Bruce ruge contra la crisis
The Boss denuncia la avaricia de los buitres de Wall Street y canta a los desfavorecidos en Sevilla
Toda la indignaci¨®n de Bruce Springsteen se canaliz¨® ayer en el rugido intratable de su rock fiero, crudo, reivindicativo, heredero de los sonidos primitivos del g¨®spel, el rhythm and blues, el folk. Y, como en sus mejores ¨¦pocas, hizo sentir a los miles de asistentes al Estadio Ol¨ªmpico La Cartuja de Sevilla que era comunitario. Era de todos. ¡°Grita hasta que lo entiendan y estas tierras empiecen a tratarnos bien¡±, se desga?itaba, con berrido muy escenificado hacia el p¨²blico, nada m¨¢s saltar al escenario con Badlands.
Hac¨ªa a?os que esta composici¨®n de los setenta no sonaba tan inconmensurable, mucho m¨¢s cerca de la esencia de c¨®mo fue concebida y muy lejos de la verbena de feria que hab¨ªa sido en sus ¨²ltimas giras. Fue el pre¨¢mbulo perfecto para lo que acontec¨ªa: un concierto de casi tres horas lleno de nervio, sin respiro, latiendo con gran intensidad, pese a que el recinto estaba lejos de llenar aforo. Con muchos m¨¢s huecos de los deseados en las gradas y la pista, a ojo vista, se acercaba a un pinchazo en taquilla. Algunas fuentes hablan de una cuarta parte de las 40.000 entradas sin vender, cifra que una representante rebaj¨® a 3.000. Habr¨¢ que ver qu¨¦ sucede en el resto de conciertos espa?oles en Las Palmas de Gran Canaria, Barcelona, San Sebasti¨¢n y Madrid.
Un acto de reclamaci¨®n
El mensaje ha cambiado. La fiesta ahora es un acto de reclamaci¨®n. As¨ª se vio en We take care of our own, Death to my hometown o Wrecking ball, la canci¨®n que da t¨ªtulo a su ¨²ltimo disco, un alegato por los derechos y la dignidad de las v¨ªctimas de la peor crisis desde la Gran Depresi¨®n, que no son otras que los ciudadanos corrientes, la gente a pie de calle. A diferencia de lo que sucedi¨® durante la gira de presentaci¨®n del anterior Working on a dream, el m¨²sico de Nueva Jersey defendi¨® con fuerza y honor su ¨²ltimo trabajo. Y confirm¨® lo que ese pl¨¢stico promet¨ªa: Wrecking ball, que en estudio estaba falto de uniformidad y empuje en conjunto, era un disco con alma de directo, compuesto para colmar al oyente en el escenario con ese extra?o folk que en vivo goza de las m¨¢s potentes guitarras y vientos.
El estadio rompi¨® a aplaudir cuando el m¨²sico tuvo una dedicatoria para el Movimiento 15-M
Porque sobre el c¨¦sped ayer no hubo m¨¢s que una p¨®cima: la del rock and roll fibroso, vitalista, salido de las tripas. Bajo el impulso de las cuerdas de Nils Lofgren y Little Steven, dos espadas afiladas para bregar en las grandes batallas, aquellas que dejan sabor a gloria, las composiciones del ¨²ltimo ¨¢lbum, m¨¢s cl¨¢sicos como Out in the street, Candy¡¯s room o She¡¯s the one o joyas escondidas como Trapped, se oyeron contundentes, arropadas con unos coros, vientos y percusiones sobresalientes, coloreando el sonido marca de la casa E Street Band en un coral de resonancias primitivas del g¨®spel o el rhythm and blues.
Con ese festival de sonidos primarios, nada artificiosos, y un sinf¨ªn de ecos espirituales a trav¨¦s de las vocalistas negras, en Sevilla plane¨® el esp¨ªritu de Am¨¦rica, aquella que el antrop¨®logo franc¨¦s Clotaire Rapaille bendijo ¡°no como un lugar, sino como un sue?o¡±. Springsteen, catapultado por la lujosa secci¨®n de vientos formada por saxos, trompetas y trombones, apel¨® ayer a la b¨²squeda de ese sue?o por encima de todo drama, con el fin de desquitarse de esta losa que son estos tiempos duros que, como canta en su ¨²ltimo disco, tiene unos responsables y son ¡°los buitres avariciosos de Wall Street¡±.
M¨¢s all¨¢ fue el s¨¢bado en su encuentro con periodistas cuando afirm¨®: ¡°Lo que ha pasado en Estados Unidos con esta crisis ha pasado en el resto del mundo, incluida Espa?a¡±. Y, entonces, el gui?o lleg¨®. El estadio rompi¨® a aplaudir cuando el m¨²sico dedic¨® al Movimiento 15-M y ¡°la gente del sur que lo pasa mal¡± Jack of all trades, una canci¨®n de su ¨²ltimo disco que habla de un obrero que sobrevive como puede. ¡°Demasiada gente ha perdido sus trabajos y sus casas. Nuestro coraz¨®n est¨¢ con vosotros¡±, dijo como pudo en espa?ol. Con conciertos siempre estructurados bajo un discurso, anoche, como anta?o, el autor de Born to run hizo su mensaje universal, recordando que el rock and roll tiene su raz¨®n de ser en su esp¨ªritu comunitario.
Esta banda de la calle E reformada son¨® plet¨®rica y contagiosa
Hubo momento para los recuerdos. Dolorosos recuerdos para grandes ausencias. Durante My city of ruins, algo larga, casi tediosa si no es por esa inclusi¨®n de vientos, Springsteen se acord¨® del saxofonista Clarence Clemons y el organista Danny Federici, ambos fallecidos. El p¨²blico core¨® el nombre de Clemons, nunca m¨¢s ya a la derecha de Bruce, pero el punto emotivo lleg¨® cuando en Tenth Avenue Freeze-Out se hizo el silencio y aparecieron im¨¢genes al verso que habla de Big Man. Tampoco estuvo ayer Patti Scialfa, esposa del cantante, en casa con los ni?os y con un papel cada d¨ªa m¨¢s decorativo en la banda. Con todo, esta banda de la calle E reformada son¨® plet¨®rica y contagiosa. A destacar, el papel simb¨®lico de Jake Clemons, sobrino del fallecido Big Man, que ejecuta solos con precisi¨®n y desparpajo. Un acierto, como se vio en varias fases de la actuaci¨®n. Los momentos flojos llegaron con la cansina Waiting on a sunny day o la desfogada Lonesome day.
Pero si hay algo que qued¨® claro es que Springsteen sigue apostando por la E Street Band, por los suyos, por comprometerse con su m¨²sica y con su p¨²blico. Intentando seguir siendo ¨¦l mismo, con todos sus defectos y virtudes, pero con lo que le ha hecho ser grande en el mundo del rock, esto es, apelar a los corazones y, en tiempos de crisis, hacerlos rugir de emoci¨®n.
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