En este restaurante manda la inteligencia artificial
Paco Roncero crea una experiencia culinaria en la que un robot, Hisia, juega con los sentidos de los comensales
Si en 2001: una odisea del espacio Hal se llamaba el ordenador, m¨¢s persona que m¨¢quina, cuyo control reg¨ªa la nave de ciencia ficci¨®n, en la nueva aventura culinaria del chef Paco Roncero (Madrid, 1969) Hisia es quien domina la acci¨®n. Se trata de una mesa inteligente que preside un espacio de dise?o vanguardista escondido en un edificio del siglo XIX, el Casino de Madrid, en el restaurante La Terraza (dos estrellas Michelin).
¡°Cada d¨ªa es una oportunidad ¨²nica para explorar¡±, dice Roncero. Pero como la exploraci¨®n para todos los p¨²blicos es tan arriesgada como el viaje de un astronauta, el cocinero ha querido dise?ar un planeta exclusivo, para buscadores de sensaciones nuevas. Ocho personas seguir¨¢n en cada cena o comida el guion de una trama gastron¨®mica.
Invitados por las empresas patrocinadoras del nuevo taller de Paco Roncero, con la Gu¨ªa Repsol (que le ha dado tres soles) a la cabeza, los comensales vivir¨¢n cada vez experiencias ¨²nicas. Todas empezar¨¢n en un lugar especial, en las ant¨ªpodas del concepto del taller, y no sabr¨¢n ad¨®nde van. El acceso no ser¨¢ por la puerta principal de Alcal¨¢ 15, recorrer¨¢n espacios ocultos del Casino, como si fueran esp¨ªas. Previamente habr¨¢n recibido un ticket con la frase ¡°todav¨ªa puedes emocionarte¡± impresa junto a un c¨®digo BIDI que les permitir¨¢ descargarse un tr¨¢iler en su tel¨¦fono m¨®vil. Una vez en el interior del recinto, sus movimientos ir¨¢n activando luces e im¨¢genes. ¡°Es como un teatro¡±, explica el chef madrile?o. Una obra de teatro con intriga, misterio y efectos especiales para estimular, sugerir y tambi¨¦n captar sensaciones de los actores: los comensales. Entre bambalinas (al fondo del taller), tres cocineros ejecutan el men¨² degustaci¨®n. En la sala (de 45 metros cuadrados) hay tres acomodadores (camareros y sumiller).
Y aunque ocurren cosas reales, con el p¨²blico y el propio cocinero como personajes de la historia culinaria, la escenograf¨ªa es m¨¢s propia de un videojuego, una realidad virtual que a veces traslada al ambiente de la nave espacial de la pel¨ªcula de Kubrick. Los alimentos del men¨² se huelen, se sienten y se comen con los ojos en platos virtuales antes de morderlos en el verdadero plato.
Hisia cobra vida, lo notan quienes van ocupando las sillas ergon¨®micas que rodean la blanca mesa, de seis metros de largo y fabricada en Keraon, un material cer¨¢mico espa?ol de altas prestaciones. Varias pantallas m¨®viles son c¨®mplices de Hisia reflejando im¨¢genes de campos, mares, olivares... Los elementos de la naturaleza est¨¢n muy presentes, con miles de matices lum¨ªnicos. Nadan peces, caen aceitunas o gotas de lluvia, hay olor a tierra mojada... La mesa puede ser una balsa de agua o de aceite. Suena una tormenta o se origina un peque?o tornado en el c¨®ctel del vaso. Es un espect¨¢culo sensorial donde las mentes juegan, pero las manos tambi¨¦n. Como a la hora de atrapar los aperitivos o el transparente cucurucho (de obulato) para catar aceites. En el men¨² no puede faltar la pasi¨®n y especialidad de Roncero, el aceite de oliva. Como ramas de cristal amarillo, brotan de una pared 216 probetas con aceites de todas las regiones.
Las experiencias surgidas en este teatro-taller culinario, el ¡°sue?o hecho realidad¡± del chef, no solo se filmar¨¢n para los protagonistas. Los hallazgos tambi¨¦n se traducir¨¢n en platos nuevos para el restaurante de La Terraza del Casino y quiz¨¢ puede que salten al mundo de la tapa (servidas en los bares Estado Puro). El objetivo es crear ¡°innovaci¨®n para generar emociones y probar discursos gastron¨®micos¡±, como subraya el cocinero.
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