Sin pecado concebida
El cr¨ªtico de televisi¨®n de El Peri¨®dico de Catalunya, Ferran Monegal, ha firmado ya nueve temporadas al frente de un programa que revisa el medio y entrevista a sus protagonistas. Telemonegal triunfa en BTV, canal del ayuntamiento de Barcelona que en su origen, dirigido por Manel Huerga fue una referencia de buena tele. Monegal entrecruza el zapping m¨¢s destacado de la semana con un an¨¢lisis entre moral y festivo del medio. La popularidad del programa seguramente reside en desvelar c¨®mo la televisi¨®n crea un mundo propio, con princesas, polemistas, villanos y virtuosos. Monegal, infatigable espectador, mira la televisi¨®n en estado de alerta.
En su programa de fin de temporada logr¨® que aceptara la invitaci¨®n Xavier Sard¨¢, para as¨ª enfrentar sus opuestas visiones del medio. Sard¨¢ se cabrea mucho con quienes le afean las maneras de lograr algunos de sus picos hist¨®ricos de audiencia, pero deber¨ªa sentirse elogiado. En un medio donde se da por asumida la baja catadura de las ambiciones de todos, lo de Sard¨¢ parec¨ªa doler m¨¢s, como si hubieran descubierto que su hermano mayor regenta una cadena de prost¨ªbulos. As¨ª que Sard¨¢ acudi¨® a boicotear el encuentro con sobrada habilidad para enunciar las contradicciones del medio. En las ocasiones en que alguna prensa le afe¨® caer en eso que se llama telebasura fue contundente. Y as¨ª una portada de los peri¨®dicos de Vocento le sirvi¨® para denunciar el doble rasero de quien hace caja en Telecinco pero ri?e desde sus cabeceras m¨¢s serias y procat¨®licas los excesos del canal. Ahora que los gobiernos democristianos pugnan por llevarse el Eurovegas el farise¨ªsmo es ya casi una bandera nacional.
La conversaci¨®n estaba empantanada de salida, desde que Sard¨¢ dej¨® claro que no acud¨ªa a hacer un ejercicio de contrici¨®n. Pero la televisi¨®n necesita que se hable de la televisi¨®n. Es una pugna saludable, m¨¢s all¨¢ de juicios morales. Esta aqu¨ª, salpica a la realidad. Es influyente y modela ella m¨¢s al espectador que viceversa. Aparte de audiencia, dinero y relevancia, un programa tambi¨¦n genera comportamientos sociales. La televisi¨®n es el gran asunto pendiente de la democracia, pero las posiciones est¨¢n enrocadas, como si solo fuera posible sacudirse dogmas a gorrazos.
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