Bruce Springsteen invita a la vida en los duros tiempos de crisis
El m¨²sico arranca ma?ana su gira europea en Sevilla con mucho papel por vender
¡°Estamos vivos, / y aunque nuestros cuerpos yacen abandonados / aqu¨ª en la oscuridad, / nuestros esp¨ªritus se elevan / para llevar fuego y encender la chispa / para pelear hombro con hombro / y coraz¨®n con coraz¨®n¡±. Esta estrofa de la ¨²ltima canci¨®n del ¨²ltimo disco de Bruce Springsteen resume el discurso que este m¨²sico lleva defendiendo y compartiendo con su p¨²blico desde hace 40 a?os. Un discurso que habla de identificaci¨®n con la vida, sentido de comunidad y fe en los sue?os para salir del pozo. Es el alegato del rock¡¯n¡¯roll triunfal de Springsteen, que ma?ana arranca su gira europea en Sevilla y luego pasar¨¢ en Espa?a por Las Palmas, Barcelona, San Sebasti¨¢n y Madrid.
Pero, lejos de estar en su casa viviendo de las rentas, quiere seguir manteniendo el aura de viejo rockero en la brecha con algo que decir. Lo consigue como pocos. Esta tarde, vestido con sus vaqueros y camiseta negra, pon¨ªa a punto el sonido de su banda ante la expectaci¨®n de los periodistas. Donde otros cumplen mejor o peor el papel de int¨¦rpretes, Springsteen consigue convencer al oyente de que lo suyo es un asunto personal. Mejor a¨²n: te convence de que tambi¨¦n es tu asunto personal. El escritor Richard Ford, quien tom¨® prestado de una de sus canciones el t¨ªtulo de su novela El d¨ªa de la independencia, lo describi¨® como ¡°ese momento fugaz, muy personal, de im¨¢genes y palabras m¨ªas que en realidad no lo son¡±. Se refer¨ªa al instante en que por primera vez conect¨® con las composiciones de Springsteen, que calific¨® de ¡°peque?os himnos¡±. Curiosamente, Ford se halla entre los escritores predilectos del cantante, quien aspira con sus canciones a lo que el novelista dice que intenta hacer con su literatura: ¡°Ennoblecer nuestro sentido de la vida¡±.
Para esa aspiraci¨®n, la diferencia del Springsteen de antes con el de la ¨²ltima d¨¦cada es que busca poner voz a causas donde al principio bastaba con ser ¨¦l mismo y mirar a su entorno. Bien sea con el 11-S en The rising, la Administraci¨®n de George W. Bush en Devil & dust y Magic o la crisis econ¨®mica en Wrecking ball, ahora necesita de una motivaci¨®n externa.
Para los nost¨¢lgicos o sus detractores, esta situaci¨®n ha llevado a perder la inspiraci¨®n al m¨²sico que, como escribi¨® el cr¨ªtico Dave Marsh, era la ¡°culminaci¨®n viviente de la tradici¨®n del rock¡±. Pero, para el autor de Born in the U.S.A, EE UU tambi¨¦n es asunto suyo, tal y como demostr¨® apoyando a Barack Obama y al tambi¨¦n senador dem¨®crata John Kerry.
Conocedor como nadie de la m¨ªstica del rock, Springsteen ha abordado siempre los sentimientos desde el sentido de la responsabilidad. Dice estar indignado de lo que sucede en su pa¨ªs y se?ala con su guitarra rabiosa a los ¡°buitres avariciosos de Wall Street¡±. ?Recurso f¨¢cil e interesado? Puede ser. Pero tambi¨¦n puede que se crea a Howard Zinn, el historiador que le marc¨® para Nebraska, cuando dijo que ¡°no se puede aceptar como algo propio la memoria de los Estados¡± y, por tanto, ¡°la tarea de la gente pensante, en un mundo de verdugos y v¨ªctimas, es no ponerse nunca en el lado de los verdugos¡±. Su siguiente paso ser¨¢ hacer de su indignaci¨®n un asunto tambi¨¦n del oyente. O, como canta en We are alive, esa ¨²ltima canci¨®n, convencerle de qu¨¦ lado est¨¢ y recordarle que a¨²n ¡°estamos vivos¡±.
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