Ecos de la tragedia
"No alcanza Sellars su nivel de ¡®Iolanta¡¯, pero su presencia es siempre bienvenida"
En una temporada l¨ªrico-teatral con evidentes gui?os a la ampliaci¨®n de horizontes est¨¦ticos y conceptuales, la elecci¨®n para la clausura de un t¨ªtulo como Ainadamar es totalmente coherente. Es, mal que les pese a m¨¢s de uno, una muestra de lo que triunfa por esos mundos. Desde su estreno en Tanglewood en 2003 y su posterior revisi¨®n en Santa Fe en 2005, la obra se ha visto desde Nueva York y Boston a Chicago y Los ?ngeles, desde Argentina a Alemania. En Espa?a se estren¨® hace un a?o en los jardines del Generalife, dentro de la programaci¨®n del Festival de Granada, con direcci¨®n esc¨¦nica del mexicano Juli¨¢n de Tavira, un reparto vocal espa?ol muy solvente y la compa?¨ªa de danza de Antonio Gades. El Teatro Real ha optado por la puesta en escena de Peter Sellars que se present¨® en Santa Fe. El p¨²blico de Madrid est¨¢ m¨¢s familiarizado que otros con la m¨²sica de Osvaldo Golijov gracias a la Carta blanca que le dedic¨® la Orquesta Nacional de Espa?a. En realidad la fama del compositor argentino despeg¨® internacionalmente cuando fue seleccionado por la Bachakademie de Stuttgart como uno de los cuatro evangelistas modernos para homenajear a Bach en 2000, con motivo del 250? aniversario de su muerte, mediante la creaci¨®n de varias Pasiones. A Golijov le correspondi¨® la de San Marcos, teniendo como compa?eros de aventura a Tan Dun, Wolfgang Rihm y Sofia Gubaidulina en las de los otros evangelistas. Han pasado una docena de a?os y estas obras se siguen programando con asiduidad en los rincones m¨¢s insospechados del planeta.
AINADAMAR
De Osvaldo Golijov.
Director musical: Alejo P¨¦rez.
Director de escena: Peter Sellars.
Escen¨®grafo: Gronk.
Con Nuria Espert, Jessica Rivera, Kelley O¡¯Connor, Nuria Rial y Jes¨²s Montoya entre otros.
Sinf¨®nica de Madrid, Coro Intermezzo.
Teatro Real, 8 de julio
La versi¨®n de Ainadamar que se puede ver hasta el 22 de julio en el Real incorpora una novedad importante: la presencia de la actriz Nuria Espert recitando a lo largo de la obra varios poemas de Div¨¢n del Tamarit, de Federico Garc¨ªa Lorca. Es algo que marca por completo el espect¨¢culo. Nuria Espert es una leyenda viva de la interpretaci¨®n teatral y su identificaci¨®n con Lorca ha sido absoluta a lo largo de toda su carrera. El texto en su voz, y gracias a su inteligencia, suena con una claridad meridiana. Cada palabra, cada acento, cada inflexi¨®n. Es Lorca, es Nuria Espert. Sus apariciones configuran unos momentos sublimes. Con sensaci¨®n de verdad, con sentido de la historia.
El joven director argentino Alejo P¨¦rez deslumbr¨® en este teatro hace no demasiado con una magn¨ªfica lectura de Rienzi, de Wagner. Ahora vuelve a convencer administrando con energ¨ªa y precisi¨®n una partitura en la que conviven, en una est¨¦tica de collage, lenguajes tradicionales del universo sinf¨®nico con otros procedentes del flamenco o de evocaciones jud¨ªas. No es un problema para Alejo P¨¦rez la incorporaci¨®n de la guitarra flamenca, el caj¨®n, la comba y el djemb¨¦ al lado de los instrumentos convencionales de la orquesta. Lo que cuenta es la personalidad de una propuesta con acentos populares y cultos de diferentes fuentes, conviviendo entre s¨ª con naturalidad. Brill¨® asimismo el coro femenino a las ¨®rdenes de otro argentino, Andr¨¦s M¨¢spero, y destac¨® estil¨ªsticamente dentro del reparto vocal la soprano Nuria Rial.
Ainadamar tiene en su conjunto una estructura m¨¢s de oratorio que de ¨®pera, o as¨ª al menos pareci¨® con el planteamiento est¨¢tico de Peter Sellars, enmarcado en una est¨¦tica entre expresionista y cubista del pintor mexicano Gronk. Curiosamente, la tensi¨®n teatral se desvanec¨ªa por momentos, dejando al descubierto lagunas tanto de alg¨²n t¨®pico del libreto del estadounidense David Henry Hwang, como de la propia armaz¨®n r¨ªtmica y estructural de la m¨²sica de Golijov. Cuando Sellars recurri¨® al efecto metaf¨®rico de la integraci¨®n de la plaza de Isabel II ¡ªes decir, de Madrid¡ª en el espect¨¢culo, abriendo al m¨¢ximo el escenario tal y como hizo Herbert Wernicke en Don Quijote, de Crist¨®bal Halffter, todo se percibi¨® de otra manera y los valores teatrales adquirieron, metaf¨®ricamente, otro protagonismo.
No alcanz¨® Sellars, en cualquier caso, los niveles de genialidad que hab¨ªa mostrado esta misma temporada con Iolanta, pero su presencia siempre es bienvenida. Con unas y otras cosas los ecos de la tragedia de Lorca y sus circunstancias cerraron una temporada de ¨®pera diferente, en la que el g¨¦nero mostr¨® su resistencia al encasillamiento y el p¨²blico de Madrid su madurez receptiva. Unos espect¨¢culos han salido mejor que otros porque as¨ª es la vida. Lo que ha desaparecido por completo es la sensaci¨®n de rutina. Aunque solo sea por ello la temporada ha resultado, en su conjunto, m¨¢s que estimulante.
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