¡°Basta de Holocausto, basta de d¨ªas de homenajes a soldados ca¨ªdos. Basta¡±
La necesidad de escapar de los conflictos que ahogan a la sociedad israel¨ª, la identidad, las muertes, el destino jud¨ªo, subyacen en la ¨²ltima novela del autor, 'El cantar del fuego'
Abraham B. Yehoshua vive en el Carmelo, el monte sobre el que se asienta parte de la ciudad de Haifa y desde el que se ve el mar. Su apartamento est¨¢ ordenado, limpio y decorado con cari?o. Las fotos de sus hijos y nietos cuelgan de las paredes. Yehoshua es un hombre de familia, ferviente defensor de los matrimonios que se quieren y se hacen la vida m¨¢s f¨¢cil. A esas parejas les dedica una parte de su ¨²ltimo libro, El cantar del fuego. La otra parte, la cruz de la novela, la protagoniza un viudo escapista cuyo matrimonio ha roto la muerte. La novela es la historia de una pareja israel¨ª de unos sesenta a?os, que se separa durante una semana. ?l se queda en Tel Aviv, y ella, Daniela, viaja a Tanzania para visitar a su cu?ado. La hermana de Daniela ha muerto y ahora quiere compartir el duelo con su viudo. As¨ª arranca una novela que trata de dos adultos que se quieren en la distancia, de la muerte de una hermana, de un soldado ca¨ªdo y, c¨®mo no, de la identidad israel¨ª. El viudo Yirmehayu no quiere volver a Israel. Su estrategia de duelo consiste en rechazar todo lo relacionado con su vida en Israel y con el juda¨ªsmo. Es decir, con su existencia anterior, la que comparti¨® con su mujer. ¡°He decidido tomarme un descanso de todo eso¡±, dice el viudo. Las tradiciones, los ritos, el conflicto con los palestinos. Quiere escapar y desprenderse por un rato de esa identidad, pero a Yirmehayu le resulta tan dif¨ªcil como a muchos otros israel¨ªes. ¡°Es una necesidad que todos sentimos a veces. Basta de Holocausto, basta de d¨ªa de homenaje a los soldados ca¨ªdos. Basta, basta, basta¡±, se queja Yehoshua.
El conflicto con los palestinos, con el resto de los vecinos de la regi¨®n y ahora con Ir¨¢n forma parte de esa suerte de paquete nacional que todos los israel¨ªes reciben al nacer quieran o no. ¡°No se puede imaginar lo cansado que estoy de los conflictos¡, pero te atrapan. Son importantes. Como escritor, lo que hago es tratar de mezclarlo con otras cosas¡±. Juega con ello en su obra, pero la vida real es otra cosa. ¡°Ahora el primer ministro elige el d¨ªa del Holocausto para hablar de otro Holocausto. Es incre¨ªble. Cre¨ªamos que ya se hab¨ªa acabado. Despu¨¦s de la Guerra de los Seis D¨ªas vino Sadat, y yo llor¨¦ porque no me pod¨ªa creer que un presidente egipcio viniera para ofrecernos la paz. Y ahora todo vuelve. Es el destino jud¨ªo, el antisemitismo, nuestras propias acciones, nuestras provocaciones, nuestra estupidez que hace que todo se repita¡±.
Como tantos otros, Yirmehayu, el viudo, quiere escapar. Su caso, sin embargo, es muy particular. Su hijo muri¨® en Cisjordania, tocado por fuego amigo ¡ªFuego amigo, el t¨ªtulo original de la novela¡ª. ¡°Una muerte sin sentido¡±, dice Yehoshua. De nuevo la muerte del hijo soldado, que aparece como gran tema de la producci¨®n literaria israel¨ª. Yirmehayu viaja a los territorios palestinos para comprender y en busca de consuelo. Su hijo muri¨® mientras ayudaba a una familia palestina. Pero en los territorios palestinos no encuentra consuelo alguno, porque al margen de sus supuestas bondades, su hijo era un soldado que formaba parte de un Ej¨¦rcito de ocupaci¨®n. La situaci¨®n est¨¢ tan podrida que la bondad individual de un soldado no va a ning¨²n lado, termina como casi todo en un contexto de ocupaci¨®n: mal.De eso tambi¨¦n va Fuego amigo o El cantar del fuego. De c¨®mo la ocupaci¨®n israel¨ª, que comenz¨® en 1967 y que oprime a los palestinos es tambi¨¦n un disparo a los pies israel¨ªes, de c¨®mo mantener esta situaci¨®n de por vida es para Yehoshua apostar por una suerte de suicidio nacional. ¡°No sabemos si Israel existir¨¢ dentro de cien a?os. Se cuestiona la legitimidad del pa¨ªs y eso hace que cunda el nerviosismo en el pa¨ªs. El miedo se convierte en agresi¨®n y la agresi¨®n en m¨¢s susto. Ese es el c¨ªrculo vicioso¡±.
