La culpa fue del cha, cha, cha
Un vecino de localidad est¨¢ convencido de que la triste situaci¨®n del toreo actual obedece a las d¨¦cadas de bienestar que este pa¨ªs ha vivido en el reciente pasado; al frigor¨ªfico lleno, a la dieta mediterr¨¢nea, a la posibilidad de una segunda vivienda, al baile del cha, cha, cha, y a la alegr¨ªa generalizada de la que se ha gozado. Afirma que el toreo es hijo de la necesidad y que la historia est¨¢ plagada de figuras que brillaron empujados por la dificultad.
Algo de raz¨®n debe tener porque no existe explicaci¨®n racional para entender la actitud de la mayor¨ªa de los toreros de hoy, que no se esfuerzan en mostrar esa aparente decisi¨®n que es fruto de una valent¨ªa encomiable que va directa al triunfo. Gente joven en su mayor¨ªa que parece cansada, desmotivada, desilusionada¡ Quiz¨¢, el problema es que no tienen hambre, que el frigor¨ªfico est¨¢ lleno, que tienen, m¨¢s o menos, las espaldas cubiertas, y la ambici¨®n muy corta.
Vellosino / Tejela, Tendero, Del ?lamo
Dos toros de El Vellosino, segundo y cuarto, y cuatro de Valdefresno, desiguales de presentaci¨®n, mansos, blandos y sosos.
Mat¨ªas Tejela: media tendida y un descabello (silencio); estocada baja (silencio).
Miguel Tendero: casi entera ca¨ªda (silencio); dos pinchazos, media y un descabello (silencio).
Juan del ?lamo: estocada que hace guardia ¡ªaviso¡ª y cinco descabellos (ovaci¨®n); cuatro pinchazos y casi entera trasera y tendida y tres descabellos (silencio).
Plaza de Las Ventas, 13 de mayo. Cuarta corrida de feria. M¨¢s de tres cuartos de entrada.
Algo de todo esto pasa por la cabeza cuando la persona que est¨¢ delante del toro es Mat¨ªas Tejela, un torero que ilusion¨® a todos hace solo unos pocos a?os, y parece un se?or mayor a punto de la jubilaci¨®n. Bien es cierto que su lote no fue de carril, de esa bondad tan solicitada y rezada por todo el escalaf¨®n, pero su actitud en modo alguno tocaba tangencialmente el valor, la disposici¨®n y la decisi¨®n que se le supone a un torero de los pies a la cabeza. Ayer dio la impresi¨®n de estar dominado permanentemente por las indecisiones, y toda su labor se mostr¨® falta de colocaci¨®n, cite y remate, sin mando, sin intensidad y sin emoci¨®n. Su primer toro fue reserv¨®n y ¨¢spero en sus acometidas, pero ¨¦l le hizo una faena de puro tr¨¢mite, desordenada y descompuesta. Dificultoso era, adem¨¢s, el cuarto, y Tejela desisti¨® a las primeras de cambio porque su ¨¢nimo no parec¨ªa permitirle heroicidades. As¨ª, con esa actitud se podr¨¢ estar en el toreo m¨¢s o menos tiempo, pero nunca llegar¨¢ el so?ado triunfo.
Un alumno de su misma clase parec¨ªa su compa?ero Miguel Tendero, m¨¢s joven a¨²n, con m¨¢s sue?os, quiz¨¢, pero con similar actitud. Muchos pases, much¨ªsimos, dio a la sardina que sali¨® en segundo lugar y que embisti¨® con cierta dosis de nobleza, pero ninguno alcanz¨® brillo alguno. Es imposible que as¨ª sea cuando se muletea fuera de cacho, al hilo del pit¨®n y sin cargar la suerte en ning¨²n momento. ?D¨®nde habr¨¢ aprendido a torear este chico?, ?Estar¨¢ satisfecho consigo mismo?, se preguntaba el vecino. Muy deslucido fue el quinto y tom¨® la acertada decisi¨®n de acabar pronto.
Ovaci¨®n: Muy meritorio el par de banderillas de Alberto Molina al dificultoso quinto de la tarde.
Pitos: Inexplicable decisi¨®n del equipo presidencial: el anovillado segundo toro nunca debi¨® salir al ruedo
Al m¨¢s chaval¨ªn de los tres, Juan del ?lamo, le ha tocado otro plan de estudios y se emple¨® m¨¢s a fondo con sus toros; sobre todo, con el primero, el m¨¢s noble de la tarde, al que rob¨® algunos muletazos estimables por ambas manos que hicieron albergar alguna esperanza. Termin¨® con unas ce?idas bernardinas, pero todo lo estrope¨® con un p¨¦simo manejo de la espada. Otro manso dificultoso sali¨® en ¨²ltimo lugar y Del ?lamo se empe?¨® en dar un mitin a la hora de matar.
Lo dicho: la culpa, del cha, cha, cha. No hay otra explicaci¨®n.
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