El campe¨®n de Guatemala triunfa en O Cebreiro, etapa reina de O Gran Cami?o
Sergio Chumil, del Burgos, se aprovecha del ataque del l¨ªder, Derek Gee, para ganar su primera carrera en Espa?a como ciclista profesional
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En O Cebreiro empieza Galicia y el aire fr¨ªo, tan limpio, puro, de los Ancares y el Courel embriaga tanto como las palabras hermosas, y las refuerza, y las convierte en ideas de ¨¦xito impepinable, y despu¨¦s de proclamarlas Ezequiel Mosquera sonr¨ªe esperanzado. Acaba de anunciar la creaci¨®n del Bloque Ciclista Antipuntos. Organizadores, equipos y corredores unidos contra la dictadura de una clasificaci¨®n UCI que hace m¨¢s rentable quedar d¨¦cimo que arriesgarse por ganar, que hace mezquinos a los equipos que solo luchan para sobrevivir, que arruinan el ciclismo y las ideas nuevas, como O Gran Cami?o surgido del caletre de Mosquera, gu¨ªa espiritual del ciclismo que vivi¨® el s¨¢bado su etapa reina en coincidencia con la Het Volk, la cl¨¢sica de apertura de la temporada flamenca de muros y piedras.
El aficionado de visera para arriba y banderitas de leones saliva cuando le recitan Bosberg, Berendries, Kapelmuur, Molenberg, letan¨ªa de muros santos del ciclismo, y en O Cebreiro, en un paisaje m¨¢s antiguo a¨²n, m¨¢s real, pallozas habitadas hasta hace nada, cuando no hab¨ªa carreteras, sino caminos, y el hospital m¨¢s cercano estaba a un d¨ªa de camino y solo los veterinarios en Land Rover se aventuraban en invierno, es l¨ªcito preguntarse qu¨¦ tienen aquellas carreteras que no tengan la subida a Pintinidoira, que ya los peregrinos se aventuraban a atravesar hace m¨¢s de 10 siglos, valles invictos ante el progreso que envenena el mundo, robles, casta?os, prados verdes verdes, y en el que el Israel apabulla al pelot¨®n una tarde luminosa de sol y viento helado, como siempre.
Preparan al grupo, lo anestesian, para que no les duela la aceleraci¨®n progresiva de su canadiense en las nubes y la cabeza a p¨¢jaros, el pistard Derek Gee, hermoso de amarillo, que sube como Wiggins, sin despegarse del sill¨ªn, y con ¨¦l los 20 kil¨®metros ¨²ltimos, Sergio Chumil, escalador de bolsillo, volc¨¢nico como la Guatemala cuyo maillot de campe¨®n viste, que se adhiere a su rueda como Caca¨ªto Rodr¨ªguez hace d¨¦cadas con Indurain, y como aquel colombiano solo le da un relevo, y le mata por media rueda, cuchillo limpiamente hundido entre los omoplatos del canadiense, en el ¨²ltimo de los 137.150 metros de la etapa, cuando los acogen las pallozas y los s¨®lidos edificios cuadrados, granito, pizarra, paja del pueblo m¨¢s bonito de la Galicia real.
Han seguido el camino de los peregrinos, barrancos que quitan el hipo, pero no son peregrinos, sino trabajadores migrantes. Uno, Gee, 27 a?os, llega a Europa de la rica Canad¨¢. El otro de Guatemala. Un resistente. Vence quien resiste. ¡°Sab¨ªa que era la buena rueda. Ni s¨¦ de d¨®nde saqu¨¦ fuerzas¡±, dice Chumil, 24 a?os, de Tecp¨¢n, a 2.200 metros de altitud de altiplano. Lleg¨® a Espa?a hace cuatro a?os y despu¨¦s de crecer cicl¨ªsticamente en el Cortizo gallego, el equipo del Club Ciclista Padron¨¦s, fich¨® por el Burgos. Vive en un hotel y cuando gana, y tambi¨¦n gan¨® una etapa el pasado verano en la grand¨ªsima, la Vuelta a Portugal, en el Alto de Torre, se acuerda de su equipo y de su novia. Y, como todos los que saben aprovechar las oportunidades que se buscan en la vida, no se sonroja cuando le dicen que chup¨® rueda y se aprovech¨® del gigante canadiense. ¡°Hice lo que nos conven¨ªa¡±, dice. ¡°En el Burgos tenemos nuestra forma de correr¡±.
O Gran Cami?o da un salto el domingo para llegar al Obradoiro en Santiago. La ¨²ltima etapa saldr¨¢ de Betanzos y llegar¨¢ a la capital y su catedral por cami?os de terra hasta Milladoiro, donde los peregrinos se humillan para gozar de la vista de las torres rom¨¢nicas y el p¨®rtico. Ni Gee, que llega de l¨ªder con 37s de ventaja sobre el italiano Davide Piganzoli, ni Chumil, ni ning¨²n ciclista se humillar¨¢. Todos, orgullosos, desafiar¨¢n la belleza con su sudor. Es su oficio, tan puro, aunque lo quieran complicar con los puntos.
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