¡°Siempre hay un momento en el que todo puede enloquecer¡±
Niccol¨° Ammaniti, uno de los escritores italianos m¨¢s conocidos en su pa¨ªs, publica en Espa?a su ¨²ltima novela 'T¨² y yo'
Acetilcolinesterasa y neuroblastoma. Que levante la mano qui¨¦n sepa de qu¨¦ se trata. Niccol¨° Ammaniti s¨ª. Sobre la secreci¨®n de esa enzima (el primero) y ese tumor infantil (el segundo) el italiano estaba realizando su tesis. Dos ex¨¢menes m¨¢s, el trabajo final y ser¨ªa licenciado en biolog¨ªa. Pero hoy es escritor. As¨ª que algo debi¨® de torcerse. ¡°En un momento dado entend¨ª que no har¨ªa los ex¨¢menes. No ten¨ªa talentos particulares, no sab¨ªa qu¨¦ me reservar¨ªa el futuro. Por desesperaci¨®n, para pasar el rato, me puse a escribir¡±, cuenta Ammaniti. Y de esos ratos desesperados sac¨®, en 1994, su primera novela, Branchie. A la ¨®pera prima siguieron unas cuantas m¨¢s, tanto que el bi¨®logo fallido es ahora uno de los narradores m¨¢s conocidos de Italia. Y se ha venido a Madrid para presentar ¡°la historia de dos hermanos en un s¨®tano¡±. Es decir, su ¨²ltima novela, T¨² y yo (Anagrama).
Esta vez ha sido un viaje normal. Sobre todo comparado con el del a?o pasado. Ammaniti (Roma, 1966) ten¨ªa un vuelo para Barcelona para la promoci¨®n de otro libro, Que empiece la fiesta. Pero se encontr¨® con un peque?o problema en la aduana: su carnet de identidad llevaba cuatro a?os caducado. As¨ª que ense?¨® el pasaporte. ¡°Este no es usted¡±, le dijo el aduanero. ¡°Que s¨ª, que he envejecido¡±, intent¨® convencerle Ammaniti. Pero el hombre ten¨ªa raz¨®n. No era ¨¦l. Era su mujer. Finalmente el escritor volvi¨® a casa, cogi¨® el pasaporte correcto y acab¨® pisando, con retraso, suelo barcelon¨¦s.
A Madrid lleg¨® la noche antes de la entrevista. Fue a cenar y coincidi¨® con el escritor Jaume Vallcorba. Hicieron migas e intercambiaron los n¨²meros. Aunque Vallcorba seguramente no se esperaba que su nuevo amigo le llamara a las 8.00 de la ma?ana siguiente. Era, obviamente, otro error. Ammaniti intentaba llamar a su agente.
El caso es que el escritor ahora est¨¢ sentado en un sof¨¢ de su hotel. Luce una chaqueta beige y unos ojos cansados. Se ha despertado a las 4.00. Normal, para alguien que sufre de insomnio. ¡°Si est¨¢s en casa escribiendo es ¨²til porque empiezas temprano. Pero cuando est¨¢s por ah¨ª el cansancio te acompa?a todo el d¨ªa¡±, asegura Ammaniti.
Sin embargo, de vez en cuando la musa del madrug¨®n le compensa ofreci¨¦ndole ideas para sus historias. Entre pringados, grimosos, neur¨®ticos, pat¨¦ticos y depresivos, parte de la narrativa de Ammaniti es el manifiesto de la absurdez humana. Y un amplio inventario de tipos surrealistas puebla sus p¨¢ginas, por las que a veces se asoman hasta alienigenas salvajes. ¡°Siempre hay un momento en el que todo puede enloquecer. Aunque normalmente no ocurra, la pregunta fundamental es ?y si...?¡±, afirma el escritor. Y da rienda suelta a su imaginaci¨®n: ¡°Si la moqueta se transformara en un monstruo que quiere atacarle, ?qu¨¦ har¨ªa usted? ?Luchar¨ªa o huir¨ªa gritando?¡±.
