Salven a la 'Madonna' de Hitler
Un fil¨¢ntropo americano rescata del olvido la labor de los Monuments Men El grupo devolvi¨® cinco millones de obras robadas durante la Segunda Guerra Mundial
Gertrude Stein conduc¨ªa su Ford por Par¨ªs con una condici¨®n: solo iba hacia delante. La singular escritora cre¨ªa que el siglo XX y el volante ten¨ªan sentido mientras avanzasen hacia el futuro. Ya saben, esa vieja idea del progreso. La historia, m¨¢s flexible que Stein, desanda a menudo (no hay m¨¢s que asomarse al precipicio de los Consejos de Ministros). Uno de esos retrocesos ocurri¨® en 2003, cuando el Museo Nacional de Irak fue saqueado en Bagdad tras la invasi¨®n de Estados Unidos.
Un estadounidense llamado Robert M. Edsel se indign¨® con aquel expolio que demostraba que nada se hab¨ªa aprendido del apreciable empe?o de la Segunda Guerra Mundial para salvar el patrimonio cultural. Tanto el Ford de Gertrude Stein como el progreso ten¨ªan marcha atr¨¢s.
Edsel no era uno m¨¢s entre los millones de indignados por la desaparici¨®n de piezas milenarias. Era rico, era sensible y conoc¨ªa una singular historia: la de los Monuments Men, los soldados aliados que recorrieron Europa para tratar de salvar el arte del saqueo y la destrucci¨®n. ¡°Me decepcion¨® c¨®mo mi pa¨ªs afront¨® el periodo de pillaje en el museo de Bagdad. Como naci¨®n, fallamos al no crear un plan apropiado para proteger la rica cultura de Irak, dej¨® en mucha gente la sensaci¨®n de que a EE UU no le importa el patrimonio. Y me enfad¨¦ a¨²n m¨¢s porque conoc¨ªa el legado de los Monuments Men¡±, cuenta en una entrevista por correo electr¨®nico. Exitoso empresario del petr¨®leo, Edsel hab¨ªa cambiado de vida en 1996, cuando se instal¨® con su familia en Florencia. ¡°All¨ª me pregunt¨¦ c¨®mo habr¨ªan sobrevivido las obras de arte a la devastaci¨®n de la guerra y qui¨¦nes las habr¨ªan salvado¡±.
Tard¨® a?os en descubrirlo. Excav¨® archivos a ambos lados del Atl¨¢ntico y acab¨® conociendo a 17 oficiales que hab¨ªan pertenecido a esta singular unidad, que integr¨® a 350 personas que ¡°ni empu?aba ametralladoras ni pilotaba tanques¡±. Ellos eran el contrapeso de las brigadas alemanas especializadas en el saqueo, como el grupo con el que Alfred Rosenberg vaci¨® Par¨ªs. ?l mismo rindi¨® cuentas por escrito a Hitler: ¡°Mi equipo de Tareas Especiales inici¨® su labor confiscadora en octubre de 1940 en cumplimiento de sus ¨®rdenes, mi F¨¹hrer. Con la ayuda del Servicio de Seguridad y la Polic¨ªa Secreta del Ej¨¦rcito han podido identificarse de forma sistem¨¢tica todos los escondites y lugares de almacenamiento con posesiones art¨ªsticas pertenecientes a emigrantes jud¨ªos fugitivos¡±. Un tren especial, con 25 coches, transport¨® hacia Alemania m¨¢s de 4.000 objetos de las colecciones Rothschild, Selgimann y Wildenstein, entre otras.
Aunque la misi¨®n inicial de los Monuments Men en 1943 era la de mitigar da?os provocados durante los combates, conforme avanz¨® la guerra empezaron a rastrear las obras expoliadas, escondidas a menudo en minas. Su trabajo se prolong¨® hasta 1951. Edsel asegura que devolvieron m¨¢s de cinco millones de objetos robados, que inclu¨ªan libros, dibujos, tallas, piezas religiosas, esculturas y pinturas como El astr¨®nomo, de Vermeer, por el que suspiraba Hitler; La ronda nocturna, de Rembrandt, localizado en una caverna excavada en el siglo XVII por los tercios holandeses durante otra guerra; la sutil Dama del armi?o, de Da Vinci, robada por el alem¨¢n que ejerci¨® de gobernador general de Polonia, Hans Frank; o la Madonna de Miguel ?ngel, robada de la catedral de Brujas por los alemanes, que la sacaron envuelta en colchones en un cami¨®n de la Cruz Roja de madrugada pocos d¨ªas antes de la entrada de los aliados.
Al ver lo ocurrido en Bagdad, Edsel pens¨® que difundir la historia de los Monuments Men ¡ªmujeres y hombres de 13 nacionalidades distintas¡ª reforzar¨ªa el respeto hacia el patrimonio cultural. Hizo dos cosas: cre¨® en 2007 la Fundaci¨®n Monuments Man para preservar el arte y public¨® el libro fotogr¨¢fico Rescuing Da Vinci. Ahora ha puesto texto a la odisea en el libro The Monuments Men (Destino), cuya historia ha fascinado a George Clooney, que dirigir¨¢ una pel¨ªcula sobre la labor de los salvadores de monumentos.
Uno de ellos fue Harry Ettlinger, alistado a los 18 a?os en el ej¨¦rcito estadounidense. Su familia pertenec¨ªa a una adinerada saga jud¨ªa establecida en la ciudad alemana de Karlsruhe desde 1725. Harry naci¨® en 1926 y se top¨® de bruces con el antisemitismo con siete a?os, cuando le prohibieron entrar en una asociaci¨®n deportiva local. El 24 de septiembre de 1938 celebr¨® su ceremonia del Bar Mitzv¨¢ en la sinagoga de Kronenstrasse. Al d¨ªa siguiente la familia huy¨® en tren a Suiza, antes de recomenzar su vida en Nueva York.
Un mes despu¨¦s, en la noche de los cristales rotos, fue quemada la sinagoga y todos los jud¨ªos, incluido el abuelo de Harry, fueron internados en el campo de Dachau. Harry es uno de los oficiales que sujeta el Autorretrato de Rembrandt, escondido en una mina de Heilbronn junto a miles de piezas. Era la primera vez que admiraba la obra, pero estaba harto de o¨ªr hablar de ella: pertenec¨ªa al museo de Karlsruhe, ubicado a pocas calles de su casa, al que nunca hab¨ªa podido entrar.
La lecci¨®n espa?ola
La Guerra Civil espa?ola anticip¨® muchas cosas. Una de ellas fueron los bombardeos a¨¦reos masivos sobre las ciudades y los civiles. La Legi¨®n C¨®ndor hizo un intensivo ejercicio pr¨¢ctico desde el cielo espa?ol antes de cebarse sobre Londres y otras ciudades en la Segunda Guerra Mundial. Edsel cree que el conflicto espa?ol ¡°abri¨® los ojos¡± al mundo del arte, temeroso de que el legado art¨ªstico de Europa, edificado durante siglos, se extinguiese en el tiempo que una bomba tarda en caer. Los ataques en El Escorial y el Museo del Prado, en 1936, llevaron al Gobierno republicano a organizar una mod¨¦lica, laboriosa y complicada evacuaci¨®n de 20.000 obras, que pasaron por diferentes sedes antes de ser depositadas en la Sociedad de Naciones en Ginebra.
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