Jarvis Cocker: ¡°Los indignados me ayudaron a salir de mi ¡®egotrip¡±
El cantante de Pulp recopila sus mejores letras en un libro y analiza en perspectiva el fen¨®meno medi¨¢tico que lo encumbr¨® en los noventa, el ¡®britpop¡¯
Revisa entre una americana y una camisa con un gran lampar¨®n y encuentra en una peque?a libreta roja lo ¨²ltimo que ha escrito. ¡°El sexo nunca es casual. La ¨²nica manera que encontr¨¦ de hablarte a solas fue acost¨¢ndome contigo¡±, declama, interpretando al autor de una antolog¨ªa publicada en la mejor editorial de poes¨ªa inglesa en el que se ha convertido. No escribe poemas, aclara varias veces en su ¨²ltima visita a Madrid, ¡°pero ni siquiera s¨¦ si estas ideas que apunto se convertir¨¢n en canciones. Sinceramente, a¨²n no he decidido c¨®mo, cu¨¢ndo y con qui¨¦n volver¨¦ a grabar. No descarto nada¡±.
El a?o pasado protagoniz¨® el regreso musical de la temporada con la millonaria gira de reuni¨®n de Pulp, la banda que le convirti¨® en los noventa en la estrella m¨¢s iconoclasta del llamado britpop. Hoy, Jarvis Cocker (Sheffield, 1963) explora sin aparente sentimiento de culpa su nueva misi¨®n: ejercer de intelectual y discutir con periodistas extranjeros sobre m¨¦trica o el tard¨ªo descubrimiento de Hemingway.
Faber & Faber, la instituci¨®n que se construy¨® sobre el genio de T. S. Eliot, ha recopilado una selecci¨®n de sus mejores letras prologadas y comentadas por el propio autor, Madre, hermano, amante, que Mondadori presenta ahora en Espa?a en versi¨®n biling¨¹e. Adem¨¢s, la misma empresa le ha fichado como editor, confiando en su agenda para embarcar a otros compositores pop en proyectos similares. Cocker admite que el medio a?o que lleva en el cargo a¨²n no ha dado su frutos.
El autor de Common People, el himno a los desclasados que la prensa angl¨®fila ha consagrado como obra cumbre del pop de su generaci¨®n, ya no se ensa?a con el fen¨®meno medi¨¢tico que le dio la fama y tras el que quiso regurgitarla. ¡°El britpop mostr¨® potencial revolucionario, fue la ¨²ltima vez que la m¨²sica expres¨® alg¨²n tipo de funci¨®n social¡±, rememora.
Pregunta. ?Cu¨¢l fue entonces el problema?
Respuesta. Aparte de tener el nombre m¨¢s mierdoso de la historia para un movimiento, que cuando consigui¨® la atenci¨®n, no tuvo ni idea de qu¨¦ hacer con ella. Trat¨® de recrear lo que ocurri¨® en los a?os sesenta, pero en vez de fijarse en las ideas radicales se qued¨® con la ropa.
P. ?La afiliaci¨®n del fen¨®meno al entonces candidato Tony Blair fue su ¨²ltima condena?
R. Es f¨¢cil criticarlo desde la perspectiva actual. Cuando apareci¨® el nuevo laborismo todos est¨¢bamos entusiasmados. Las cosas cambiaron cuando se impuso el nuevo criterio para valorar los triunfos: que todo fuera financieramente viable.
P. ?Ha estado alguna vez en alg¨²n lugar que no fuera la oposici¨®n?
R. Probablemente no. Siempre est¨¢ bien sopesar puntos de vista alternativos al oficial. Cinco copas despu¨¦s quiz¨¢ te animes a explorar uno, aunque a la ma?ana siguiente lo deseches. La vida es un aburrimiento sin esa lucha interna.
P. ?Dedicarle el concierto de regreso a los indignados barceloneses unas horas despu¨¦s de que fueran desalojados violentamente de la Plaza Catalu?a fue algo m¨¢s que un golpe de efecto?
