La familia de una v¨ªctima de los nazis deber¨¢ devolver un tesoro a Alemania
Un superviviente polaco de Auschwitz se llev¨® una tabla asiria a EE UU en 1949 Un museo arqueol¨®gico de Berl¨ªn dice que se la rob¨® el Ej¨¦rcito Rojo tras la II Guerra Mundial
Riven Flamenbaum sobrevivi¨® al Holocausto y emigr¨® en 1949 a Am¨¦rica, donde se trajo las dos cosas m¨¢s preciadas que encontr¨® en Europa: su mujer y una peque?a tabla, del tama?o de una foto de carn¨¦, grabada con unos extra?os caracteres y hecha de oro macizo. Ahora, un juzgado de Brooklyn, en Nueva York, le ha ordenado a sus descendientes que devuelvan el artefacto, que ha resultado ser un objeto asirio de 3.200 a?os de antig¨¹edad, al museo Vorderasiatisches de Berl¨ªn.
En vida, Flamenbaum escondi¨® su tabla, que sus tres hijos heredaron tras su muerte a los 92 a?os, en 2003. A ¨¦stos les hab¨ªa contado que la hab¨ªa cambiado por unos cigarrillos, en el mercado negro de las calles del Berl¨ªn de la posguerra. La empe?¨® en una ocasi¨®n para poder comprar una licorer¨ªa que regent¨® en vida en Canal Street. Pronto pag¨® la deuda y la recuper¨®. Sent¨ªa curiosidad por saber cu¨¢nto val¨ªa el objeto, y un tasador le dijo que ser¨ªan, aproximadamente, 100 d¨®lares.
En realidad, el museo Vorderasiatisches la ha valorado en 10 millones de d¨®lares, dada su antig¨¹edad y la historia que entra?a. La encontr¨® el arque¨®logo alem¨¢n Walter Andrae en unas ruinas al norte de Bagdad en 1913. En ella se cuenta la historia de la construcci¨®n del famoso templo de Ishtar, del reinado del rey Tukulti-Ninurta I de Asiria, cuya puerta de entrada ahora se halla en el museo de P¨¦rgamo en Berl¨ªn.
Un explorador alem¨¢n encontr¨® la tabla en lo que hoy es Irak en 1913, y la envi¨® a Alemania durante los primeros meses de la Primera Guerra Mundial. En 1945, el Ej¨¦rcito Rojo saque¨® el museo en el que se hab¨ªa expuesto.
Andrae la envi¨® por barco a Alemania, pero en el trayecto estall¨® la Primera Guerra Mundial, lo que la mantuvo en un puerto portugu¨¦s hasta 1926. El Vorderasiatisches, que se halla en el s¨®tano del museo de P¨¦rgamo, la exhibi¨® por primera vez en 1934, cuando Alemania estaba ya bajo mandato nazi. Las tropas sovi¨¦ticas que tomaron Berl¨ªn saquearon el museo en 1945, y la tabla desapareci¨®.
Flamenbaum, nacido en Polonia, emigr¨® a Am¨¦rica en 1949. La tabla, en su equipaje, qued¨® olvidada por Berl¨ªn. Los gerentes del museo ni siquiera se molestaron en colocarla en su lista de objetos de valor desaparecidos. Fue Israel, uno de los hijos Flamenbaum, quien, a la muerte de su padre, contact¨® a ese museo, rico en colecciones arqueol¨®gicas, para preguntar por el valor de la tabla. Los gerentes la analizaron, se dieron cuenta de que hab¨ªa sido suya y decidieron demandar a la familia en los juzgados de Nueva York, en 2006.
El museo alem¨¢n Vorderasiatisches reclama su propiedad, aunque no la incluy¨® en ninguna lista de objetos desaparecidos tras la Segunda Guerra Mundial.
Es, en cierto modo, una inversi¨®n de la tradicional historia de sobrevivientes jud¨ªos del holocausto que demandan a descendientes de los nazis para recuperar el patrimonio que les expoliaron.?Flamenbaum ten¨ªa un n¨²mero de identificaci¨®n tatuado en el antebrazo, al igual que su mujer, Dora. Toda su familia fue aniquilada por los nazis en los campos de exterminio.
En 2010, un juzgado del Condado de Nassau fall¨® a favor de la familia, ya que no pod¨ªa certificar que Flamenbaum hubiera robado la tabla. El 30 de mayo, una corte de apelaciones reverti¨® esa decisi¨®n y fall¨® a favor del museo alem¨¢n. La familia ha anunciado a trav¨¦s de su abogado, Seth A. Presser, que apelar¨¢ esta decisi¨®n, y que si gana en los tribunales no vender¨¢ la tabla, por el valor sentimental que tiene. ?sta se halla, en este momento, en una caja fuerte en Long Island, bajo custodia gubernamental.
Seg¨²n el fallo del mi¨¦rcoles de la corte de apelaciones neoyorquina: ¡°Las alegaciones de los herederos de que el museo no actu¨® con las diligencias adecuadas al no informar de que la tabla hab¨ªa sido robada a las autoridades policiales o al no colocarla en un registro internacional de objetos robados no es determinante, dadas las circunstancias de este caso. Las alegaciones de los herederos de que si el museo hubiera tomado esas medidas, la tabla hubiera aparecido antes, son meras conjeturas¡±.
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