Y la noche fue negra
The Cure impusieron su l¨²gubre clasicismo en un concierto triunfal La actuaci¨®n de Rufus Wainwright fue peor, no tuvo magnetismo
Por la noche salen los vampiros, los murci¨¦lagos, Batman, Dr¨¢cula y¡.The Cure. Robert Smith, ojos pintados de negro, pelos Eduardo Manostijeras, vestimenta negra, como la del resto de la banda, sali¨® a escena pasadas las 22:10h de la noche, y el reino de las tinieblas pop cay¨® sobre la multitud que se arracimaba ante el escenario principal del Primavera Sound. Por delante esperaban unas dos horas de himnos casi luctuosos pero genuinamente pops. Fue, sin dudas, la banda que triunf¨® en la jornada y en lo que se lleva de festival.
Robert Smith no se ha apartado ni un ¨¢pice de su estilo y eso, lejos de condenarlo, le ha dado la inmortalidad. Una base de teclados que aislada del grupo har¨ªa rezar novenas a Rouco Varela, un bajo carnoso y oscuro, melod¨ªas perfectas y la voz vehemente de Robert Smith, quien parece gritar desde las profundidades de un confesionario, explican este ¨¦xito. En el concierto de ayer, de repertorio muy similar al del reciente festival Pink Pop holand¨¦s, en su primera mitad ya hab¨ªan sonado piezas como ¡°Just like heaven¡±, ¡°Pictures of you¡±, ¡°In between days¡±, ¡°A forest¡±, y The walk¡±, ¡°Friday i¡¯m in love¡± entre otras, esper¨¢ndose para el final la traca con ¡°Let¡¯s go bed¡± o ¡°Boy¡¯s don¡¯t cry¡±.
Menos suerte tuvo Rufus Wainwright cuya actuaci¨®n anterior en el mismo escenario careci¨® de magnetismo, tuvo un ritmo discontinuo y dej¨® un sabor de boca agridulce todo y que Teddy Thompson le acompa?¨® en guitarra y voz. No fue de lo mejor del d¨ªa. Eso ocurri¨® en el Auditori, espacio que depara placer por s¨®lo entrar en ¨¦l, ya que es como si en un Chiquipark se dispusiese de una habitaci¨®n acolchada e insonorizada s¨®lo abierta para los padres. Cierto que la gesti¨®n del espacio dentro de un festival provoca muchas incomodidades, por ejemplo que no dejen entrar con bocadillos, lo que demuestra que la organizaci¨®n ignora el precio del jam¨®n, pero este ¨¢mbito es perfecto para las propuestas que all¨ª ubica la organizaci¨®n.
All¨ª el primero en actuar fue Nick Garrie, un perdedor sin ¨¦pica ni aura, un pringado, vamos, aunque en 1969 hizo un disco excelente que pas¨® desapercibido. Ahora lo recuperaba, y al contrario de otras muchas recuperaciones miserables del pasado, Garrie tir¨® de canciones que pese a ser desconocidas son cl¨¢sicas, marcan pauta, estilo y acotan un terreno que muchos otros han hollado m¨¢s tarde. El pop de Garrie se sostiene en una cosa tan sencilla y a la vez compleja como la canci¨®n. Toc¨® todo el disco en cuesti¨®n, ¡°The nightmare of J.B. Stanislas¡± por orden, que s¨®lo rompi¨® para interpretar en primer lugar a modo de agasajo a un fan ¡°Ink pot eyes¡±. Cierto que a la banda le faltaban ensayos, pero con delicias como ¡°David prayers¡±, ¡°Sthepanie city¡± o ¡°Wheels of fortune¡± se pueden comprar cualquier cosa, incluso canarios mudos. Porque, entre otras cosas, las canciones de Garrie no son bonitas s¨®lo por el estribillo, sino por su puente y estrofa y por sus arreglos. Por todo. Porque s¨ª, si se permite.
Pero para palabras mayores las de Laura Marling. Ese s¨ª que fue un concierto may¨²sculo, superlativo, serio y convincente. Jovencita con una voz extraordinaria, sus canciones, folk muy elaborado, fue recreado con delicadeza gracias a, entre otros instrumentos, contrabajo, viola y banjo. Laura, un cruce imposible entre Vasthi Bunyan y Joni Mitchell, dispuso unas canciones nada lineales, llenas de recovecos iluminados por la inspiraci¨®n, que no por marcar territorios de dificultad propios de listillas. Los temas crec¨ªan poco a poco sin ¨¦pica, s¨®lo con sensibilidad, como mariposas que nacen y no cesan de evolucionar hasta mostrar la amplitud de la belleza de sus alas. Excelente. S¨®lo sobr¨® el s¨ªndrome de parvulario, esa man¨ªa de alg¨²n aficionado, s¨ª, en masculino, esto s¨®lo lo hacen los varones, de saludar los primeros acordes de los temas con un sonoro ¡°uuuuuh¡± que viene a decir ¡°me la s¨¦¡±. Pas¨® con ¡°I was just a card¡± y ¡°The muse¡±. Luego hasta eso se olvid¨®. Por su parte, Jeff Mangum fue una muestra de poder y convicci¨®n, una voz y una guitarra enhebraron con fiereza un repertorio deliciosamente ac¨²stico. L¨¢stima que bastantes aficionados que hab¨ªan pagado los dos euros suplementarios por ver a Mangum, entraron con la actuaci¨®n ya comenzada. Un problema m¨¢s de ese por otro lado excelente recinto que diferencia al Pimavera de otros festivales similares.
Y para la historia del festival quedar¨¢ tambi¨¦n la actuaci¨®n sorpresa que Wilco ofreci¨® en la ma?ana de ayer en la tienda de discos Rev¨®lver, cuyo tama?o es poco mayor que un local de ensayo. Jeff Tweedy y los suyos ofrecieron un concierto de media hora ante un buen grupo de incr¨¦dulos espectadores, ante los que tocaron ocho piezas, entre ellas ¡°Whole love¡±, ¡°Born alone¡± y ¡°War on war¡±. Fue un complemento excelente al concierto de la noche del jueves, un concierto en el que no proliferaron las piezas m¨¢s populares. La actuaci¨®n de Wilco en Rev¨®lver reafirmo los lazos de la banda con Barcelona. Quiz¨¢s cuando el Boss se retire...
Babelia
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