¡®Twin Peaks¡¯ contra ¡®Mad men¡¯
Hoy se enfrenta el cl¨¢sico de culto de la televisi¨®n creado por David Lynch con el fascinante mundo de los publicitarios neoyorquinos y sus 'variadas' vidas sentimentales
ACTUALIZACI?N: Twin Peaks gana a Mad Men con el 55,03% de los votos.
Twin Peaks
Por Lucas Arraut
Fue la primera serie con factura, ambici¨®n y presupuesto cinematogr¨¢ficos. Convirti¨® a David Lynch en la persona m¨¢s guay del universo durante unos meses (m¨¢s o menos, entre el estreno de la serie, en abril de 1990, que sigui¨® el 33% de la audiencia televisiva estadounidense, hasta mayo del mismo a?o, cuando gan¨® la Palma de Oro en Cannes por Coraz¨®n salvaje). Se adelant¨® hasta a las modas m¨¢s inimaginables (?hay algo m¨¢s emo que el cad¨¢ver de la reina de la belleza del instituto enfundada en una bolsa? ?Algo m¨¢s grunge que un le?ador existencialista con camisa de cuadros? ?Algo m¨¢s hipster que la profusi¨®n con la que se detallaba el deleite gastro-org¨¢smico de donuts y tartas de colores hipersaturados?). Desde Expediente X y Perdidos a los bosques washingtonianos de Crep¨²sculo, los folletines del g¨¦nero fant¨¢stico le deben todo al engendro que result¨® de mezclar al director de Terciopelo azul y El hombre elefante con el guionista de Canci¨®n triste de Hill Street Mark Frost.
Twin Peaks quiz¨¢ naufragara incluso antes de que descubri¨¦ramos, en la mitad de la segunda temporada, qui¨¦n mat¨® a Laura Palmer, la celeb¨¦rrima inc¨®gnita que Lynch acept¨® despejar a rega?adientes (obligado, con mal tino, por Frost y el canal ABC, y que termin¨® por arruinar la magia y la audiencia de la serie). Pero los ocho extraordinarios cap¨ªtulos que conforman la primera temporada convirtieron en aut¨¦ntica droga una serie de elementos que pocas veces han vuelto ser tan masivamente celebrados: la narrativa, rematadamente posmoderna, en forma de mosaico, ajena a toda linealidad; la confusi¨®n y sensaci¨®n de improvisaci¨®n constante (?qu¨¦ demonios pintaba Sheryl Lee, la actriz que daba vida a Laura Palmer, interpretando de repente a la prima de su propio personaje?); el delirante sudoku sentimental, al borde de la parodia (hasta el m¨¢s tonto de los personajes estaba metido en un tri¨¢ngulo amoroso de a¨²pa, como prueba este gr¨¢fico de Newsweek); el humor raro, los freaks y la sobredosis de idiosincrasia; la progresiva inclusi¨®n de planos y escenas que poco o nada aportaban a la trama; el abuso de escenas on¨ªricas, enanos y cortinas de terciopelo, y la inevitable ¡ªy extra?amente adictiva¡ª sensaci¨®n de tomadura de pelo amenazando gradualmente la fe de millones de fans. Twin Peaks fue un caso muy raro de televisi¨®n mainstream.
Mad men
Por Jes¨²s Ruiz Mantilla
El nuevo veh¨ªculo para el arte en que se han convertido las series de televisi¨®n se la est¨¢ jugando en cuanto al hueco que cada una merece ocupar en la Historia. Mad men sin duda quedar¨¢ en un lugar alto. La coherencia, el ritmo, los ademanes, la coreograf¨ªa lenta, difusa y detallista que despide este drama contempor¨¢neo ha alcanzado varios puntos ¨¢lgidos en las cinco temporadas que lleva emiti¨¦ndose.
Nos impact¨® en la primera temporada el crudo desprejuicio con que se utilizaba su lenguaje machista. Tambi¨¦n los olores, los sabores, los vicios, las anatom¨ªas y el estado de ebriedad cortada a navaja de sus hombres en contraposici¨®n al juego de seducci¨®n y dominio encubierto que manifestaban sin alzar la voz sus mujeres. Era la lucha de sexos, la batalla de los g¨¦neros contada con una elegante complejidad y rellenando todos los matices que han podido existir desde la creaci¨®n de Ad¨¢n y Eva hasta nuestros d¨ªas.
Despu¨¦s se manifest¨® con toda su enigm¨¢tica atracci¨®n la figura de Don Draper, creada por el talento inmenso de Jon Hamm. Su dualidad y su farsa no tienen parang¨®n. Su irresistible encanto silencioso nos cautivaron hasta los l¨ªmites del mito en ese esfuerzo denodado que emplea por construir una imagen alejada de su verdadero yo. Todo un anuncio de s¨ª mismo. Lo hemos visto caer y levantarse, hemos contemplado que posee coraz¨®n para enamorarse y talento para el dominio, se ha convertido en un icono, con todo el m¨¦rito que eso implica.
Pero lo que gira entorno a ¨¦l resulta igual de fascinante. Su antigua esposa y la nueva, sus socios y los creativos bajo su mando, los clientes y sus amantes, las secretarias y quienes guardan todos los secretos de sus otras vidas¡ Aunque lo que m¨¢s puede llegarnos a impactar es la creaci¨®n de un mundo que a la vez nos es extra?o por parecernos tan lejano como cercano, aquella transici¨®n con traumas entre un mundo formal y la llegada de la contracultura que han urdido entre dos orillas la playa sobre la que desembocan todas las mareas de las pasiones humanas. Esas son las ¨²nicas que no cambian. Las ¨²nicas que son tratadas en Mad men como un eterno retorno del alma, en toda su complejidad y ajena a las modas.
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