La pasi¨®n egipcia

En una escena de Cairo time, de la canadiense Ruba Nadda, el protagonista, un egipcio maduro, guapo e inteligente, acaba de hacer un test sobre el matrimonio en una superficial revista femenina internacional donde precisamente trabaja la protagonista, una (no tan) guapa, madura e inteligente estadounidense. Culminado el test, ambos personajes, que a esas alturas llevan flirteando m¨¢s de media pel¨ªcula, r¨ªen de manera nerviosa con la interpretaci¨®n de la revista a las respuestas dadas por el hombre: no est¨¢ dotado siquiera para cuidar de un pez. Quiz¨¢ sin saberlo, la directora y guionista est¨¢ ejemplificando la trascendencia de su pel¨ªcula, que viene a ser a las historias de adulterio adulto lo que los tests matrimoniales de las revistas a las caracter¨ªsticas inherentes a la vida en pareja: un acercamiento juguet¨®n, insustancial y olvidable, tan cercano a pel¨ªculas como Bajo el sol de la Toscana como al Antonio Gala de La pasi¨®n turca, pero sin sexo.

Cairo time nunca ahonda en las verdaderas ra¨ªces del conflicto principal del relato (la soledad de una mujer casada con un trabajador de la ONU en Gaza, que espera la llegada de su marido a El Cairo para unos d¨ªas de descanso y turismo), ni en las honduras de los conflictos colaterales (la distancia entre Oriente y Occidente; el sentido del matrimonio y el papel de la mujer en la sociedad ¨¢rabe...). S¨®lo se sostiene por el meritorio trabajo de Patricia Clarkson y el fuerte carisma de Alexander Siddig.