Graceland
'Under the african skies' pretende ser una cura de las heridas causadas por la decisi¨®n de Simon de romper el boicot contra el 'apartheid' sudafricano
Una cinta avanzando en el casete o la aguja leyendo un vinilo transmit¨ªan un desplazamiento f¨ªsico que subconscientemente relacionaba el sonido con el esfuerzo de producirlo. Esa sensaci¨®n desparece al volverse invisible la reproducci¨®n en las terminales digitales. La mejor imagen del documental sobre la grabaci¨®n del disco Graceland de Paul Simon es el avance de la cinta de casete que tantas veces oy¨® el cantautor neoyorquino, donde los ritmos de los sudafricanos Boyoyo Boys le capturaron hasta inspirarle las ganas de marchar a Johannesburgo y grabar su nuevo disco tras el anterior, Hearts and Bones,primer fracaso de una carrera plagada de triunfos.
Under the african skies pretende ser, 25 a?os despu¨¦s, una cura de las heridas causadas por la decisi¨®n de Simon de romper el boicot contra el apartheid sudafricano. En su momento signific¨® un cisma en la presi¨®n internacional que pretend¨ªa hacer caer el r¨¦gimen racista de Sud¨¢frica. Entre 1986 y 1987, Graceland se convirti¨® en la mejor campa?a de promoci¨®n del sonido africano. Unido a las canciones de Paul Simon, letrista narrativo inimitable y sugerente, los ritmos y las aportaciones de Ray Phiri, Hugh Masekela, Miriam Makeba o los Ladysmith Black Mambazo dejaron perplejos al mundo que por un lado se cuestionaba la colaboraci¨®n en tiempos de aislamiento y por otro se rend¨ªa a la calidad r¨ªtmica. Se despacharon 14 millones de vinilos de Graceland y la gira posterior entre amenazas y cr¨ªticas, termin¨® cuando un Mandela liberado apadrin¨® la actuaci¨®n en Johannesburgo en 1992.
Aunque la celebraci¨®n tiene algo desva¨ªdo e incluso f¨ªsicamente Paul Simon es una sombra hervida del tipo atractivo y brillante que Woody Allen us¨® como antagonista en la magistral Annie Hall, lo mejor del documental promocional del disco remasterizado no es la paz impostada entre Simon y los l¨ªderes antiapartheid, sino el balance entre los c¨¢lculos pol¨ªticos y la brillantez creativa. Graceland impuso las reglas del ritmo sobre cualquier otra doctrina, elev¨® lo art¨ªstico por encima de lo pol¨ªtico. La infiltraci¨®n del talento acaba por ser la termita m¨¢s temible para el inmovilismo. Claro, que eran otros tiempos, donde las democracias, a¨²n no angustiadas por su estado financiero, pod¨ªan permitirse imponer exigencias a las dictaduras del mundo.
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