Roger Garaudy, te¨®rico de m¨²ltiples conversiones
Vehemente estalinista en sus inicios, termin¨® abrazando el islam y fue condenado por negar el Holocausto
El mi¨¦rcoles fallec¨ªa en Chennevi¨¨res-sur-Marne, suburbio de Par¨ªs, Roger Garaudy (Marsella, 1913). Con ¨¦l desaparece otro de los grandes intelectuales franceses que, como Sartre, Aaron, Foucault o Levi-Strauss, marcaron la segunda mitad del siglo XX. Fueron ellos, y muchos otros, quienes llegaron a configurar un modelo de escritor que desde Francia se extendi¨® al resto del mundo y cuya vocaci¨®n se propon¨ªa al mismo tiempo se?alar los grandes asuntos que deb¨ªan ocupar la atenci¨®n p¨²blica y fijar las distintas posiciones en torno a ellos. Salvo excepciones cuya grandeza no ha hecho sino acrecentarse con el tiempo, hoy se les reprocha, y con raz¨®n, el feroz dogmatismo que gui¨® el grueso de sus reflexiones y el car¨¢cter monstruoso de no pocas de las ideas que defendieron. No se les suele reconocer, en cambio, que lograron situar y mantener la discusi¨®n p¨²blica en un terreno que la actual crisis ha sepultado bajo el peso de otras disciplinas.
Para los intelectuales entre los que se contaba Garaudy, la econom¨ªa, la disciplina del momento, no deb¨ªa ocupar sino ese segundo plano que reivindicaba Keynes calific¨¢ndola como ciencia modesta; lo importante e inexcusable era pronunciarse sobre filosof¨ªa, sobre moral, sobre pol¨ªtica, aquellos saberes cuyo desprecio e ignorancia muchas voces recientes consideran el origen de la cat¨¢strofe que parece abatirse de nuevo sobre los pa¨ªses m¨¢s pr¨®speros y que ha sumido a sus ciudadanos en el miedo, la rabia y la confusi¨®n.
Garaudy comenz¨® su carrera acad¨¦mica e intelectual como especialista en Hegel, pero desde su m¨¢s temprana juventud busc¨® conciliar el saber te¨®rico con la actividad pol¨ªtica. Su militancia en el Partido Comunista se inicia en 1933 y solo acaba con su traum¨¢tica expulsi¨®n casi cuatro d¨¦cadas m¨¢s tarde, en 1970, acusado de una heterodoxia incompatible con el marxismo. En su larga trayectoria de militancia pol¨ªtica, fue desde resistente y prisionero de guerra hasta miembro de la Asamblea francesa y senador.
Hasta los momentos previos a su expulsi¨®n del partido, Garaudy encarn¨® el papel de irreprochable intelectual org¨¢nico y fue considerado como uno de los m¨¢s destacados ide¨®logos de la izquierda francesa. Defendi¨® el estalinismo hasta los a?os cincuenta con la misma vehemencia con la que, a partir de 1968, comprometido con la revoluci¨®n estudiantil y opuesto a la invasi¨®n de Checoslovaquia, emprender¨ªa la cr¨ªtica de ese periodo de la historia sovi¨¦tica, aunque sin renunciar nunca a sus convicciones de socialista y de internacionalista. Fuera ya del partido comunista, dar¨ªa el primero de los s¨²bitos virajes ideol¨®gicos que marcar¨ªan el final de su vida, convirti¨¦ndose al catolicismo. En 1982, abandona el catolicismo, abraza el islam y se erige en uno de los m¨¢s firmes defensores de la causa palestina. La publicaci¨®n de Los mitos fundadores de la pol¨ªtica israel¨ª, en 1995, en el que defendi¨® tesis negacionistas del Holocausto, le vali¨® ser procesado y condenado por la justicia francesa a una multa y a seis meses de prisi¨®n, que no lleg¨® a cumplir.
El ilustrado franc¨¦s Eti¨¨nne de la Bo¨¦tie analiz¨® en Discurso de la servidumbre voluntaria la tendencia de algunos fil¨®sofos a no abandonar una causa absoluta sino por otra igualmente absoluta. ¡°Cambian la corona de lugar¡±, escribi¨® de la Bo¨¦tie, ¡°pero no la destruyen¡±. Garaudy fue seguramente uno de ellos, tambi¨¦n ajust¨¢ndose en esto a la trayectoria de grandes intelectuales franceses con los que simpatiz¨® o polemiz¨®. En 1989 public¨® un volumen de memorias, Mi vuelta al siglo en solitario. El t¨ªtulo resume con precisi¨®n qui¨¦n fue y qu¨¦ hizo Roger Garaudy, de lo que tambi¨¦n dejan precisa constancia sus p¨¢ginas: a punto de llegar a centenario cuando le sorprendi¨® la muerte esta misma semana, el siglo XX fue sin duda el suyo y, sin duda tambi¨¦n, lleg¨® a ser un fil¨®sofo singular, solitario, que abraz¨® causas que para la mayor¨ªa resultaban irreconciliables
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