Un asunto engorroso y desagradable
Entre amargas constataciones, conclusi¨®n de oscuras premoniciones, comprobamos desgraciadamente que la construcci¨®n del nuevo ala del Museo Thyssen-Bornemisza, supuestamente erigida para albergar la colecci¨®n de la baronesa, ha sido, en realidad, una plataforma para mejor subastar sus obras en el mercado internacional. En alg¨²n momento habr¨¢ que investigar qui¨¦n y c¨®mo construy¨® tan formidable ingenio de malicia. Pero vamos al grano. La primera, aunque no la ¨²nica, pieza extraordinaria que sale de la colecci¨®n de la baronesa, La esclusa, obra de la espl¨¦ndida madurez de John Constable (1776-1837), no solo uno de los mejores pintores brit¨¢nicos, sino sin duda el m¨¢s importante paisajista de la ¨¦poca contempor¨¢nea, porque as¨ª fue considerado, antes de fallecer, por los pintores franceses rom¨¢nticos, realistas e impresionistas. La importancia de Constable, refrendada por todos los manuales de historia del arte universales, se debe a la captaci¨®n de fragmentos de la naturaleza humildes; esto es: en los que aparentemente nada ocurre, pero tambi¨¦n donde lo que pasa est¨¢ iluminado por la luz natural, que es la luz solar, el reloj de la naturaleza. La trayectoria art¨ªstica de John Constable, hijo de un peque?o industrial de harinas de la localidad provinciana de Suffolk, fue enrevesada no solo por contrariar los designios familiares, sino porque su aprendizaje fue autodidacta, con todos los elementos aleatorios que comporta hacerse alguien artista por s¨ª mismo.
No obstante, Constable hizo de la tenacidad su divisa, refrendada en su afirmaci¨®n de c¨®mo lo m¨¢s importante para un artista era "remachar". Este gran remachador, golpe a golpe, construy¨® una visi¨®n que iba a caracterizar nuestra manera de relacionarnos con la naturaleza: en directo y sin afectaci¨®n. En este sentido, es muy significativo que Constable, adem¨¢s de los lentos progresos a los que se someti¨® para perfeccionar el dif¨ªcil arte de la pintura, se hiciera un experto en meteorolog¨ªa justo cuando comenzaba a desarrollarse esa ciencia, lo que registr¨® en su propio diario cuando, antes de pintar cualquier paisaje, establec¨ªa todos los meteoros que pod¨ªan influir en ¨¦l.
La p¨¦rdida de ¡®La esclusa¡¯ es, para Espa?a, de una gravedad que resulta dif¨ªcil de calificar
Aunque sin duda Constable, como he repetido, es el m¨¢s importante paisajista de la ¨¦poca contempor¨¢nea, tambi¨¦n fue un denodado retratista y un amante de la naturaleza capaz de obtener detalles en primer plano incluso de la corteza de cualquier ¨¢rbol. Por supuesto, el prestigio de Constable no se limit¨® a la adoraci¨®n que le rindieron todos los m¨¢s importantes paisajistas del siglo XIX, sino que sigui¨® activa durante el siglo XX, como lo demuestra que uno de los mejores pintores brit¨¢nicos de la pasada centuria, Lucien Freud, recientemente fallecido, aceptase ser comisario de la exposici¨®n que hace dos a?os, en Par¨ªs, celebraba el valor de su obra. Por lo dem¨¢s, hombre ordenado, laborioso y centrado en sus cosas, Constable lleg¨® a realizar una obra muy abundante, en la que, no obstante, hay picos de excelencia, entre los cuales, sin lugar a dudas, La esclusa, espl¨¦ndida obra de madurez, es un ejemplo magistral cuya p¨¦rdida para nuestro pa¨ªs es de una gravedad que resulta dif¨ªcil calificar. Entre otras cosas porque, precisamente, uno de los huecos m¨¢s insoportables de nuestro patrimonio art¨ªstico, como todo aficionado sabe, es el de la pintura internacional del siglo XIX. Cualquier amante del arte, por tanto, ante esta terrible p¨¦rdida, no solo ha de sentir un gran dolor, sino, en funci¨®n de la oscuridad, el enredo y la falta de explicaciones en este engorroso asunto, tambi¨¦n una leg¨ªtima ira, que solo podr¨¢ ser sofocada si alguien sale a escena para explicar qui¨¦n, c¨®mo, cu¨¢ndo y cu¨¢nto ha trajinado todo este horror.
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