R. Conviene no ponerte a denunciar situaciones pol¨ªticas que no entiendes o conoces bien. Una hora antes de actuar, uno de los organizadores del Primavera Sound nos sugiri¨® solidarizarnos p¨²blicamente con la causa, que era bien simple: que la polic¨ªa golpee a manifestantes pac¨ªficos es malo aqu¨ª y en cualquier lado del mundo. Fue mi primer contacto con los indignados, un movimiento que se ha extendido hasta a mi pa¨ªs y que me ha interesado mucho. Yo estaba sumido en el ¡®egotrip¡¯ del regreso de Pulp y fue como un liberador ba?o de realidad: hab¨ªa cosas ocurriendo en el mundo exterior. Eso salv¨® el concierto.
P. ?Que se refieran a usted constantemente como ¡°tesoro nacional¡± dificulta la relaci¨®n que tiene con su ego?
R. Tengo un ego, me gusta que me digan que soy genial, que se respete mi trabajo. Y no quiero parecer ingenuo, pero no s¨¦ por qu¨¦ ocurre. Me fascina el mundo, seguramente porque nunca he entendido c¨®mo funciona.
P. ?Qu¨¦ cosas que detestaba est¨¢ empezando a tolerar con la edad?
R. Phil Collins. Le vi en un viejo n¨²mero de la revista Rock & Folk y pens¨¦, guau, tiene un estilo bastante guay. Con la edad tienes que empezar a ser m¨¢s pragm¨¢tico.
P. Estuvo 17 a?os anhelando el ¨¦xito, que le lleg¨® ya mayorcito, bien entrada la treintena, y parece que se le atragant¨®.
R. Lo disfrut¨¦ durante un rato, pero, aunque sea una obviedad, la realidad es siempre muy distinta. Aun as¨ª, fue una suerte detectar la ambici¨®n de ser famoso a los ocho a?os. Otros sue?an con ser bomberos o astronautas y no lo consiguen. La clave para llevar una vida feliz es no tener mucha imaginaci¨®n.
P. Se convirti¨® en un habitual de los tabloides desde que en 1996 interrumpi¨® la actuaci¨®n de Michael Jackson en una gala de los premios Brit. ?La dictadura de la prensa amarilla en Reino Unido ha convertido el estrellato en un suplicio?
R. Ser humano consiste en estar pecando constantemente. La consecuencia de que los medios aireen la vida privada con tanta intensidad es que las celebridades se han vuelto aburridas. Porque la clase de gente a la que no pillan nunca en situaciones embarazosas es aburrida. Lo que m¨¢s me irrita del esc¨¢ndalo que rodea a Rupert Murdoch y a los tabloides es que intentan hacernos creer que se gu¨ªan por una necesidad moral, que por el bien del inter¨¦s p¨²blico tienen que mostrar la desesperaci¨®n de un pobre desgraciado o la mujer con la que se est¨¢ acostando.
P. ?Que sentencia dictar¨ªa si fuera el juez del caso?
R. Les deseo una vida entera en prisi¨®n.
P. ?Qu¨¦ piensa su hijo Albert de Sheffield, la ciudad donde usted creci¨®?
R. All¨ª vive todav¨ªa mi hermana y le llevo a menudo. Est¨¢ bien que vea el mercado donde yo sol¨ªa trabajar con quince a?os. Mi novia se r¨ªe cuando cuento esa historia. Supongo que imaginaba un trabajo duro de jornada completa cuando, la verdad, solo se trataba de unas horas los s¨¢bados. Que se r¨ªa, pero es lo m¨¢s parecido que jam¨¢s he tenido a un trabajo formal. Tambi¨¦n me alegro de que Pulp se haya reunido para que Albert comprobara que no soy solo ese se?or que est¨¢ sentado todo el d¨ªa en el sof¨¢.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.