Por el paisaje de Josefina Aldecoa
La ni?ez, el paisaje y las mujeres fueron tres de los temas esenciales en la obra de Josefina Aldecoa Sus relatos se re¨²nen en 'Madrid, oto?o, s¨¢bado'
Descripciones minuciosas del paisaje, situaciones en las que la fugacidad de la felicidad queda patente, las duras condiciones de la posguerra y los diferentes aspectos de la condici¨®n femenina a lo largo de los a?os resaltan como una constante en la literatura de Josefina Aldecoa (La robla, Le¨®n 1926-Mazcuerras, Cantabria 2011). Madrid, oto?o, s¨¢bado, que ahora publica Alfaguara, re¨²ne todos los cuentos de la escritora desde 1961 al 2000, y a trav¨¦s de ellos se refleja, como si de un espejo se tratara, los cambios que fue experimentado su narrativa, en la que temas universales como la ni?ez, las esperanzas rotas o el amor son descritos con un realismo implacable.
Ya en el primer relato, El ni?o y los toros, una historia de amos, se?oritos y criados en una finca se respira el olor del campo en medio de un bosquecillo de adelfos. Tulipanes amarillos, acacias, gladiolos, pitas, sabinas, peon¨ªas, espinos y aromas frescos y dulzones de las fr¨¢giles rosas silvestres entran a rachas en casi todos los cuentos, da igual la ¨¦poca en se trate. Aldecoa deja constancia tambi¨¦n del siglo que le toc¨® vivir con sus cambios y sus vaivenes. En esos primeros relatos, destacan la figura del indiano que retorna a casa, la revoluci¨®n minera en Asturias narrada desde una min¨²scula zona rural en la que acent¨²an todas las diferencias sociales y las inquietudes de las j¨®venes adolescentes en los a?os cincuenta. Cada historia se lee con constantes y sutiles referencias a la guerra civil. ¡°Aqu¨ª qued¨® mucha miseria despu¨¦s de la guerra. Claro, sin hombres y con tanto chiquillo hambriento¡ pero lo peor fue antes mientras aquello dur¨®. Hasta aqu¨ª llegaron las bombas. Hasta aqu¨ª que nada bueno hab¨ªa querido llegar antes¡¡± o ¡°en la guerra pasaba cada cosa¡ a mi mujer y a los chicos les pill¨® en un pueblo cerca de aqu¨ª, con unos parientes y estuve seis meses sin aparecer por all¨ª de miedo, porque todos los d¨ªas se preparaba alg¨²n sabotaje al coche de l¨ªnea¡±, se lee en El cuarto oscuro.
Los viejos domingos, uno de los relatos de la primera ¨¦poca, adelanta una cuesti¨®n que ha marcado toda la narrativa de esta escritora: la relaci¨®n entre los personajes femeninos y la educaci¨®n sentimental de la ¨¦poca:
-¡°Alg¨²n d¨ªa tendr¨¢s un cuarto a tu manera. Cuando ya no vivas en tu casa¡±, dijo tranquilamente Isabel.
-¡°?Quieres decir cuando me case?¡±, pregunt¨® Sara.
Isabel se qued¨® mir¨¢ndola.
-¡°No. Quiero decir cuando seas mayor y trabajes y te vayas a vivir a otro sitio¡±.
Ese di¨¢logo entre las dos amigas y lo que supone por la manera de entender las relaciones de las mujeres se convierte en algo recurrente en toda la obra de Aldecoa. Los cuentos reunidos en Madrid, oto?o, s¨¢bado marcan dos l¨ªneas perfectamente diferencias que tienen que ver con la propia vida de la escritora. Los primeros relatos, reunidos en A ninguna parte iban firmados con el nombre de Josefina Rodr¨ªguez. Ten¨ªa 35 a?os, ya hab¨ªa nacido su hija Susana y dirig¨ªa el Colegio Estilo, fundado por ella y basado en la Instituci¨®n Libre de Ense?anza. Los otros, incluido el Cuento para Susana (1988) forman parte de su segunda vida literaria tras la interrupci¨®n que supuso para ella la muerte repentina de su marido Ignacio Aldecoa. La Espa?a de las misas, las ni?as de uniforme y la vida del campo dan paso a una narrativa en la que los personajes femeninos se van adue?ando del relato y en el que el modelo de la mujer libre e independiente frente a la de corte tradicional y dependiente de su marido van evolucionado al comp¨¢s de la sociedad. ¡°Luis era un hombre fuerte, un eficaz hombre de negocios, con sus esquemas inamovibles , sus aptitudes tradicionales. Pero un buen marido y un buen padre¡±, se lee en Espejismos, un relato del a?o 2000.
El cine como parte importante de la educaci¨®n sentimental de una generaci¨®n tambi¨¦n tiene su reflejo en Happy end: ¡°Era una ¨¦poca¡Viv¨ªamos tan aislados. Te acuerdas que de fuera no llegaban ni libros ni revistas. Y aquellas comedias que ve¨ªamos en el cine, hasta las m¨¢s sosas, significaban mucho para nosotras. Los trajes, los peinados, aquellas casas. Todo fr¨ªvolo pero tentador¡±, cuenta Cecilia, una de las protagonistas del relato. ¡°?Que diferentes ¨¦ramos!. T¨² quer¨ªas estudiar, ser algo por ti misma¡±, prosigue Cecilia. ¡° Encontrar un hombre parecido a ti: un compa?ero. Yo quer¨ªa un protector, una familia tradicional. Tener tres o cuatro hijos con mi John Wayne¡±. Las dos amigas se sienten felices en medio de tanta confidencia y ambas son conscientes de la fugacidad se semejantes momentos: ¡°Lo ¨²nico que tenemos de verdad¡±.
Babelia
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