Seis mansos, un valiente y un picador
Frascuelo, Garibay, Casta?o. Imposible corrida, desde el primero hasta el ¨²ltimo, a pesar del espejismo del ¨²ltimo
Afirmar que la corrida de ayer fue una mansada no refleja con exactitud el comportamiento de los toros. Quiz¨¢, mejor, una mansada infernal, o una pasarela de bueyes o de mulas. Imposible corrida, desde el primero hasta el ¨²ltimo, a pesar del espejismo del ¨²ltimo, que acudi¨® desde los medios al caballo del picador Tito Sandoval, pero hu¨ªa que se las pelaba cuando sent¨ªa el hierro en sus carnes. Toros huidizos de salida, cobardes que buscaban con desesperaci¨®n la puerta al campo, rajados ante los caballos, con las caras siempre por las nubes en un terco intento por quitarse el palo de encima. Y parados, descastad¨ªsimos y sin clase alguna en la muleta, tercio, en el que no sirvi¨® ninguno. De ah¨ª, que no hubiera un solo capotazo airoso en toda la tarde, ni un muletazo que se recuerde, ni n¨¢ de n¨¢¡
Bueno, tampoco esa es la verdad. Hubo cosas, y algunas importantes, como suele ocurrir cuando aparece un torero dispuesto a hacer frente a la adversidad y a jugarse los muslos sin trampa ni cart¨®n.
Carriquiri/Frascuelo, Garibay, Casta?o
Toros de Carriquiri, bien presentados, muy mansos, muy descastados y desclasados.
Frascuelo: media estocada (palmas); media estocada (silencio).
Ignacio Garibay: cuatro pinchazos y estocada (silencio); estocada _aviso_ (silencio).
Javier Casta?o: estocada tendida y ladeada (ovaci¨®n); media tendida y un descabello (vuelta al ruedo).
Plaza de las Ventas. 30 de mayo. Vig¨¦simo primera corrida de feria. Tres cuartos de entrada.
Se llama Javier Casta?o, y super¨® con nota el dificultoso examen que le presentaron dos toros complicados, broncos, con malas ideas y sin una gota de sangre brava en las venas. Y lo aprob¨® con decisi¨®n, con un valor digno de elogio, con una deslumbrante firmeza, con pundonor, con entrega y con raza de h¨¦roe. Como ha ocurrido siempre cuando un torero ha querido demostrar que es capaz de estar por encima de su oponente.
Protagoniz¨®, adem¨¢s, un gesto infrecuente: se cruz¨® en sus dos toros. ?Qu¨¦ estampa m¨¢s torera cuando buscaba el pit¨®n contrario y citaba con la muleta planch¨¢! Qu¨¦ torera y qu¨¦ extra?a, porque eso no lo hace hoy pr¨¢cticamente ning¨²n miembro del escalaf¨®n de matadores.
La plaza se lo agradeci¨®, como no pod¨ªa ser de otra manera, y le oblig¨® a dar la vuelta al ruedo tras matar al sexto como premio a toda una actuaci¨®n muy seria, muy emocionante, aunque no brillante porque la nula calidad de lo toros impidi¨® el lucimiento.
Y hubo un picador, Tito Sandoval, que se sinti¨® lo que es, torero a caballo, y realiz¨® la suerte de picar en el ¨²ltimo con enorme brillantez. Llam¨® la atenci¨®n del toro, le ofreci¨® el pecho del caballo y se?al¨® en todo lo alto hasta cuatro veces, las mismas que el animal acudi¨® de largo desde los medios en un espejismo de bravura, pues no present¨® pelea en ninguno de los encuentros.
OVACI?N: Honor al picador Tito Sandoval; con las banderillas brillaron David Adalid y ?ngel Sope?a.
PITOS: Es dif¨ªcil encontrarse con una corrida tan completamente mansa como la de Carriquiri. Seis aut¨¦nticos bueyes de carreta.
Y hubo dos se?ores vestidos de luces: Frascuelo e Ignacio Garibay.
Si se tiene en cuenta, -que se debe tener-, la nulidad de sus oponentes, nada hay que objetarles, pero la torer¨ªa no consiste solo en la b¨²squeda del triunfo, sino en los andares por el ruedo, en la actitud, en la disposici¨®n¡
Frascuelo, que fue recibido con una ovaci¨®n que agradeci¨® desde el callej¨®n, decepcion¨®. Esa es la verdad. Es un torero admirable, pues lo es quien con 63 a?os hace el pase¨ªllo y mantiene la ilusi¨®n. Pero hay que hacerlo con todas sus consecuencias. Y ayer se le vio desganado, precavido en exceso, sin recursos, desconfiado, como fuera de la lidia, sin el ¨¢nimo necesario para solventar la dif¨ªcil papeleta. Vamos, que no respondi¨® a la expectaci¨®n que en esta plaza crea siempre su presencia. Si inhibi¨® con el capote e intent¨® justificarse con la muleta, pero, tan despegado siempre, que lo empeor¨®.
Y el mexicano Garibay qued¨® in¨¦dito. No parece torero para toros tan ¨¢speros. Su primero se desplom¨® dos veces en la arena cuando intentaba pasarlo con la muleta, y la gente protest¨® con raz¨®n cuando el torero hizo un desplante ante lo que era, no un toro, sino un proyecto de cad¨¢ver. Y el quinto solo sab¨ªa andar mediante arreones y tornillazos. De todos modos, tambi¨¦n al torero se le vio afligido, y esa no es una buena carta de presentaci¨®n.
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