Yehoshua, halc¨®n entre las palomas y paloma entre los halcones, en seguida aclara que ¨¦l defiende a ultranza al Ej¨¦rcito de su pa¨ªs. Hace a?os que da clase a soldados y cree que el Ej¨¦rcito ha sido el gran elemento integrador. Piensa adem¨¢s que ¡°no se puede culpar al Ej¨¦rcito de la militarizaci¨®n del pa¨ªs. La culpa es de los pol¨ªticos¡±. No falta, claro, quien difiere de su visi¨®n, quien sostiene que la integraci¨®n no es tal y que el llamado mosaico israel¨ª es m¨¢s bien un sistema de clases bien estratificado. Tal vez debido a la particular visi¨®n que tiene Yehoshua del Ej¨¦rcito, el soldado difunto, presente a lo largo de toda la novela, es la personificaci¨®n de la bondad.
¡°No se puede culpar al Ej¨¦rcito de la militarizaci¨®n del pa¨ªs. La culpa es de los pol¨ªticos¡±
La identidad israel¨ª, que a Yirmehayu se le pega a la piel a su pesar, es la que en Israel le roba el sue?o a pol¨ªticos e intelectuales, que compiten por imponer su visi¨®n identitaria del Estado. Religiosos contra laicos, nacionalistas contra pacifistas, ricos contra pobres. Yehoshua (Jerusal¨¦n, 1936) pertenece al campo de los laicos que quieren la paz con los palestinos y la evacuaci¨®n de las colonias, sin renunciar al sue?o sionista. Para ¨¦l, sionismo equivale a la aplicaci¨®n de la ley del retorno, es decir, la que permite a todos los jud¨ªos del mundo emigrar a Israel, al hogar jud¨ªo. Los palestinos de la di¨¢spora, de los campos de refugiados, tambi¨¦n tendr¨ªan derecho a volver a su tierra, matiza el escritor. ¡°Se ataca mucho al sionismo, pero lo que no se tiene en cuenta es que el sionismo salv¨® a 300.000-4000.000 jud¨ªos del crematorio cuando Estados Unidos cerr¨® sus puertas¡±. Para el autor de La novia liberada y Una mujer en Jerusal¨¦n, el problema no es el sionismo, sino las pol¨ªticas de su pa¨ªs, la mano blanda con los colonos que ¡°quieren m¨¢s tierras, m¨¢s territorios¡±.
Su mayor preocupaci¨®n reside no obstante en el avance de las fuerzas religiosas. Acaba de terminar una obra de teatro que ha estrenado en Londres y en la que David Ben Guri¨®n, padre fundador del Estado de Israel, y Zeev Jabotinsky, l¨ªder del sionismo revisionista, pelean tambi¨¦n por su visi¨®n del Estado. Socialismo frente a revisionismo. D¨¦cadas despu¨¦s, los t¨¦rminos del debate han cambiado por completo. ¡°La discusi¨®n aqu¨ª ya no es derecha o izquierda. Ahora la novedad es la religi¨®n¡±, sostiene Yehoshua. ¡°Despu¨¦s del Holocausto los religiosos se quedaron en silencio. Fue un mazazo. Fue el gran fracaso de su ideolog¨ªa. Dios no les ayud¨®¡±. Explica el escritor que ¡°la creaci¨®n de este pa¨ªs fue una revuelta contra la religi¨®n. Sab¨ªan adem¨¢s que para crear un Estado democr¨¢tico no pod¨ªa ser religioso, que la religi¨®n traer¨ªa la anarqu¨ªa. Un rabino aqu¨ª, otro all¨¢¡¡±. Hoy, el pa¨ªs camina en direcci¨®n contraria. La poblaci¨®n ultraortodoxa crece a un ritmo fren¨¦tico y alcanza cotas de poder inimaginables para los viejos del lugar.
Yehoshua lleva a los protagonistas de su ¨²ltima novela ¡ªCaridad espa?ola, a¨²n sin publicar en Espa?a¡ª hasta Santiago de Compostela y Madrid. Hace unos a?os fue a recibir un premio a Galicia y le impresion¨® Santiago. En la novela cuenta la historia de un director de cine y de sus creaciones. Dice Yehoshua que con Caridad espa?ola ha respirado. Que le ha servido como a Yirmehayu para alejarse, aunque sea por un rato, de las tensiones y contradicciones de su pa¨ªs, las que le cansan y a la vez le atrapan.
El cantar del fuego. A. B. Yehoshua. Traducci¨®n de Ana Mar¨ªa Bejarano. Duomo Ediciones. Barcelona, 2012. 480 p¨¢ginas. 21,80 euros.
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