Dios y el diablo en el pa¨ªs de los ¡®s¨®viets¡¯
Todo fluye y todo vibra en 'The Master and Margarita', de Simon McBurney y Complicite
Puede imaginarse algo m¨¢s subversivo que una novela surreal y cristiana en la Rusia de Stalin? El maestro y Margarita es tambi¨¦n una fiesta de la imaginaci¨®n y un supremo ejemplo de voluntad creadora. Bulg¨¢kov la escribi¨® y reescribi¨® incansablemente entre 1928 y 1940, luchando contra la pobreza, el anonimato y la tiran¨ªa, y no se public¨® hasta 1966, veinticinco a?os despu¨¦s de su muerte: hoy es una de las grandes obras del siglo XX. En 2003, Xicu Mas¨® present¨® en el Lliure una estupenda puesta, a partir de la adaptaci¨®n de Jean-Claude Carri¨¨re. El pasado mes de abril, Simon McBurney y Complicite estrenaron en el Barbican el extraordinario montaje que hemos podido ver en los Teatros del Canal, bajo el marchamo del Festival de Oto?o en Primavera. La versi¨®n corre a cargo de McBurney, Edward Kemp y la propia compa?¨ªa, integrada por diecis¨¦is grandes int¨¦rpretes. Es imposible resumir la alambicad¨ªsima trama del relato, pero quiz¨¢s se puedan delimitar sus principales l¨ªneas narrativas: a) la historia de amor entre el Maestro, un escritor (alter ego de Bulg¨¢kov) recluido en un psiqui¨¢trico, y de Margarita, contrafigura de Elena Seergevna, su tercera esposa; b) la novela que el Maestro ha escrito y destruido, una suerte de Evangelio seg¨²n Pilatos, y, c) las correr¨ªas del diablo Voland, que siembra el caos en el Mosc¨² de los a?os treinta y, por un pacto f¨¢ustico que se le va de las manos, acaba liberando (c¨®smicamente) a los dos protagonistas.
El maestro y Margarita tiene uno de los mejores arranques de la historia. El enigm¨¢tico Voland aparece en un parque de Mosc¨² y, para demostrar su poder, le pronostica una muerte inminente a Berlioz, presidente de la Asociaci¨®n de Escritores y empecinado materialista dial¨¦ctico. Ivan, un joven poeta, no solo presencia la decapitaci¨®n de su amigo en el metro sino que realiza un incomprensible viaje en el tiempo a la Jerusal¨¦n del a?o 33, donde asiste a la confrontaci¨®n entre Jes¨²s y Pilatos. Nadie le cree, obviamente, cuando narra ambas historias, y amanece en el manicomio, donde comprende que el episodio b¨ªblico guarda misteriosas semejanzas con la novela de su compa?ero de habitaci¨®n.
Simon McBurney narra dram¨¢ticamente con la misma garra que Bulg¨¢kov. Todo genera aqu¨ª una inmensa energ¨ªa de atracci¨®n
Simon McBurney narra dram¨¢ticamente con la misma garra que Bulg¨¢kov. Todo genera aqu¨ª una inmensa energ¨ªa de atracci¨®n: la intensidad de los actores, la excepcional banda sonora de Gareth Fry (de Shostak¨®vich a los Stones) que respalda cada escena, el vendaval de las im¨¢genes, el ritmo endiablado (nunca mejor dicho) de thriller sobrenatural. Proyectadas en una gran pantalla desfilan las calles de Mosc¨², rastreadas y ampliadas en vertiginosos zooms al m¨¢s puro estilo Google Street: sensaci¨®n de control permanente y absoluto por el ojo omnipresente del mism¨ªsimo Gran Hermano. Las ventanas de los edificios se recortan, como en la portada de Physical Graffiti, de Led Zeppelin, y lo que en ellas sucede cobra vida, con animaciones en 3D dise?adas por Es Devlin y Luke Hall. Es el espect¨¢culo m¨¢s visualmente deslumbrante que he visto en mucho tiempo, un aut¨¦ntico ¡°peliculazo teatral¡±; es