Y as¨ª delat¨® G¨®ngora al inquisidor...
En un manuscrito in¨¦dito el poeta acusa a un miembro del Santo Oficio Era su antiguo amigo Jim¨¦nez de Reynoso, quien viv¨ªa amancebado con una mujer Es el primer texto del literaro cordob¨¦s hallado desde el siglo XIX
Un refinad¨ªsimo esteta del Siglo de Oro hablando de las ¡°inmundicias y suciedades ordinarias¡± que manchaban unas camisas tendidas al sol tras noches de desfogue sexual. Luis de G¨®ngora (C¨®rdoba, 1561-1627), el padre del sofisticado culteranismo, narrando c¨®mo el inquisidor Alonso Jim¨¦nez de Reynoso, para beneficiarse c¨®modamente a do?a Mar¨ªa de Lara, mand¨® abrir un boquete en una muralla ¡°de nueve pies de ancho¡±. Este es parte del contenido de las cinco p¨¢ginas manuscritas por el c¨¦lebre literato, halladas por la hispanista Amelia de Paz, y que han sido presentadas hoy en la Biblioteca Nacional como la gran joya de una exposici¨®n dedicada al autor de Soledades.
Desde el siglo XIX no se hallaba un manuscrito gongorino de semejante peso. El poeta D¨¢maso Alonso encontr¨® dos renglones con los que el poeta apostill¨® de su mano una carta dictada. Pero el hallazgo anunciado en la inauguraci¨®n de la muestra G¨®ngora. La estrella inextinguible. Magnitud est¨¦tica y universo contempor¨¢neo, organizada por Acci¨®n Cultural Espa?ola, supondr¨¢ un cambio en la forma en que vemos a este cl¨¢sico.
¡°La visi¨®n que tenemos en Espa?a de G¨®ngora es la de un cl¨¦rigo serio, severo¡ la del cuadro de Vel¨¢zquez¡±, se?ala por tel¨¦fono la hispanista y advierte que, aunque todav¨ªa es pronto para establecer conclusiones, este manuscrito mostrar¨ªa un G¨®ngora m¨¢s desenfadado y burl¨®n.
De Paz estudiaba el contexto social de G¨®ngora cuando, revisando la secci¨®n de la Inquisici¨®n de C¨®rdoba en el Archivo Hist¨®rico Nacional, dio con las cinco p¨¢ginas manuscritas a doble cara. ¡°Ha sido un hallazgo totalmente involuntario¡±. El texto es una acusaci¨®n de G¨®ngora contra un inquisidor, su antiguo amigo Alonso Jim¨¦nez de Reynoso. El porqu¨¦ de dicho ataque permanece en el misterio: ¡°G¨®ngora y Reynoso hab¨ªan sido amigos y por alguna rencilla, creo sobre el padre de G¨®ngora, se enfadaron¡±, explica De Paz, quien prepara un libro sobre el disoluto inquisidor.
El Santo Oficio ten¨ªa su propio sistema de control interno y enviaba a los diferentes tribunales inspectores (los inquisidores visitadores) que evaluaban la conducta del resto de inquisidores, algo as¨ª como el departamento de asuntos internos del que se habla en las series policiacas. G¨®ngora aprovech¨® la visita de uno de esos inspectores para poner de hoja de perejil a su examigo Alonso, quien estaba amancebado con Mar¨ªa de Lara, a quien hab¨ªa conocido en Granada y a quien llev¨® de ciudad en ciudad all¨¢ donde fue destinado. El inquisidor no solo manten¨ªa una conducta tenida por inadecuada para un cl¨¦rigo, sino que adem¨¢s ¨Cseg¨²n G¨®ngora¨C hizo obras en su nidito de amor ¡°a costa del Rey¡±, o sea, malvers¨® dinero.
Ese tipo de testimonios ante la Inquisici¨®n sol¨ªan realizarse de manera oral, por eso el hecho de que exista este texto le a?ade valor. G¨®ngora fue llamado a testificar por la ma?ana y aleg¨® no acordarse de nada: ¡°debo recorrer la memoria¡±. Luego, por la tarde, envi¨® las cinco hojas manuscritas. ¡°Llev¨® al inquisidor a su terreno, el de la lengua escrita¡±, se?ala la hispanista.
La acusaci¨®n de G¨®ngora (un personaje influyente en C¨®rdoba, hijo de una conocida familia y racionero de la catedral, o sea, que se llevaba una parte de las rentas del templo) surti¨® efecto. ¡°Consigui¨® quitarse de en medio a Reynoso porque puso en marcha su red de influencias. Reynoso fue sancionado. Lo suspendieron y lo trasladaron a otro tribunal, algo que en realidad fue un ascenso porque lo mandaron a Valladolid, que era una plaza m¨¢s importante que C¨®rdoba¡±, cuenta De Paz.
La hispanista quita importancia a la t¨®rrida relaci¨®n sexual entre el inquisidor y do?a Mar¨ªa de Lara, una relaci¨®n ¡°muy p¨²blica y escandalosa¡±, seg¨²n G¨®ngora. ¡°Era el t¨ªpico amancebamiento. Hab¨ªa un consentimiento grande, no solo por parte de la Inquisici¨®n, tambi¨¦n por la parte de la gente. A poco que uno lea sobre el funcionamiento del Santo Oficio descubre que era m¨¢s indulgente de lo que se suele creer¡±.
La memoria y la obra de G¨®ngora fue la amalgama que cataliz¨® a la Generaci¨®n del 27. Para culminar el homenaje al poeta cordob¨¦s por el tercer centenario de su muerte, el 16 y 17 de diciembre de 1927 la vanguardia po¨¦tica se reuni¨® en Sevilla: Jos¨¦ Bergam¨ªn, Juan Chab¨¢s, Jorge Guill¨¦n, Gerardo Diego, Federico Garc¨ªa Lorca, Rafael Alberti y, singularmente, D¨¢maso Alonso, quien realiz¨® ediciones cr¨ªticas y estudios, en especial sobre su segunda etapa, la denominada culterana, en la que la inteligibilidad de los textos se subordinaba al efectismo est¨¦tico.
La exposici¨®n que acoge la Biblioteca Nacional repasa los m¨¢s de 400 a?os de influencia de la obra gongorina en la literatura universal. Para ello se muestran centenares cuadros, manuscritos, grabados, dibujos, cartas, esculturas, instrumentos musicales, tapices, partituras, carteles, libros, y revistas.
"P¨²blica y escandalosa"
Extracto del manuscrito de G¨®ngora:
¡°?tem, e o?do decir a ?lualo de Vargas,paje que fue del dicho ynquisidor, como la dicha do?a Mar¨ªa era su amiga y entraba y sal¨ªade su casa muy de hordinario, y la ten¨ªa veinte y treinta d¨ªas en un aposento alto que llaman de la Torre, donde la entraban por una escalera falsa que est¨¢ en la principal, que sube a su quarto, y para tener corresponden?ia a su aposento hi?o romper a costa del Rey la muralla de nueve pies en ancho,y el dicho Vargas la bio abrir y trabajar en ella como agora se puede ber por vista de ojos; y que quando el dicho ynquisidor dorm¨ªa con la susodicha do?a Mar¨ªa lo echaba ¨¦l de ver en quatro y seis camisas que hab¨ªa ¨¦l mudado la noche y estaban tendidas a la ma?ana en el terrado para enjugallas del sudor, donde hallaba en las delanteras de las dichas camisas las inmundi?ias y suciedades hordinarias de semejantes actos, como lo dir¨¢ el dicho ?luaro de Vargas¡±.
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