A la caza de los violadores armados
'The invisible war' cuenta la pandemia de abusos sexuales en el ej¨¦rcito de Estados Unidos
Ver The invisible war (La guerra invisible) es sufrir. Es un documental desnudo, sin narrador, directo como un martillazo, que cuenta la historia de miles de mujeres (y de otros tantos hombres) cuyo ¨²nico error fue alistarse en el Ej¨¦rcito de los Estados Unidos. Lo que les sucedi¨® (y les sigue sucediendo) cambi¨® sus vidas para siempre y dej¨® al descubierto las verg¨¹enzas de una instituci¨®n que se considera a s¨ª misma uno de los s¨ªmbolos de su pa¨ªs.
Kirby Dick, un documentalista solvente, como ya demostr¨® en aquella excelente pel¨ªcula llamada Los censores de Hollywood (This film is not yet rated), aborda en The invisible war el terror¨ªfico asunto de las violaciones masivas que han venido produci¨¦ndose durante d¨¦cadas en el seno del Ej¨¦rcito de Estados Unidos. Las cifras gritan: m¨¢s de 3.000 denuncias por agresiones sexuales al a?o. Si, seg¨²n datos del Gobierno estadounidense, se denuncia menos del 20% de los incidentes, podr¨ªamos estar hablando de m¨¢s de 15.000 casos al a?o (el Gobierno situ¨® la cifra en 19.000 agresiones solo en 2010). No solo eso, menos del 5% de los violadores cumple alg¨²n tipo de condena por el delito, mientras la mayor¨ªa conserva sus galones, su puesto de trabajo y su categor¨ªa profesional. En otros casos, que rozan el delirio, la v¨ªctima fue condenada por adulterio porque el agresor estaba casado. A veces v¨ªctima y asaltante son obligados a compartir espacio sin m¨¢s excusa que la de ¡°recobrar la normalidad¡± en sus respectivas unidades.
En las Fuerzas Armadas hay m¨¢s de 15.000 agresiones por a?o
En muchas ocasiones los agresores son reincidentes, aut¨¦nticos depredadores sexuales cuya voracidad es conocida por los altos mandos y que sin embargo jam¨¢s son castigados. ¡°No entiendo la postura del Ej¨¦rcito. Creo que ser¨ªa magn¨ªfico para ellos afrontar esos casos abiertamente y ser implacables con los culpables: eso mejorar¨ªa much¨ªsimo su imagen. Ocult¨¢ndolo solo lo perpet¨²an¡±, cuenta Dick (Tucson, Arizona, 1952) v¨ªa telef¨®nica desde el otro lado del Atl¨¢ntico.
The invisible war ha causado tal conmoci¨®n en la sociedad estadounidense que hasta los de arriba se han visto obligados a poner freno a las tropel¨ªas. ¡°Leon Panetta, secretario de Defensa de Estados Unidos, oy¨® hablar del documental gracias a los pases privados que realizamos a todo tipo de profesionales, pol¨ªticos, gente con influencia en el ¨¢mbito social. Le enviamos una copia, la vio y nos dijo que hab¨ªa quedado muy tocado. Al cabo de dos d¨ªas convoc¨® una conferencia de prensa para anunciar que cambiar¨ªa las leyes para conseguir que estos casos no quedaran impunes [el Ej¨¦rcito trata de que sea cada unidad la que tenga la potestad de juzgar los casos que se produzcan en su seno, algo que Panetta quiere liquidar, adem¨¢s de crear divisiones especiales espec¨ªficamente dedicadas a combatir estos delitos]. A¨²n no es suficiente, pero es un buen paso¡±, admite Dick.
Menos del 5% de los violadores cumple alg¨²n tipo de condena por el delito
Mucho tienen que ver en todo ello los rostros de las v¨ªctimas que, venciendo sus propios miedos, accedieron a hablar a tumba abierta del acontecimiento que mat¨® algo m¨¢s que la posibilidad de una carrera militar: ¡°Hubo un momento en que todo se convirti¨® en algo muy personal. El hecho de escuchar a esas mujeres contar esas cosas, no solo que fueran violadas, sino la humillaci¨®n posterior; la obligaci¨®n de guardar silencio, las amenazas que recibieron. Algunas fueron violadas de nuevo¡ ?Y sabes una cosa? Todo este proyecto empez¨® porque hace unos a?os le¨ª un art¨ªculo sobre este tema y pens¨¦ que era algo de lo que hab¨ªa que hablar. Sin embargo, cuando empec¨¦ a buscar m¨¢s informaci¨®n me di cuenta de que hab¨ªa una incre¨ªble falta de periodismo al respeto: nadie escrib¨ªa nada¡±. Cuando a Dick se le pregunta si de alguna forma el documental ha tomado el rol de denuncia que hace un par de lustros ejerc¨ªa el periodismo m¨¢s militante, se le encienden las palabras: ¡°Estoy totalmente de acuerdo. No digo que no haya buen periodismo ah¨ª fuera pero creo que los documentalistas hemos tomado el relevo y estamos llenando un hueco que no deber¨ªa existir¡±.
El secretario de Defensa, tras ver el documental, cambi¨® las leyes
Este documental, cuyas im¨¢genes han conseguido que todos los cr¨ªticos del pa¨ªs se pongan de acuerdo (un 100% de cr¨ªticas positivas en la popular web rottentomatoes.com), es de una sencillez apabullante, plagado de testimonios que cuesta digerir, vergonzantes vistas p¨²blicas en el Senado que nunca sirven de nada y entrevistas que ponen al descubierto la lamentable actitud de la c¨²pula militar. ¡°Quiero decir algo: esto pasa en todos los Ej¨¦rcitos del mundo en los que la mujer tenga un papel activo: pasa aqu¨ª, en el Reino Unido, en Israel¡ ?En Espa?a hay mujeres en el Ej¨¦rcito? ?S¨ª? Pues te puedo asegurar, sin aventurarme demasiado, que algo as¨ª puede estar pasando tambi¨¦n all¨ª¡±, asegura Dick. En uno de los ¨²ltimos comunicados del Ej¨¦rcito al respecto, se aseguraba que ¡°la violaci¨®n es uno de los riesgos del trabajo¡± y que cualquier mujer que se aliste sabe a lo que se expone. Pero como Dick cuenta en The invisible war, este no es solo un problema para ellas: el propio Ej¨¦rcito considera que al menos un 1% de los hombres que prestan servicio en la instituci¨®n ha sido agredido sexualmente por sus camaradas hasta llegar a m¨¢s de 20.000 afectados. Quiz¨¢s Dick consiga lo que varias d¨¦cadas de verg¨¹enza no han evitado: que la guerra invisible se combata ¡ªpor fin¡ª en los despachos y en los cuarteles, sin m¨¢s excusas ni promesas baratas. ¡°Las v¨ªctimas se lo merecen¡±, remata Dick.
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