El Azkena cierra con la exclusiva de los Lynyrd Skynyrd
Los reyes del rock sure?o ofrecen el ¨²nico concierto del a?o en nuestro pa¨ªs sin hacer sombra a bandas menos conocidas que tambi¨¦n dejan su huella en la ¨²ltima jornada del festival
Bajo el sol plomizo de la una de la tarde, heavys y rockeros de raza mov¨ªan las caderas al ritmo de un contagioso blues en la plaza de la Virgen Blanca. Muchos luc¨ªan la camiseta de Lynkyrd Skynyrd, el plato fuerte del tercer y ¨²ltimo d¨ªa del Azkena. Pero los sure?os, fecha ¨²nica del a?o en nuestro pa¨ªs, vendr¨ªan luego. Era el turno de Dick Brave & The Backbeats, que ofrec¨ªan su segundo concierto, esta vez gratuito, despu¨¦s de haberse dejado la piel la noche anterior en el festival y haber prendado a un p¨²blico que no dud¨® en madrugar para acercarse hasta el centro de Vitoria y ver el mismo espect¨¢culo a la luz del d¨ªa. El rockabilly de los alemanes, con una puesta en escena que imped¨ªa tomar aliento, version¨® a Aerosmith, Mickael Jackson o Green Day con una firma cincuentera que confer¨ªa vida propia a los pies. Al frente de los cinco componentes, que llegaron a rotarse entre el contrabajo, la guitarra, el teclado, la bater¨ªa y el micr¨®fono, estaba el carism¨¢tico Sasha. Hac¨ªa gala el popular actor germano de una chuler¨ªa que no pod¨ªa sentarle mejor. Un grupo escrito con caracteres peque?os en el cartel de este Azkena pero con una energ¨ªa tan contagiosa que, bien entrada la noche, a¨²n se hablaba de ellos.
En esos t¨¦rminos se mueve el Azkena. Frente el reclamo de los rub¨ªes y esmeraldas de los grandes grupos, que no necesitan presentaci¨®n, se descubren piedras semipreciosas entre las bandas peque?as. Fue el caso de Sallie Ford & The Sound Outside, un cuarteto bendecido con una voz carism¨¢tica equiparable a la de Amy Winehouse por lo excepcional y lo salvaje. Con su disco Dirty Radio han roto los esquemas del rock americano. Aunque a los de Oregon se les vio algo r¨ªgidos y solo empezaron a caldearse con los ¨²ltimos temas, I swear y Cage. Quiz¨¢s se manejen mejor en salas m¨¢s peque?as y acogedoras; el caso es que Sallie Ford solo se soltaba cuando soltaba la guitarra. El resultado no les luci¨® en exceso, algo est¨¢tico, muy lineal. Aunque su voz, un fil¨®n de matices ilimitados a seguir muy de cerca, salv¨® los muebles a The Sounds Outside. Porque el bajo, el guitarra y el bater¨ªa, en general, pasaban por all¨ª.
El concierto de los Lynyrd Skynyrd empezaba a las 21.20, pero una hora antes las primeras filas ya estaban m¨¢s que asignadas, y eso que M. Ward tocaba a solo unos metros. Fans ac¨¦rrimos con la bandera de los estados confederados de Am¨¦rica y tocados con el obligado sombrero no pod¨ªan aguantar la impaciencia. No en vano la banda llegaba por fin al Azkena, y la espera se les hab¨ªa hecho larga.
Los de Lynyrd Skynyrd avisaron, al reaparecer en 2009 con su disco God & Guns, de que no lo hac¨ªan por el dinero ¨Cque, matizaron, no les hac¨ªa falta-, sino por mantener el legado de la banda, los cimientos malditos que muchos fans esperaban ver renacer anoche. El guitarrista, Gary Rossington, afirm¨® entonces: ¡°Seguimos en pie dejando que la m¨²sica fluya porque queremos que los compa?eros que ya no est¨¢n con nosotros se sientan orgullosos, y queremos defender con orgullo el nombre de la banda¡±. Y as¨ª lo hicieron. Su m¨ªtica Sweet Home Alabama hizo dar palmas a todo Mendizabala. Despu¨¦s, el amago de fin de concierto estuvo a punto de desencadenar la ira de sus fieles; era inconcebible que se marchasen sin tocar uno de sus temas m¨¢s emblem¨¢ticos. Pero regresaron, y estall¨® la locura.
Pisaron el escenario los Lynyrd Skynyrd, Johnny Van Zant mencion¨® a su hermano fallecido y se despleg¨® una gran ¨¢guila volando con la bandera estadounidense y los nombres de todos los miembros que la banda ha perdido en el camino escritos en las nubes. La melodram¨¢tica puesta en escena ray¨® lo hortera, pero funcion¨®. Y si Free Bird es un temazo por s¨ª solo, ayer son¨® de f¨¢bula. Gary Rossington, Rickley Medlocke y Mark Sparky Matejka, tres guitarras de lujo, se unieron al bajo de Robert Kearns para interpretar una versi¨®n digna de sus a?os dorados a comienzos de los setenta.
Les sigui¨® My Morning Jacket, y el p¨²blico se regener¨® con adolescentes que salieron de repente, aunque m¨¢s all¨¢ de las primeras filas se manten¨ªa la heterogeneidad. Y es que los norteamericanos, con Jim James al frente, hab¨ªan dejado el list¨®n muy alto en su aparici¨®n de 2006 en el Azkena. Muchos les recordaban como uno de los mejores conciertos de la historia del festival. Pero ayer el sonido contundente de la banda volvi¨® a demostrar que gana muchos puntos en directo. Reverberaciones, juegos de voces y un t¨¢ndem incendiario con el bajo de Two Tone Tommy y la guitarra de Carl Broemel.
Todo lo bueno se acaba y el Azkena no pod¨ªa ser una excepci¨®n. Pero adem¨¢s del rock nost¨¢lgico y extravagante de The Darkness o el soul de Charles Bradley, la carpa del escenario Adam Yauch permaneci¨® abierta hasta bien entrada la madrugada. A nadie se le hac¨ªa la hora de irse.
Babelia
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