George Grosz, la crueldad de las guerras y la belleza en un artista c¨¢ustico y pol¨ªtico
En el Caixa Forum del Gran Hotel de Palma se exhibe una pionera muestra en Espa?a del pintor antifascista, emigrado a Estados Unidos para huir de Hitler Dibuj¨® la guerra de Espa?a, desnud¨® a Queipo, evoc¨® un fusilamiento de Goya y un caballo 'picassiano'
El arte descarnado y c¨¢ustico de George Grosz (Berl¨ªn, 1983-1959) echa humo y emociona. Deslumbra por sus temas y capacidad expresiva adherida a la realidad y los estilos que fluyen con el siglo XX. Radical y talentoso, muy h¨¢bil, Grosz es uno de los pintores alemanes m¨¢s significativos. Sus miradas que cruzan medio siglo XX y tres guerras en Europa, est¨¢n colgadas en el CaixaForum del Gran Hotel de Palma de Mallorca: De Berl¨ªn a Nueva York. Obras 1912-1949. Es una presentaci¨®n in¨¦dita en Espa?a. Acabar¨¢ el 2 de septiembre.
De su plum¨ªn, ca?a, l¨¢piz, dedos y pincel nacen papeles en negro o lienzos iluminados en los que flotan el horror a la muerte en las batallas, el fulgor de la belleza y la mezquindad social. La muestra se compone de 180 piezas (dibujos, litograf¨ªas y telas) trabajadas entre 1912 y 1949, en las dos capitales mundiales en las que habit¨®. El eco dram¨¢tico de la guerra civil espa?ola fue captado por Grosz. Es "un tema que me toca muy de cerca", dijo este amigo del escritor John Dos Passos -que le introdujo en la revista Esquire- y seguidor del fot¨®grafo Robert Capa.
En Espa?a desaparecieron, posiblemente fusilados por Franco, dos de los alumnos de Grosz en Nueva York, los brigadistas internacionales americanos Edward Deyo Jacobs y Douglas Taylor. Le escribieron desde el frente disculp¨¢ndose porque segu¨ªan su estilo en octavillas y carteles de propaganda republicana. Le imitaban. Grosz cre¨® una efectiva marca. ¡°Con su lenguaje visual nuevo y contempor¨¢neo era capaz de sacar al p¨²blico de su indiferencia y llamar su atenci¨®n sobre la injusticia y los abusos pol¨ªticos y sociales¡±, opina la comisaria Annette Vogel.
¡°Por desgracia parece claro que, tambi¨¦n all¨ª [en Espa?a], despu¨¦s de una resistencia heroica, acabar¨¢ imponi¨¦ndose una dictadura fascista¡±. Observ¨® Grosz desde EE UU, en septiembre de 1936, a los tres meses del golpe de Franco contra la Rep¨²blica. En Alemania vio guerras, ca¨ªdas de r¨¦gimen y el ruido del ascenso del nazismo. Intuy¨® la tragedia y se salv¨® la vida.
¡°La guerra civil espa?ola me impresion¨®; me acord¨¦ de Alemania y por eso pint¨¦ aquellos cuadros¡±, explic¨® sobre una serie de ¨®leos, de los que salv¨® dos o tres porque el resto lo lij¨® y pint¨® encima. No siempre triunf¨®. En Nueva York qued¨® consagrado en 1941 al exponer en el MoMA y en 1954 en el Whitney Museum. Fue becario de la fundaci¨®n Guggenheim.
Dej¨® dibujos que son sarcasmos de denuncia del general Queipo de Llano ¨Cborracho con una botella y un micr¨®fono de radio en cada mano-. ¡°El jefe fascista¡±, lo titula. Evoca el fusilamiento de Goya en el homenaje a sus dos seguidores brigadistas. De 1936 es su Jinete de la apocalipsis, un caballo que grita, relincha con la lengua fuera, que recuerda al que Picasso pint¨®, al tiempo, en el retablo del Gernika.
En el Caixa Forum un guardia de seguridad recorre, inquieto y sin cesar, las salas de luz muy tenue. El vigilante marca el paso, va y viene, entre estampas de mala vida nocturna, desnudos de mujeres, figuras de dictadores macabros, pobres y ricos, obreros en orden, miserables y gente en el lujo, sables y cad¨¢veres.
George Grosz fue un joven soldado trastocado por la primera guerra mundial. Panfletario, poeta fugaz, figurinista, se integr¨® en el movimiento dada¨ªsta y anarquista de Berl¨ªn. Milit¨® en el partido comunista hasta 1923, se borr¨® tras estar cinco meses en Rusia. Adopt¨® la forma inglesa de su nombre, a los 19 a?os, por su atracci¨®n americana, y rechaz¨® de lo alem¨¢n de entonces.
Caricaturiz¨® a Hitler -en vida- y dibuj¨® a Chaplin toreando en el sur de Francia. Tom¨® muchas ideas en Par¨ªs de los grandes cronistas de caf¨¦ y cabar¨¦s. Grosz reflej¨® tiburones financieros y se?ores perfectos, junto a mujeres exuberantes. Construy¨® composiciones cubistas de primera factura con cuerpos en campos de batalla e im¨¢genes vanguardistas de calles pobladas entre rascacielos de metr¨®poli.
En sus tres d¨¦cadas de vida norteamericana su tem¨¢tica y estilo dieron un vuelco, retrat¨® de lejos el ascenso del fascismo en Europa y las guerras de medio siglo. Pero en su segundo pa¨ªs ¨Cse nacionaliz¨® norteamericano, en 1938- pas¨® a los paisajes dulces, con alguna series de figuras vanguardistas. Experiment¨® el desencanto del emigrante forzado, el desmoronamiento del mito, tras su di¨¢spora y su angustia pol¨ªtica.
¡°Mi arte ha de ser fusil y sable¡±, explic¨® y es la l¨¢pida de su biograf¨ªa. Comprometido, fue condenado, perseguido en los tribunales alemanes por uniformados, el Ej¨¦rcito y la Iglesia, por atentar contra la moral y el orden. Replicaba al poder desde el arte y la prensa, con punzantes alegatos antimilitares, anticlericales y anticapitalistas. En Palma se expone un dibujo de un Jesucristo con m¨¢scara antig¨¢s.
Dej¨® Alemania antes de que la Gestapo asaltara su casa. Pintaba y dibujaba ¡°para llevar la contraria¡±. El nazismo destroz¨® una parte de su obra y la estigmatiz¨® por ¡°arte degenerado¡±. La especialista Annette Vogel cree que el arte de George Grosz "es un reflejo de lo que fue su vida, marcada por la militancia, la pobreza y el apocalipsis¡±.
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