amigos y dinero y, bueno, s¨ª, un amor que se iba¡ª, la inc¨®gnita del principio exhibi¨® las fauces. La aguerrida Winterson, que se hab¨ªa crecido a cada adversidad, se derrumb¨® ante el fantasma del pasado como un azucarillo humedecido. ¡°Hay cosas en nuestras vidas que no podemos o queremos afrontar. Si triunfas puedes evitar algunos problemas¡ est¨¢s demasiado ocupada, no tienes tiempo. Pero si algo es demasiado grande empujar¨¢ y presionar¨¢ hasta irrumpir. El detonante puede ser externo ¡ªen mi caso fue la p¨¦rdida de una relaci¨®n y el descubrimiento de los papeles de mi adopci¨®n¡ª pero aunque est¨¦ fuera, el trauma es interno y saltar¨¢ y lo infectar¨¢ todo¡±, cuenta en una entrevista por correo electr¨®nico.
Todo lo ocurrido, incluido su ascenso a la gloria y el descenso a los infiernos, se envuelve en su libro de memorias, ?Por qu¨¦ ser feliz cuando puedes ser normal? (Lumen), con el celof¨¢n del humor, que disfraza su vida dickensiana de digerible aventura literaria. Winterson ha escrito su autobiograf¨ªa como la m¨¢s subyugante de sus novelas (y son muchas: La pasi¨®n, Escrito en el cuerpo, La ni?a del faro...). ¡°Los ni?os adoptados nos autoinventamos porque no tenemos otra salida¡±, reflexiona en el libro.
Jeanette Winterson fue adoptada a las seis semanas de nacer por un matrimonio de evang¨¦licos pentecostales, integristas y pobres. Su padre era una figura cortocircuitada por su esposa, la se?ora Winterson, una extravagante depresiva obsesionada con el Apocalipsis, que guardaba un rev¨®lver en un caj¨®n de trapos, cocinaba tartas cada noche para eludir el sexo conyugal y ten¨ªa dos dentaduras ¡ªuna mate y otra perlada¡ª que intercambiaba seg¨²n las ocasiones. Los libros, excepto la Biblia, estaban prohibidos. ¡°El problema con un libro es que nunca sabes qu¨¦ contiene hasta que es demasiado tarde¡±, advert¨ªa a su hija.
Su madre despotricaba ante conocidos: ¡°Esta ni?a es una ofensa para el cielo, para los muertos, para la naturaleza¡±. Repet¨ªa a todas horas que se hab¨ªa equivocado de cuna al elegir beb¨¦. La peque?a se convirti¨® en un ser raro y solitario. ¡°Nunca cre¨ª que mis padres me quisieran. Yo intent¨¦ quererlos pero no funcion¨®¡±, concluye en sus memorias. Le pegaban, la obligaban a dormir a la intemperie ¡ªjam¨¢s tuvo llaves de su casa¡ª y la adoctrinaban en su fundamentalismo pentecostal. ¡°Mi madre, la se?ora Winterson, no amaba la vida. No cre¨ªa que nada pudiera hacerla mejor. Una vez me dijo que el universo es un cubo de basura c¨®smica, y despu¨¦s de pens¨¢rmelo un poco, le pregunt¨¦ si el cubo ten¨ªa la tapa puesta o no.
La se?ora W ten¨ªa un rev¨®lver en un caj¨®n de trapos y hac¨ªa tartas cada noche para eludir el sexo conyugal
¡ªPuesta-dijo-. Nadie se escapa¡±.
Los libros, excepto la Biblia, estaban prohibidos. "Nunca sabes que contiene hasta que es tarde".
Hizo que Jeanette almacenase rencor ¡ª¡°podr¨ªa llenar con ¨¦l una casa¡±¡ª y furia contra todo. Pero suscit¨® algo bueno: la prohibici¨®n azuz¨® una rebeld¨ªa productiva en su hija. En la biblioteca p¨²blica de Accrington se ley¨® los tomos de literatura inglesa de la A a la Z, que la arrancaron de su mundo ruin y le dibujaron un horizonte infinito. Eso explica lo que ocurri¨® a partir de los 16 a?os, cuando la se?ora Winterson la ech¨® de casa por su lesbianismo (¡°Has vuelto con el Demonio¡±, le dice; era su segunda relaci¨®n con una chica) y protagoniza un memorable di¨¢logo:
¡°¡ªJeanette, ?puedes decirme por qu¨¦?
