Vargas Llosa no entend¨ªa ¡®La ciudad y los perros¡¯
El Nobel peruano celebra la edici¨®n conmemorativa del cincuentenario de su primera novela. Varios cr¨ªticos espa?oles analiza la obra: significado, hallazgos y vigencia La RAE y la Asociaci¨®n de Academias de la Lengua Espa?a publican el libro
¡°?Usted no ha entendido la novela. Reflexione!¡±. Y Mario Vargas Llosa qued¨® entre perplejo y desconcertado ante la vehemente invitaci¨®n que le hac¨ªa Roger Caillois sobre La ciudad y los perros que acaba de ver la edici¨®n en franc¨¦s. A partir de ah¨ª el Nobel peruano dice, contra el origen de su propia novela, que el Jaguar no mat¨® al Esclavo pero se atribuye su muerte. Vargas Llosa comprendi¨®, entonces, que la lectura del autor sobre su propio libro no es la m¨¢s justa.
Con esta an¨¦cdota celebrada con risas en el sal¨®n de actos de la Real Academia Espa?ola, en Madrid, Mario Vargas Llosa (Arequipa, 1936) termin¨® de desandar la historia del medio siglo de su primera novela que ayer recibi¨® todos los honores en la presentaci¨®n de una edici¨®n conmemorativa elaborada por la RAE y la Asociaci¨®n de Academias y editada por Alfaguara.
De pie, y ante un sal¨®n llen¨®, el escritor evoca los or¨ªgenes de la novela que se mezclan con los suyos como adolescente y como lector y escritor. Cincuenta a?os de un libro que, en realidad son 60 porque esa historia se remonta diez a?os atr¨¢s. A la de un quincea?ero en el colegio militar Leoncio Prado de Lima, en los a?os 1950 y 1951, que so?aba con vivir una gran aventura como las que le¨ªa de Verne, Stevenson o Salgari y termin¨® viviendo el micromundo peruano en un internado.
Sus palabras, con su voz resaltada por el silencio de los asistentes, empiezan a crear la intrahistoria de La ciudad y los perros. La cuenta como si fuera la primera vez que recordara
La realidad a la espera de ser convertida en ficci¨®n para revelar verdades. Ah¨ª anida el Vargas Llosa que se ganar¨¢ un sitio en la literatura del ¨²ltimo medio siglo.
Sus palabras, con su voz resaltada por el silencio de los asistentes, empiezan a crear la intrahistoria de La ciudad y los perros. ?l cuenta como si fuera la primera vez que recordara y mantiene al auditorio atento. Empieza por revivir aquellos a?os del colegio donde descubri¨® el valor de la libertad. ¡°No fue una experiencia grata. Sufr¨ª el internado, sufr¨ª la disciplina tan rigurosa, sufr¨ª la violencia que era el estado de la vida cotidiana, y que eran m¨¢s travesuras, pero que para m¨ª era violencia¡±. Recuerda que lo record¨® a?os despu¨¦s con los j¨®venes leonciopradinos. Pero los a?os han puesto las cosas en su sitio hasta hacerlo sentir agradecido con aquel colegio al descubrirle el pa¨ªs de verdad donde hab¨ªa nacido. Al que pertenec¨ªa.
Y as¨ª, entre travesuras violentas y sufrimientos la confirmaci¨®n de que lo que realmente le gustaba era leer. La alegr¨ªa impregna su voz, sus expresiones conmueven al evocar al joven aprendiz de la vida en un entorno hostil que ama la lectura.
Faulkner fue el primer autor que le¨ª con l¨¢piz y papel, tratando de descifrar su arquitectura y estructura. Fue un maestro a la hora de escribir¡±
La vida sigue y en 1958 llega becado a Madrid, a la Universidad Complutense. Un a?o de gloria cargado de futuro. Vive en una pensi¨®n de la calle Doctor Castelo donde convierte en mesa de escritura un velador enorme, aunque tambi¨¦n escrib¨ªa en una tasca de la calle Men¨¦ndez Pelayo. Luego empieza su etapa de Par¨ªs, y en 1959 publica el libro de cuentos Los jefes, todo ello sin dejar de revivir su paso por el colegio militar que sigue cobrando vida en la vida de cadetes conectados con la ciudad de Lima. El Per¨² entero all¨ª metido en su memoria de veintea?ero.
