?Menuda polvareda¡!
La corrida dio poco de s¨ª, por culpa de unos toros de bella estampa pero de escaso contenido Qued¨® claro que Oliva Soto, Antonio Nazar¨¦ y Silveti pueden ser figura
El agua que se ahorr¨® la empresa en regar el ruedo maestrante en tarde fr¨ªa, seca y de fuerte vendaval, la consumieron los abonados de los tendidos uno y tres en la obligada ducha que debieron darse al llegar a sus casas para desprenderse de los kilos de albero que llevaban encima. Resulta que hab¨ªan puesto los pl¨¢sticos en previsi¨®n de chubascos que no se produjeron. Y cuando los quitaron, qued¨® la arena suelta y movediza, a la espera de los bruscos movimientos del toro que levantaban una infernal polvareda. A?¨¢dase un fuerte viento reinante direcci¨®n Puerta del Pr¨ªncipe, y a cientos de personas se les volvi¨® la cabellera y el cuerpo entero de color amarillo, y no porque fueran turistas venidos de oriente, sino porque quedaron embadurnados de albero de la cabeza a los pies.
Alguna ventaja deben tener los pobres pues los hechos ocurr¨ªan en la zona chachi de la Maestranza, donde se dice que se ubica la gente bien, sevillana de cuna y afiocionadadetodalavida. Sorpresas que da la vida: pague un dineral, v¨ªstase usted de limpio, pres¨¦ntese de punta en blanco en el tendido, y salga hecho un adefesio, ayuno de emoci¨®n y directo a la ducha.
La verdad es que la maldita y molesta polvareda fue protagonista porque la corrida dio poco de s¨ª. En realidad, -en esta ocasi¨®n, s¨ª-, la culpa fue de los toros, de bella estampa, pero de escaso contenido; faltos de bravura y casta, no estuvieron a la altura de los deseos de triunfo de la terna, que se jug¨® el tipo infructuosamente. Qued¨® claro y manifiesto que los tres quieren y pueden ser figura; les adornan el valor y la torer¨ªa, y no se arredraron ante las inclemencias de sus oponentes. Pero donde solo hay polvareda y carne fofa no es posible el toreo.
Montealto/Soto, Nazar¨¦, Silveti
Toros de Montealto, bien presentados, mansos, flojos y muy descastados.
Oliva Soto: estocada (vuelta); pinchazo hondo y tres descabellos (silencio).
Antonio Nazar¨¦: dos pinchazos y estocada _aviso_ (silencio); pinchazo y estocada (silencio).
David Silveti: pinchazo, estocada _aviso_ y tres descabellos (ovaci¨®n); estocada (ovaci¨®n).
Plaza de la Maestranza. 14 de abril. Tercer festejo de abono. Media plaza.
Tal fue el caso de Oliva Soto, sevillano de pellizco y salero en sus mu?ecas, de buen corte y enorme voluntad, que lleg¨® a ilusionar en su primero en varias tandas de derechazos cargados de temperamento y pasi¨®n. Quiz¨¢ le falt¨® mando para someter a su oponente, y lo que parec¨ªa que pod¨ªa romper, no rompi¨®. Tampoco fue posible en el cuarto, muy decidido el torero, y soso el toro.
No tuvo enemigos Antonio Nazar¨¦, pero una vez m¨¢s dijo que es torero hecho y derecho, a pesar de las pocas oportunidades que le ofrecen. Su primero ten¨ªa escaso fuelle, pero Nazar¨¦ consigui¨® embarcarlo en la muleta y trazar algunos naturales largos y templados que supieron a gloria. No hubo m¨¢s porque no hubo toro, pero ah¨ª qued¨® la capacidad de un torero que merece mejor suerte. M¨¢s suerte, sin duda, de la que tuvo en el quinto, otro animal negado para el triunfo ante el que se jug¨® el tipo como se le exige a quien presenta su candidatura a figura.
Tampoco decepcion¨® Silveti; antes bien se mostr¨® muy valiente, talentoso y con recursos. Tampoco sus toros le permitieron algo m¨¢s que mostrar una plausible dignidad.
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