En casa
Ha arrancado en Fox la esperada primera temporada de 12 episodios de Homeland. Elogiada vivamente despu¨¦s de que Luck aprovechara los accidentes caballares para cancelar su producci¨®n tras un recibimiento demasiado tibio; o Boardwalk Empire fuera definida por un cr¨ªtico cruel norteamericano como "un Mad Men pero aburrido" pese a que su segunda temporada corrigi¨® muchos defectos de la primera; o la fallida Pan Am no levantara vuelo. En el propio pa¨ªs, el recibimiento clamoroso a la brit¨¢nica Downtown Abbey desencaden¨® una ola de autocr¨ªtica, alertando del descenso de calidad, algo que desde territorios de consumidores pasivos y acr¨ªticos del producto norteamericano nos suena a chino.
Homeland acumula premios y prestigio apenas iniciada. La excelente interpretaci¨®n de Claire Danes y de un secundario de lujo como Mandy Patinkin como su jefe en el FBI coronan una trama intrigante sobre el regreso a casa de un prisionero de guerra tras ocho a?os de cautiverio en Irak. Las sospechas sobre su posible conversi¨®n en terrorista isl¨¢mico y la complicada reunificaci¨®n familiar alimentan dos tramas densas. Una con los hijos adolescentes y la esposa atractiva que ya viv¨ªa un romance con otro militar; la otra, derivada de la vigilancia extrema que convierte a esa familia en una especie de Gran Hermano de intimidad observada por quienes tratan de encontrar los v¨ªnculos con el terrorismo.
Alrededor de la soledad de la investigadora, la serie sacude fuerte con los apuntes sexuales de ese reencuentro de pareja, sumida en la incapacidad er¨®tica del marido y la culpa de la esposa, y tambi¨¦n con la trama de pr¨ªncipes saud¨ªes regocijados en prostitutas de lujo. Hereda ambos conceptos del original israel¨ª, la serie Hatufim (2009), que inocula en la ficci¨®n norteamericana, a menudo mojigata, las mejores virtudes de la creaci¨®n hebrea. Pese a que en los ¨²ltimos a?os roza el Oscar y no lo logra, el cine israel¨ª ofrece muestras de una complejidad de an¨¢lisis de la que carecen sus pol¨ªticos. Basta ver la conmoci¨®n causada por el arrebato l¨ªrico de G¨¹nter Grass. Los mejores ejemplos, en cintas como Vals con Bashir, La banda nos visita, Beaufort, Ajami, Footnote o la extraordinaria Avanim, de un Rapha?l Nadjari lastimosamente in¨¦dito en nuestras pantallas.
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