Muere Eduardo Serrano, ¡®El G¨¹ito¡¯, leyenda del baile flamenco
Con el artista, que contaba 82 a?os, termina una generaci¨®n inolvidable de bailaores con figuras como Antonio Gades o Mario Maya
El baile flamenco ha perdido quiz¨¢s al ¨²ltimo de los puntales que lo sostuvieron y alumbraron en la segunda mitad del siglo XX. Eduardo Serrano Iglesias El G¨¹ito falleci¨® en la tarde del mi¨¦rcoles como consecuencia de una breve, pero grave enfermedad. Expir¨® en el hospital de Villalba (Madrid), ciudad a la que se mud¨® desde su barrio de La Concepci¨®n cuando abandon¨® la docencia en la Academia Amor de Dios, donde ense?¨® durante muchos a?os. Precisamente, fue su director, Joaqu¨ªn San Juan, quien confirm¨® el fallecimiento del artista a este diario.
El bailaor hab¨ªa nacido en el madrile?o barrio de El Rastro en 1942 y, desde bien peque?o, ya mostr¨® sus aptitudes art¨ªsticas: con solo cinco a?os gan¨® su primer concurso y, a¨²n ni?o, puso su baile en varias pel¨ªculas a principios de los a?os cincuenta. Tuvo una formaci¨®n autodidacta, viendo a los artistas ¡ªentre ellos a Farruco, su primer referente¡ª en los colmaos y tablaos, donde su madre trabajaba de cerillera, antes de entrar en la academia de Antonio Mar¨ªn, ¡°el cojo de Madrid que ech¨® a andar el baile moderno¡±, en palabras del productor y escritor experto en flamenco Jos¨¦ Manuel Gamboa. De ¨¦l terminar¨ªa siendo repetidor al serle amputada una pierna al maestro.
Su carrera cambiar¨ªa radicalmente cuando, con solo catorce a?os, ingresa en la compa?¨ªa de Pilar L¨®pez, que le har¨ªa debutar en Londres. El bailaor siempre reconocer¨ªa que de ella lo aprendi¨® todo: ¡°A ser respetuosos, la puntualidad, a vestir, lo que era un escenario, una coreograf¨ªa, lo que era bailar en hombre¡¡±. La maestra le correspondi¨® en justa medida y as¨ª, en 1988, declaraba a la revista Sevilla Flamenca que ¡°[El G¨¹ito] era como la tierra misma. Una fuerza, una ra¨ªz tan fuerte que ya sube hasta el cielo¡±. Con ella permaneci¨® hasta 1959, a?o en el que, actuando con la compa?¨ªa de do?a Pilar, se coronar¨ªa en el Teatro de las Naciones de Par¨ªs como ¡°el mejor bailar¨ªn de la temporada¡±, un diploma que el artista ha guardado como oro en pa?o.
La distinci¨®n parisina lo catapult¨® para comenzar su carrera en solitario, actuando en tablaos y girando por el extranjero. Particip¨® posteriormente en espect¨¢culos como Los Tarantos, de Rovira Veleta, y colabor¨® con la bailaora Manuela Vargas en la Antolog¨ªa dram¨¢tica del flamenco, antes de que, a principios de los a?os setenta, formara sociedad con Mario Maya y Carmen Mora para constituir el afamado Tr¨ªo Madrid, con un concepto de baile renovado y un formato que encontrar¨ªa continuidad cuatro a?os m¨¢s tarde, ya con la bailaora Antonia Mart¨ªnez.
Es en ese tiempo cuando se consolida y cobra brillo su baile de la sole¨¢, que se habr¨ªa de convertir en emblema de su obra y en el canon del baile de hombre. El bailaor admit¨ªa su predilecci¨®n e identificaci¨®n con ese estilo en 1996 cuando, en entrevista con Monika Bellido (Revista El Olivo), declaraba: ¡°Ha sido el baile que me ha consagrado para ser lo que soy (¡) Es donde mejor me siento, m¨¢s a gusto. Me da m¨¢s placer, porque es donde puedes bailar m¨¢s despacito¡±. No ser¨ªa, sin embargo, ese el ¨²nico estilo en el que destacar¨ªa: son reconocidas su farruca, como su solemne ca?a o su sobria seguiriya, estilos que hoy d¨ªa constituyen ejemplos incuestionables del baile cl¨¢sico de hombre.
Ya en los a?os ochenta, adem¨¢s de actuar como artista invitado del Ballet Nacional, presenta sus primeros espect¨¢culos propios y visita los principales eventos y festivales como la figura que es. Su trayectoria extensa y rica de principio a fin se extiende por m¨¢s de medio siglo y es exponente del baile y la vida flamenca de toda una ¨¦poca. Cuentan que en sus ¨²ltimos a?os andaba algo desmemoriado, por eso, y para que no se perdiese tanta historia, Jos¨¦ Manuel Gamboa actu¨® como una suerte de sacacorchos de recuerdos para, ¡°con la colaboraci¨®n nemot¨¦cnica de Joaqu¨ªn San Juan y los maestros Jos¨¦ de la Vega y Emilio de Diego¡±, poner en pie y (re)construir sus vivencias en el libro La cabeza del flamenco. Hechos y hechuras del maestro Eduardo Serrrano ¡®El G¨¹ito¡¯, que, con su personal estilo, subtitul¨® como Memorias P-Reparadas de un juncal desmemoriado. Casi cuatrocientas p¨¢ginas de exhaustiva informaci¨®n para viajar por todo un tiempo.
El baile de El G¨¹ito, por su depurada est¨¦tica, su elegancia y sobriedad, ha sido de gran influencia en la danza de las generaciones posteriores. Junto con Antonio Gades y Mario Maya, constituy¨® el irrepetible tr¨ªo al que do?a Pilar se refer¨ªa orgullosa como ¡°mis ni?os¡±. ?l, adem¨¢s, tras su retirada continu¨® transmitiendo su sabidur¨ªa, ejerciendo la docencia en la Academia de Baile Amor de Dios. Y lo que no se puede obviar: por el tiempo en que le toc¨® vivir, sus bailes est¨¢n disponibles en redes y plataformas y son objeto de culto de cuantos quieren beber se su arte.
Definirlo no es tarea f¨¢cil, por eso es necesario acudir a la palabra de otro maestro, el profesor Jos¨¦ Luis Navarro Garc¨ªa, que en su Historia del baile flamenco (Volumen II), lo condens¨® de forma magistral: ¡°Su baile es la quintaesencia de la danza apol¨ªnea. Cada movimiento es una actitud escult¨®rica. Es un baile sobrio, pausado, elegante y varonil. Un baile al que nada le falta y nada le sobra. Un baile que tiene empaque y se?or¨ªo. Y el adorno preciso. Un baile hecho con lentitud y regusto, escuchando y dejando que se escuche. Un baile en el que prima la compostura y la colocaci¨®n, en el que los brazos, la cabeza y los hombros juegan un papel destacado. Con ellos, construye figuras de una est¨¦tica a?eja. El G¨¹ito imprime su personalidad a cuantos bailes interpreta¡±.
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