¡ªPor qu¨¦, ?qu¨¦?
¡ªSabes muy bien el qu¨¦.
¡ªCuando estoy con ella soy feliz. Feliz, sin m¨¢s.
Asinti¨®. Parec¨ªa que comprend¨ªa y pens¨¦, de verdad, por un instante, que iba a cambiar de opini¨®n, que hablar¨ªamos, que estar¨ªamos al mismo lado del muro de cristal. Esper¨¦. Al final solt¨®:
¡ª?Por qu¨¦ ser feliz cuando puedes ser normal?¡±.
La se?ora W, como la llama su hija, merecer¨ªa ingresar en el olimpo de los arquetipos literarios si no tuviera un peque?o defecto: existi¨®. A pesar de ella (?o fue gracias a ella?), Jeanette sali¨® adelante. Tras su expulsi¨®n del hogar, durmi¨® y vivi¨® en un viejo Mini hasta que una profesora la acogi¨® en su casa y le ayud¨® a preparar el examen de ingreso para estudiar filolog¨ªa inglesa en Oxford. A partir de ah¨ª cambi¨® su vida. Escribi¨® su primera obra a los 23 a?os, Oranges is not the only fruit (traducida aqu¨ª como Fruta prohibida), y se consagr¨®. La novela gan¨® el Whitbread y fue adaptada por la BBC. Era netamente autobiogr¨¢fica. Comenz¨® entonces una fruct¨ªfera carrera literaria (en espa?ol Lumen ha publicado la Biblioteca Jeanette Winterson).
A los 16 a?os la echaron de casa por una relaci¨®n l¨¦sbica. Durmi¨® en un Mini hasta que la aloj¨® una profesora
La autora se gradu¨® en Oxford y triunf¨® con su primera novela, escrita con 23 a?os y llevada al cine
Podr¨ªamos habernos quedado en el final feliz, pero la autora ha preferido no enga?ar. Tras la muerte de su padre ¡ªla se?ora W hab¨ªa fallecido en 1990¡ª, encontr¨® los documentos sobre su adopci¨®n. Tambi¨¦n por entonces se quebr¨® su relaci¨®n de pareja. En la sima de su catarsis, trat¨® de quitarse la vida. ¡°Los espa?oles entienden la parte oscura de nuestra naturaleza mejor que los anglosajones. Suicidarte no es lo peor que puedes hacer, vivir muerto es mucho peor¡±, explica.
Logr¨® finalmente un nombre y un tel¨¦fono, donde encontrar¨ªa la respuesta al interrogante que dominaba el principio de su vida. ¡°La se?ora Winterson hab¨ªa mentido; mi madre no estaba muerta. Pero eso significaba que ten¨ªa una madre. Y toda mi identidad se hab¨ªa construido en base al hecho de ser hu¨¦rfana, e hija ¨²nica¡±.
Ann, su madre biol¨®gica, la cuid¨® durante seis semanas en un albergue antes de darla en adopci¨®n porque ten¨ªa 17 a?os y todo el miedo del universo. Se conocieron ¡ªse encontr¨® de pronto con un hermano y t¨ªas bulliciosas¡ª, se cayeron bien. Jeanette reconoci¨® en su madre rasgos propios como la autosuficiencia: ¡°Soy de esas personas que prefiere caminar a esperar el autob¨²s¡±.
En las ¨²ltimas p¨¢ginas de la autobiograf¨ªa, Winterson narra un desenlace sorprendente. Necesitaba una respuesta, no una madre. ¡°Es dif¨ªcil¡±, confiesa, ¡°mantener una relaci¨®n con alguien con quien no tienes mucho en com¨²n y apenas conoces. No creo que nos hagamos ¨ªntimas pero hemos asentado algo importante para ambas. La biolog¨ªa es solo una parte peque?a de la historia. Ahora est¨¢ de moda la ciencia que todo lo hace gen¨¦tico, pero c¨®mo vivimos te forma tanto como qui¨¦n eres o cu¨¢ndo naces. La vida no es algo fijado¡±. En un encuento con Ann, se sorprende detestando que su madre biol¨®gica critique a la se?ora Winterson. ¡°Era un monstruo, pero era mi monstruo¡±. Y reconoce: ¡°Estoy en paz con ella desde este libro¡±.
Babelia
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