Termina la novela y con su amigo Jos¨¦ Miguel Oviedo acuerdan el t¨ªtulo. Por sugerencia de otro amigo la env¨ªa a Carlos Barral, al premio Biblioteca Breve. Hasta que lleg¨® el telegrama que le cambi¨® la vida. ¡°Pero nunca, ni en mis momentos m¨¢s imaginativos pens¨¦ que el libro tuviera este destino¡±. Una vez ganado el premio viene el largo proceso de negociaci¨®n con la censura del franquismo. Al final le pidieron cambiar ocho frases, ¡°entre sorprendentes y c¨®micas¡±. Dos ejemplos: no decir que el coronel ten¨ªa un vientre de ballena, ¡°entonces suger¨ª cambiarlo por cet¨¢ceo y aceptaron¡±; y no decir que el ¨²nico pastor que aparec¨ªa en la novela visitaba burdeles, ¡°entonces suger¨ª cambiarlo por prost¨ªbulos y aceptaron¡±. Aunque en la siguiente edici¨®n, Barral recuper¨® la versi¨®n original.
Se cumpl¨ªa un sue?o que adem¨¢s de estar en deuda con la realidad del autor lo estaba, tambi¨¦n, con tres libros y escritores: Tirant lo Blanc, en la edici¨®n de Mart¨ªn de Riquer (¡°Me descubri¨® el valor de la cantidad de querer contar muchas cosas¡±), la llamada Generaci¨®n perdida con autores como Hemingway, Dos Passos pero, sobre todo, William Faulkner. La admiraci¨®n se nota en su voz porque dice: "Faulkner fue el primer autor que le¨ª con l¨¢piz y papel, tratando de descifrar su arquitectura y estructura. Fue un maestro a la hora de escribir¡± y, como tercer tema, el descubrimiento de Flaubert en 1959, a trav¨¦s de Madame Bovary, ¡°al ense?arme el tipo de escritor que quer¨ªa ser¡±. Ley¨¦ndolo descubre que si un autor no nac¨ªa con talento podr¨ªa encontrarlo a base de esfuerzo. Pero antes, confiesa, sufri¨® mucho porque al leerlo le parec¨ªa que ¨¦l no tenia talento para escribir la novela que quer¨ªa.
Los tiempos malos son fecundos para la literatura. Surgen de la gran inseguridad del mundo en que vivimos, y eso crea la necesidad de crear mundos alternativos. Eso explica, en parte el ¨ªmpetu de la literatura¡±.
Hasta que venci¨® a la inseguridad. Y ah¨ª entra en juego un elemento clave: ¡°Mi vocaci¨®n extraordinaria, porque lo defiende a uno de la adversidad. Las malas y peores cosas son las m¨¢s? fruct¨ªferas para la literatura. Escribir del sufrimiento es una manera de inmunizarse¡±.
Cincuenta a?os despu¨¦s, Mario Vargas Llosa ha obtenido los premios m¨¢s importantes, entre ellos le Nobel, gracias a una obra que incluye t¨ªtulos esenciales del espa?ol como La casa verde, Conversaci¨®n en La Catedral, Pantale¨®n y las visitadoras, La t¨ªa Julia y el escribidor, La guerra del fin del mundo y La fiesta del Chivo.
Una creaci¨®n literaria que le permite decir que ¡°una sociedad impregnada de buena literatura es m¨¢s cr¨ªtica y exigente¡±. Y de que los los tiempos malos son generalmente buenos y fecundos para la literatura: "surgen de la gran inseguridad del mundo en que vivimos, y eso crea la necesidad de crear mundos alternativos. Eso explica, en parte el ¨ªmpetu de la literatura¡±.
Hasta que llega a las reveladoras palabras de Caillois que le ense?aron a ampliar la mirada sobre su propia obra y la vida que esta adquiere en cada lector: "?Usted no ha entendido la novela. Reflexione!".
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