Lo que fascina especialmente al autor es la reacci¨®n de gente normal en situaciones incre¨ªbles. Tanto que uno de sus personajes favoritos de la historia del cine es... el contable de Los cazafantasmas: "Es un pringado al que un Dios convierte por alguna raz¨®n en el maestro de las llaves del mundo del mal que aparece en la Tierra". Pros¨¦lito del cambio y de las mutaciones, el escritor cree que "hay experiencias que pueden transformar en locos a personas tranquilas". Y su infancia, dice, ofrece una prueba. El autor veraneaba con otros coet¨¢neos en el norte de Italia. Y entre sus compa?eros de juegos estaba Edoardo, el ni?o del que todos dec¨ªan ¡°ojal¨¢ fuerais como ¨¦l¡±. Hasta que, un d¨ªa, en el bosque, el peque?o Ammaniti encontr¨® un excremento humano y se puso a removerlo con un palito. Pero esa ley que la f¨ªsica llama de la palanca catapult¨® un desagradable regalo hasta la cara de Edoardo. ¡°Empez¨® a gritar. Me arroj¨® una piedra que pesar¨ªa 40 kilos. Y se fue. Durante seis horas no volvimos a saber de ¨¦l. No hay que fiarse de la gente calma¡±, sostiene el escritor.
Esa p¨¦rdida del control es una de las constantes de sus cuentos. ¡°Hay un lado oscuro en el que tiendo a acabar. Es como un embudo: si no caigo all¨ª es porque estoy atento¡±, cuenta. Un pilar frecuente de sus novelas en cambio son los adolescentes, tal vez los ¨²nicos en salvarse en su mundo degenerado. El Lorenzo de T¨² y yo solo es el ¨²ltimo de muchos j¨®venes complicados que protagonizan los libros de Ammaniti: ¡°Un personaje que no se mueve para m¨ª no puede ser contado. Y la transici¨®n de un adolescente est¨¢ tan llena de cambios que puede sorprenderte de mil maneras. Es el protagonista perfecto para una historia¡±.
Como Cristiano, el joven de Como dios manda, el que Ammaniti considera su mejor libro. ¡°Es el que m¨¢s me gusta y el que m¨¢s me ha costado [seis a?os]. Pero tambi¨¦n el que tiene m¨¢s pegas. Lo termin¨¦ por agotamiento¡±, afirma el escritor. Era 2006 y al a?o siguiente la novela se hizo con el prestigioso premio Strega. Y 12 meses m¨¢s tarde ya ten¨ªa versi¨®n cinematogr¨¢fica.
Lo mismo ocurri¨® con casi todas sus novelas. ¡°Mis libros son visibles y cada lector se acaba haciendo su propia pel¨ªcula. Como describo todo supongo que los directores ven muy bien qu¨¦ hacer¡±, explica el autor. El ¨²ltimo fue Bernardo Bertolucci, que llev¨® al cine T¨² y yo: ¡°Vio en ella algo que le pertenec¨ªa. Ya que en los ¨²ltimos a?os ha pasado mucho tiempo en casa, tal vez le impactara la claustrofobia del s¨®tano¡±.
Otro agobio atrap¨® al joven y casi debutante Ammaniti. En calidad de talento emergente le invitaron a una conferencia sobre literatura. ¡°Como era dentro de siete meses, dije que s¨ª¡±, recuerda el autor. Pero siete meses m¨¢s tarde el d¨ªa fat¨ªdico apareci¨® en el calendario. ¡°Me entr¨® ansiedad. Era una conferencia s¨²per importante, en el aula magna de la universidad, con un mont¨®n de cr¨ªticos. Me parec¨ªa un examen¡±, explica Ammaniti. De ah¨ª que buscara una escapatoria. Pod¨ªa alegar alguna indisposici¨®n, pero pens¨® que no colar¨ªa. As¨ª que apost¨® por algo m¨¢s real. Se estrell¨® ¨Cs¨ª, adrede- con su vespa. Para colmo, la moto se destroz¨®, ¨¦l no, y fue a la conferencia. Gan¨® la realidad. Y ¨¦l se qued¨® con la pregunta fundamental: ?y si...?
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