brillante, divertido, entretenid¨ªsimo, y con una enorme fuerza emotiva. Dura, aviso, tres horas y media (con pausa, eso s¨ª), y no fatiga su duraci¨®n aunque s¨ª puede hacerlo el constante movimiento esc¨¦nico y la catarata de trucajes maravillosos. Paul Rhys, que fue un admirable Angelo en el Measure for measure de McBurney en el NT londinense, encarna a un Maestro fr¨¢gil y en permanente estado de paranoia, v¨ªctima de un r¨¦gimen en el que todos son delatores potenciales, y tambi¨¦n es Voland, un diablo dandi con anteojos negros y levit¨®n, muy cercano a Gary Oldman en el Dr¨¢cula de Coppola, que se presenta a los acordes de Gimme Shelter (Sympathy for the devil hubiera sido demasiado obvio). Su mejor momento en la primera parte tiene lugar en el teatro de variet¨¦s de Lijod¨¦yev, cuando hace que los asistentes a la sesi¨®n de magia revelen sus m¨¢s secretos deseos mientras nuestros rostros (otro efecto sorprendente) se multiplican en la pantalla. ?nica pega: el personaje de su escudero, un gato negro antropomorfo y l¨²brico, queda aqu¨ª reducido a un mu?eco de peluche muy bien manipulado, pero esas bombillas rojas a guisa de ojos rozan lo rid¨ªculo. C¨¦sar Sarachu, que fue el inolvidable Bruno Schulz de The street of crocodiles y el gran Bernardo de C¨¢mara Caf¨¦, es un Cristo que exhala una doliente espiritualidad, como si f¨ªsicamente cargara con todos los pecados del mundo: su silencioso enfrentamiento con Poncio Pilatos (Tim McMullan), torturado por la culpa, es uno de los episodios m¨¢s hermosos de la funci¨®n. La segunda parte hace pensar en una ¨®pera dirigida por Terry Gillian, con Margarita (Sinead Matthews) como gran solista; una Margarita que, tras vender su alma, sobrevuela los tejados (casi una versi¨®n sovi¨¦tica de Musidora en Les vampires) y se convierte en maestra de ceremonias de un baile macabro para, al fin, desconcertar al demonio con una ins¨®lita demanda: en vez de exigir el reencuentro con su amado, pide la liberaci¨®n de una joven madre enloquecida que ahog¨® a su beb¨¦ con un pa?uelo del que no puede librarse. Ese acto de misericordia, que desballesta los planes sat¨¢nicos, halla un paralelo en la clausura de la trama b¨ªblica, cuando Pilatos es perdonado por Cristo. Hay que tener una gran pureza de coraz¨®n para darle el tono justo a esas escenas: McBurney la tiene y conmueve al ateo m¨¢s cori¨¢ceo. Las im¨¢genes on¨ªricas del tercio final cortan el aliento, y cualquier intento de descripci¨®n quedar¨¢, inevitablemente, a a?os luz de lo que vemos proyectado en escena: el Maestro y Margarita, al fin reunidos, galopan hacia el cielo en un gigantesco caballo de madera que parece haberse formado con todas las sillas que ocupaban los actores, perdi¨¦ndose luego en una tormenta de nieve, mientras abajo, en lo hondo, se derrumba poco a poco el edificio donde el diablo tuvo su residencia terrenal. Veo, en el programa del estreno en Londres, que The master and Margarita estar¨¢ en el festival de Avi?¨®n, del 7 al 16 de julio, y en el Grec barcelon¨¦s del 25 al 28. Yo de ustedes ir¨ªa reservando entradas.?
The master and Margarita, de Mija¨ªl Bulg¨¢kov. Direcci¨®n de Simon McBurney. Festival de Avi?¨®n. Del 7 al 16 de julio. www.festival-avignon.com. Festival Grec. Barcelona. Del 25 al 28 de julio. grec.bcn.cat/es. www.complicite.org.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.