La ley de la 'gravitas'
En calidad de operador de confianza en las primeras pel¨ªculas de los hermanos Coen ¡ªSangre f¨¢cil (1984), Arizona Baby (1987) y Muerte entre las flores (1990)¡ª, Barry Sonnenfeld aprendi¨® algo, aunque quiz¨¢ no asimil¨® todas las sutilezas de la lecci¨®n. El asunto ten¨ªa que ver con la mirada posmoderna, con la distancia que, en la trayectoria de los primeros Coen, manten¨ªan los creadores con los sucesivos universos de ficci¨®n que propon¨ªan en sus pel¨ªculas: una distancia materializada en la neutralizaci¨®n de lo sentimental y en un cierto descreimiento, pero sin visibles v¨ªnculos con la estricta parodia. En otras palabras, uno de los toques de distinci¨®n de ese estilo Coen era la permanente incertidumbre sobre hasta qu¨¦ punto los cineastas se estaban choteando no solo de sus criaturas, sino de las claves estil¨ªsticas que defin¨ªa los universos en que estas habitaban.
Direcci¨®n: Barry Sonnenfeld.
Int¨¦rpretes: Will Smith, Tommy Lee Jones, Josh Brolin, Jemaine Clement, Emma Thompson.
G¨¦nero: Comedia. Estados Unidos, 2012.
Duraci¨®n: 108 minutos.
Cuando Sonnenfeld se convirti¨® en director, en su camino se cruzaron las franquicias oportunas (o inoportunas) para que malinterpretase a su manera la lecci¨®n Coen y la aplicara sobre el molde, tan poco dado a complejidades, del moderno blockbuster: sus pel¨ªculas de la familia Addams y sus adaptaciones de Elmore Leonard se convirtieron en ejemplos paradigm¨¢ticos de un cine-espect¨¢culo del ji-ji ja-ja, sustentado en la idea de que nada pod¨ªa ser lo suficientemente importante como para no ser rebajado de todo peso espec¨ªfico mediante barrocos movimientos de c¨¢mara y constantes golpes de efecto.
Con el primer Men in Black. Hombres de negro (1997), el cineasta encontr¨® el material id¨®neo para desarrollar a fondo esa sensibilidad. La pel¨ªcula respond¨ªa a la perfecci¨®n a su extra?a naturaleza de blockbuster posmoderno: Sonnenfeld hab¨ªa convertido los comics de Lowell Cunningham y Sandy Carruthers ¡ªque, por cierto, no eran nada del otro mundo¡ª en aparatosas piezas de pirotecnia visual, dominadas por un sentido del humor presuntamente cool ¡ªaunque situado a a?os luz de la ciencia-ficci¨®n l¨²dica de Fredric Brown o Robert Sheckley¡ª, que lograban seducir al primer contacto para abducir todo poso una vez se abandonaba la sala de proyecci¨®n.
Diez a?os despu¨¦s de la primera secuela, Men in Black 3 tiene el detalle de ofrecer m¨¢s de lo mismo ¡ªel pr¨®logo, la escena en la cocina del restaurante oriental poblado de peces alien¨ªgenas¡¡ª, pero con el suficiente repertorio de variables como para que el rencuentro merezca la pena: el viaje temporal y, sobre todo, el ejercicio interpretativo de un Josh Brolin canalizando los registros de un Tommy Lee Jones joven. No todo funciona con el mismo acierto y algunos tramos ¡ªla visita a la Factory warholiana¡ª parecen estar pidiendo a gritos algo m¨¢s de mordiente, pero, en el desenlace, aguarda una sorpresa que engrandece el conjunto. Sonnenfeld descubre la gravitas y logra articular un trauma fundacional para su pareja de personajes que propicia un afortunado cambio de tono.
Como dato curioso en una pel¨ªcula que juega con la idea de las posibilidades hist¨®ricas alternativas, aqu¨ª Sonnenfeld, mano derecha de Ethan (y Joel) Coen en los comienzos de su carrera, cuenta en su equipo de guionistas con el casi hom¨®nimo Etan Cohen. Cabe aventurar que con Etan Cohen el director ha acabado asimilando la letra peque?a de esa lecci¨®n que, 28 a?os atr¨¢s, comenz¨® a impartirle Ethan Coen.
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